Casillas se marcha en soledad

El portero se despide del Real Madrid en una comparecencia donde no hubo representación de la directiva. "Allá donde vaya, gritaré ‘¡hala Madrid’!", anunció Iker, quien no aceptó preguntas de los medios de comunicación.

El guardameta español Iker Casillas, durante la rueda de prensa ofrecida ayer en el Santiago Bernabéu.
El guardameta español Iker Casillas, durante la rueda de prensa ofrecida ayer en el Santiago Bernabéu.
Emilio Naranjo/efe

Triste, emotiva y concluyente despedida de Iker Casillas en el Real Madrid. Después de permanecer en el club de sus amores durante 25 años, de jugar 16 temporadas como profesional, de disputar 725 partidos –solo superado por los 741 de Raúl González–, y de alzar nada menos que 18 trofeos, entre ellos cinco Ligas y tres Champions, el portero más laureado de la historia se fue solo.


Fue el único protagonista de una comparecencia en la que no le acompañó ni el apuntador y en la que el capitán no aceptó preguntas. Como ya le ocurrió a Florentino Pérez con el técnico Vicente del Bosque o con jugadores emblemáticos como Fernando Hierro y Raúl González, fue un fin de ciclo fatal gestionado. Tanto como los últimos años del portero mostoleño en el club blanco, desde que su enfrentamiento con José Mourinho le puso en el disparadero.


Es cierto que Iker fue quien declinó la posibilidad de protagonizar un adiós pomposo, en el palco del Santiago Bernabéu, abierto al público y junto al presidente. Pero una cosa es no aceptar un paripé y no desear fotografiarse con un dirigente que le abrió la puerta de salida, y otra irte de esa manera tan gélida.


Ni Emilio Butragueño, director de Relaciones Institucionales, ni un directivo, ni tampoco algún trofeo de los conquistados junto a Casillas, calificado por su propio club como el "mejor portero de la historia" en la carta de despedida. Indisimulada la soledad del mostoleño, ya que los jugadores volaban ayer hacia la gira por Australia y no podían acompañarle. Estuvo solo Casillas con el micrófono, una botella de agua, un vaso, sus lágrimas y un buen puñado de periodistas. Ni de lejos estaba llena la sala de prensa del Bernabéu.

Tragos amargos

Iker se presentó puntual y sonriente. Llegó con unas cuartillas escritas a mano. "¿Para que me hacéis fotos ahora si luego me váis a tener llorando", bromeó a los fotógrafos. "Tengo que leer esto. Son 30 segundos pero creo que me voy a pasar una hora...", se arrancó Casillas antes de romper a llorar como un niño. Toses nerviosas, voz entrecortada, más tragos de agua y adelante. "En primer lugar gracias". Silencio, más agua, lágrimas y aplausos de los periodistas. Sufría para empezar pero al fin comenzaron sus agradecimientos. "Gracias por estar aquí y acompañarme en este momento tan especial. He venido a este gran estadio para despedirme de todos vosotros y en especial de los madridistas. Desde el sábado dejé de formar parte del Real Madrid y pasé a integrar el Oporto. Dos motivos fundamentales han impulsado esta decisión", afirmó.


"El apoyo del presidente del Oporto, de su entrenador y del resto del equipo luso, y el cariño de los seguidores que he ido recibiendo. Me han ganado y haré todo lo posible para no defraudarles", enfatizó. Después, tocaba el duro momento de referirse al Real Madrid. Otro trago amargo. "Después de 25 años defendiendo el escudo del equipo más grande del mundo, llega un día difícil en mi vida. Digo adiós a una institución que me lo ha dado todo. Me he sentido muy querido tanto en los buenos como en los malos momentos. Aquí me he formado como persona y me han enseñado a crecer, inculcándome los valores de respeto, compañerismo, compromiso y humildad. Valores que he tratado de reflejar donde he ido representando al Real Madrid", describió.


Ya algo más tranquilo, Iker se refirió a sus compañeros, con los que, según dijo, ha vivido "momentos únicos e irrepetibles, compartiendo lágrimas de alegría y tristeza". "He hecho grandes amigos y siempre podré contar con ellos", subrayó. Volvieron los sollozos al recordar a todos sus entrenadores: "Gracias a todos, desde Mezquita, que en paz descanse y me eligió para el fútbol siete, hasta Ancelotti. De todos he aprendido muchas cosas".


"Gracias por vuestro apoyo incondicional, por ser vuestro capitán, por tenderme la mano y tirar de ella para levantarme, por apoyarme en los triunfos y las derrotas", añadió. "Por encima de recordarme por ser un buen o mal portero, solo espero que se acuerden de mí por ser una buena persona" (más lloros). "Nunca os podré olvidar. Allí donde vaya, seguiré gritando ¡hala Madrid!". Se levantó y se marchó solo, igual que llegó. Se despide una leyenda.

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