Bolt, el atleta de oro

?El jamaicano arrasa en la final de 200, derrotando por segunda vez a Gatlin para sumar su décima corona mundial.

El jamaicano Usain Bolt entra victorioso en la final de los 200 metros.
El jamaicano Usain Bolt entra victorioso en la final de los 200 metros.
PEDRO UGARTE/afp

Allá dentro del Nido, donde todo empezó en 2008, allí donde Usain Bolt agarró sus tres primeras medallas de oro olímpicas y dejó, como pago, otros tantos récords del mundo, ha resurgido el gran velocista que enamoró al mundo. La más grande estrella del atletismo recobró todo su brillo cuatro días después de otro triunfo que careció del fulgor que siempre había resplandecido a lo largo de su trayectoria.


La de los 100 fue una victoria con mucho simbolismo y poca grandiosidad, pero en la noche del sexto día del Mundial, con el título de los 200 metros en juego, la revancha, Bolt, el corredor de la zancada de dos metros y medio, volvió a ser él mismo, la leyenda.


Bolt no sufrió esta vez ante el corregido Gatlin. La curva elevó a Bolt, 29 años ya, a la altura de sus grandes noches en Pekín, Berlín, Daegu, Londres o Moscú, las ciudades donde, paso a paso, siempre al galope, ha ido cincelando su gigantesca figura, la del atleta de oro, el hombre que lleva 16 medallas de este metal en las grandes citas: seis en los Juegos Olímpicos y diez en los Mundiales. Tiene más, una par de trofeos ‘menores’ que le dejan a dos del récord de 14 preseas de Merlene Ottey. Pero a Bolt le quedan las pruebas justas para alcanzarla: el relevo 4x100 del sábado y, en su despedida del atletismo, los 100 metros del Mundial de Londres en 2017.


El cronómetro acompañó a su superioridad. Su marca, 19.55 sin apenas viento (-0.1), daba más lustre si cabe a la sensación que se desparramó por todo el estadio de que era otra gran noche cuando, en los últimos metros, ya campeón, empezó a golpearse el pecho mientras veía en la pantalla que volvía a ser el rey. Es la sexta gran final –Bolt lleva cuatro títulos mundiales seguidos en 200 y otro dos olímpicos– por debajo de 19.60. De hecho, nadie corría tan rápido –es la décima mejor marca de todos los tiempos– desde los Juegos de Londres.


Varios metros por detrás, otra vez niños al lado de un gigante, el resto. Primero un impotente Gatlin (19.74) y después los demás, con el sudafricano Jobodwana en puesto de bronce después de batir el récord de su país (19.87). Con el mismo tiempo, pero fuera del podio, el panameño Alonso Edward.


Los 100 metros son la prueba reina. Lo más sencillo: ocho atletas en una recta corriendo todo lo que pueden hacia la meta, menos de diez segundos de plena efervescencia, pero el doble hectómetro es la distancia que ha cautivado a Bolt. "Cuando corro el 200 soy otra persona", explicó tras su paseo triunfal y delirante por la pista que tanto le ha dado.


Y si queda un resquicio de que el mundo pueda ver un último récord del Rayo es ahí, en la curva que tan bien corre y la salida a la recta, donde ya machaca el tartán implacable. Hay que rebuscar, de hecho, para encontrarle una derrota, la que sufrió, precisamente ante Gatlin, hace ocho años.


Con el triunfo en la mano, comenzó el espectáculo. En el Nido fue un desmadre y tuvo, incluso, un pequeño accidente cuando un cámara subido a un ‘segway’ le arrolló por detrás cayendo ambos al suelo. Bolt se levantó de un volantín y siguió abrazándose a la gente, mientras sonaban la voz de Bob Marley. Exhausto, hubo un momento que el jamaicano se sentó en una silla a resoplar delante del enjambre de fotógrafos y, casi más rápido que en la pista, se apresuró a ponerse a su lado, arrastrando un banco, Justin Gatlin. "No esperaba que estuviera tan fuerte", reconoció, dos veces vencido, el estadounidense.


Pocos minutos antes, Allyson Felix había puesto la nota alegre en el equipo estadounidense al ganar de calle la final de los 400 metros, su primer título mundial en la distancia y el noveno en total, con la mejor marca mundial del año (49.26) por delante de la joven bahamesa Shaunae Miller (49.67). Las tres medallas estuvieron por debajo de los 50 segundos. A continuación de Miller arribaron las cuatro jamaicanas, Shericka Jackson (44.99), Christine Day (50.14), Stephenie McPherson (50.423) y Novlene Williams-Mills (50.47).


Otro momento mágico fue la final de triple, que arrojó una marca estratosférica: 18,21, a sólo ocho centímetros del récord mundial del británico Jonathan Edwards. Pero no la obtuvo el hasta ayer líder del año, el cubano Pedro Pablo Pichardo, sino el que estaba segundo, el estadounidense Christian Taylor, que recuperó la corona cuatro años después tras un vibrante combate con el cubano. El portugués Nelson Evora, campeón olímpico hace siete años en este mismo estadio, se alzó con la medalla de bronce gracias a su último salto, de 17,52 metros.

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