El ascenso, el único fin posible

El Real Zaragoza afronta su tercera temporada consecutiva en Segunda División, lugar del que debe salir ya. Tras la remodelación de la plantilla, el equipo de Popovic parte como favorito para pelear el regreso a la élite. La gestión de la nueva propiedad ha traído mayor presupuesto y un método de trabajo que debe favorecer el éxito.

El Real Zaragoza, en su tercer año en Segunda, vuelve a ser favorito para el ascenso a Primera División.
El Real Zaragoza, en su tercer año en Segunda, vuelve a ser favorito para el ascenso a Primera División.
Asier Alcorta

El Real Zaragoza afronta su año más decisivo en la época moderna de la entidad. Se acomete la tercera campaña consecutiva en Segunda División, situación atípica para un club grande del fútbol español y europeo, que no se daba desde la prehistoria del balompié moderno, allá por los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Es el peaje al mayor desastre económico, deportivo y societario jamás vivido en 83 años por el viejo club zaragozano y que se fraguó en las ocho temporadas en las que Agapito Iglesias estuvo al frente de la sociedad, desde 2006 hasta 2014.


Un curso, este 2015-16 que ya se inicia, en el que resulta obligado ascender de nuevo a Primera para garantizar la viabilidad de la SAD. Un reto mayúsculo dentro y fuera del campo que viene marcado por la tóxica herencia que los nuevos máximos accionistas están debiendo contener, administrar y solucionar desde julio del año pasado, en situaciones límite la mayor parte de las veces.


Está pendiente de pago la larga lista de deudas que recoge el concurso de acreedores al que se acogió la SAD en su día, todavía en la anterior era. Más de 90 millones que se acordaron en un convenio que quedó suspendido con el descenso a Segunda en 2012, pero que se reactiva irremediablemente el próximo 1 de julio según reza el clausulado que se acordó en su momento.


En este segundo año bajo la tutela empresarial de los patronos de la Fundación Zaragoza 2032, el equipo se ha gestado con la naturalidad y los tiempos de gestión propios de un verano normal. Sin las prisas, vértigos y ejercicios de funambulismo con los que el Real Zaragoza salió a competir el año pasado, partiendo del caos más absoluto a finales de julio y componiendo una plantilla de aluvión, con 15 fichajes dispares y heterogéneos en apenas 20 días. Esta vez, los cimientos tienen una solera de mayores garantías en todos los sentidos.


Ranko Popovic, en el importante papel de entrenador, ha podido dirigir una pretemporada cabal. Con once caras nuevas hasta ahora. Una plantilla que ha debido renovarse por fuerza, ya que el año anterior no quedó más remedio que recurrir a infinidad de futbolistas cedidos para poder dar forma a un equipo que, aun así, estuvo a solo 7 minutos de lograr el ascenso en la final de la promoción disputada en Las Palmas.


Ángel Martín González, el director deportivo, ha ido recomponiendo el vestuario con diligencia y la suficiente rapidez como para que el verano haya tenido sentido esta vez. Más que nunca en la última década. Se cubrió a mitad de julio una productiva estancia en Boltaña, de vuelta al Pirineo Aragonés muchos años después. Posteriormente, se han jugado siete amistosos de distinta exigencia en los que, paso a paso, el bloque ha ido cuajando y Popovic ha podido introducir su ideal deportivo dentro del grupo.


Tras seis semanas de intenso trabajo físico, técnico y táctico, Miranda de Ebro significa este domingo la primera de las 42 estaciones que deben llevar de nuevo al Real Zaragoza a la élite dentro de diez meses. El primer duelo de una larga liga de 22 equipos donde la regularidad y la autoestima en momentos de flaqueza es clave para acabar logrando el objetivo supremo del ascenso.


Como siempre que compite en Segunda División, el Real Zaragoza parte con la vitola de favorito para estar en lo alto de la tabla. Este año, por todo lo citado, con más razones que en los dos precedentes.


Por lo visto durante el verano, a priori, sus principales rivales apuntan a ser el Almería –el más potente de los recién descendidos de Primera–, el Valladolid, el emergente e histórico Oviedo, el Córdoba... Está por ver cómo rinden esta vez quienes, de improviso, estuvieron en la primera mitad de la tabla en la campaña anterior: Girona, Ponferradina, Mirandés, Llagostera, Leganés, Alcorcón... Y está asimismo en el aire el rendimiento de los clubes con peso específico e historia en la categoría que, por diversos motivos societarios, viven días convulsos, casos del Elche, Osasuna o Mallorca. El resto, Numancia, Alavés, Albacete, Lugo y Tenerife, como es habitual últimamente, son una incógnita. Lo mismo que ocurre con el rendimiento que puedan dar los otros tres recién llegados del escalón inferior de la Segunda B: el Gimnástic de Tarragona, el filial del Athletic de Bilbao (único de la categoría) y el otro equipo aragonés, la SD Huesca, que retorna después de dos años a la división de plata. Es, sin duda, un año apasionante.

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