Mark Knopfler, indiscutible 'Angel of the North' de la guitarra, luce hoy en Pirineos Sur
El líder de Dire Straits es el artista más esperado este año en Lanuza: no quedan entradas a la venta desde hace semanas.
Después de la experiencia de masas con Calle 13 el pasado sábado, en la segunda jornada del festival, las recomendaciones de la organización vuelven a cobrar vigencia. La estrella de la noche tiene previsto empezar a las 22.00, pero es conveniente llegar hasta el Auditorio de Lanuza con antelación suficiente, sobre todo si se pretende aparcar cerca.
El camino hasta Sallent de Gállego volverá a ser un rosario de vehículos;aunque el perfil de los asistentes es muy distinto en este viernes, las cifras mandan, y el angosto camino no va a convertirse en una autopista de aquí a la noche. En cuanto a la lluvia, no se le espera, pero tampoco se descarta.
Por suerte, el recinto cubre sobradamente los servicios primarios (carpa de comida y bebida, aseos, atención sanitaria) exigibles para un acontecimiento de tal calibre. Juanra Decanela y Javimar estarán a cargo de la selección musical desde el escenario cuando concluya el concierto de Knopfler, para amenizar con su eclecticismo el final de la velada.
Ojo al dato: si se suman los discos con Dire Straits y los números de los editados en solitario, Knopfler ha vendido más de 120 millones de unidades de sus creaciones. Desde principios de los 80, el escocés consolidó además su faceta de compositor de bandas sonoras. Filmes como Cal, la crudísima Last Exit To Brooklyn, la épica Local Hero, La cortina de humo impresionante sátira política de Barry Levinson, con Dustin Hoffman y Robert DeNiro ante las cámaras o La princesa prometida, de Rob Reiner, no serían las mismas sin la magia pergeñada por la guitarra de Knopfler y sus emblemáticos aportes sonoros.
El tema Going Home de Local Hero que suena en St. James Park cuando las urracas del Newcastle United saltan al césped para sus partidos de la Premier League de fútbol puede ser un auténtico subidón de adrenalina en el marco pirenaico, lo mismo que ese Storybook Love con el que la bella Buddercup (RobinWright) y su Wesley (Cary Elwes) corroboraban su amor martilleando la frase como desees en el filme de Reiner.
Fue un día raro, con el repertorio reducido y, según recuerda Matías Uribe en la crónica que escribiera para HERALDO, poca entrega para lo que se suponía iba a ser un recital apoteósico. Eso sí, sonaron los himnos: Money For Nothing, Brothers In Arms, Sultans of Swing, Romeo & Juliet... Mark Knopfler volvió a Zaragoza en 2005 para actuar en el pabellón Príncipe Felipe ante más de 8.000 espectadores, dentro del tour promocional de su álbum Shangri-La.
Lo dicho: Knopfler tiene disco recién salido del horno, que en su caso no puede ser industrial ni microondas: al scot de la Stratocaster le pega más la leña o la piedra para cocinar canciones. Es el primero desde el doble Privateering (2012); Tracker se grabó en el estudio que tiene al oeste de Londres, British Grove.
Además de sus músicos habituales (que le acompañan en esta gira), el escocés contó con la colaboración de Ruth Moody, Bruce Molsky, Nigel Hitchcock o Phil Cunningham. Tracker es un buen disco, que atesora temas brillantes como la balada River Towns, la tierna Skydiver idónea para acompañar un viaje en descapotable por una carretera junto al mar, esa rendición gozosa a la música de pub que es Laughs & Jokes & Drinks & Smokes o Broken Bones, invitación cómplice a las palmas en bucle.