Acusada de intento de asesinato por acuchillar y martillear el cráneo a su anciana tía en San José

La víctima, de 87 años, logró salvar la vida haciendo creer a su sobrina que estaba muerta. El fiscal le pide 13 años de cárcel.

Por 430 euros y un puñado de joyas, Consuelo R. U. estuvo a punto de acabar con la vida de su tía de la forma más trágica: a cuchilladas y martillazos. La mujer había roto con su marido y necesitaba dinero para pagar un billete de avión con el que regresar a Costa Rica y vivir con su madre. Pero carecía de empleo e ingresos, por lo que no se le ocurrió mejor forma de conseguir el dinero que pedírselo a la víctima, de casi 90 años.


La anciana se negó, pero las amenazas de muerte de su sobrina hicieron que acabara entregándole 450 euros. A la ahora acusada no le pareció una cantidad suficiente, reaccionó de forma violenta y se dispuso a acabar con la vida de su tía. De hecho, la mujer creyó haberlo conseguido, ya que después de un auténtico calvario la octogenaria se quedó completamente inmóvil. No estaba muerta, pero es lo que hizo creer a su agresora para intentar salvar la vida.


Los dramáticos hechos se produjeron el 5 de octubre de 2014 en la vivienda de la anciana, sita en la calle de Bailén del barrio de San José. Apenas un año después, la Audiencia de Zaragoza ya ha fijado la fecha para que la agresora se siente en el banquillo. Será el próximo 19 de octubre, día en el que Consuelo R. U. se enfrentará a una acusación de tentativa de asesinato y otra de robo con violencia e intimidación. Por estos delitos, la Fiscalía ha solicitado una pena de 13 años de prisión. La acusación particular, que ejerce el abogado Alberto Cervera Corbatón en nombre de la víctima, eleva la petición a 17 años.


La defensa, que corre por cuenta del abogado Javier Notivoli, niega que su cliente haya cometido los delitos que se le imputan y exigirá su libre absolución. Para reforzar sus argumentos, ha propuesto que comparezca en el juicio como perito el médico psiquiatra que trata a la acusada en el centro penitenciario de Zuera, al que fue remitida tras su detención. El letrado también ha aportado como prueba documental el historial psiquiátrico de la procesada, que había sido asistida en los centros de salud de Rebolería y La Almozara.

La víctima intentó huir

Fue tal la violencia con la que se empleó su sobrina que la octogenaria difícilmente podrá olvidar los padecimientos de aquella aciaga tarde. De hecho, le han quedado secuelas físicas y psíquicas en forma de cicatrices en el cuero cabelludo, cara, región clavicular izquierda, limitación funcional de las articulaciones interfalángicas y trastornos neuróticos.


Como es normal, al tratarse de una sobrina, la víctima franqueó la puerta de su vivienda a la acusada. Lo que de ninguna manera podía imaginar la anciana es que poco después, tras negarse a darle el dinero que le exigía, esta mujer la iba a sentar bruscamente en un sillón para intentar cortarle el cuello. Es más, le dejó clavado el cuchillo y fue la propia víctima la que tuvo que arrancárselo. Pero no acabó ahí su agonía, ya que la acusada cogió entonces un cojín, se lo puso en el rostro a su tía y con un martillo que sacó del bolso empezó a darle golpes en el cráneo. Solo cuando creyó que había acabado con su vida dejó de martillearla.

Según las acusaciones, al ver que la anciana ya no se movía, con total tranquilidad, la agresora empezó a registrar el domicilio en busca de cualquier objeto de valor. Pero tampoco fue mucho lo que pudo llevarse: los 430 euros, un pañuelo de seda, un teléfono móvil, un monedero de piel, dos anillos de oro, dos collares de perlas y una figura de la Virgen del Pilar.


Cuando la víctima estuvo completamente segura de que su sobrina había abandonado la casa con el botín, malherida, logró incorporarse y salir al rellano a pedir auxilio. Una vecina escuchó sus lamentos y se apresuró a socorrerla. La Policía detuvo ese mismo día a la agresora.

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