El balcón de San Lázaro no abrirá este verano y suma ya seis años sin proyecto museístico

Los vecinos de la margen izquierda exigen que se impulse un centro, cuya reforma costó más de 400.000 €.

Los restos arqueológicos en el interior del balcón, con la sombra de los láminas de madera.
Los restos arqueológicos en el interior del balcón, con la sombra de los láminas de madera.
C. Moncín/heraldo

Entre los listones que conforman la fachada del centro de interpretación del balcón de San Lázaro crecen las telarañas. En su interior, mirando entre las ranuras, también se ve más de una extendiéndose por los paneles expositivos que explican la historia del yacimiento arqueológico. El centro no abrirá sus puertas este verano, después de que en los años anteriores sus horarios de visitas y el interés que estas generaban fueran exiguas. Las ruinas del antiguo convento del siglo XIII continuarán este año, por tanto, acumulando olvidos, a pesar de la millonaria inversión (400.000 euros para el cerramiento y 16 millones para todo el entorno) que requirió hace apenas seis años.


Los vecinos del Arrabal y del barrio Jesús no han dejado de solicitar al área de Cultura que busque fórmulas para dinamizar el espacio. Incluso en la oficina del Plan Integral del Casco Histórico confiesan la necesidad de dotar de vida al balcón, que lleva seis años sin proyecto museístico. "Se ha contemplado incluir el espacio como escenario de festivales como Trayectos Danza o como objeto de visitas teatralizadas de Gozarte, pero de momento no se ha avanzado en este sentido", explican fuentes municipales.


Hace un par de años el exconcejal Jerónimo Blasco planteó sacar a concurso una cafetería dentro del recinto que alberga las ruinas pero la propuesta tampoco llegó a buen puerto. Rafael Tejedor, presidente de la asociación de vecinos Tío Jorge, explicaba ayer que su deseo es que al balcón "se le dé un contenido, que este sea didáctico y que, si incluye una cafetería, que esta funcione como un reclamo más".


La entidad vecinal, incluso, propuso que el recinto albergara un Museo del Puente de Piedra –que en su día se planeó de forma inviable para la arcada ciega del paseo de Echegaray– y que sirviera para explicar toda la historia de esta construcción, fundamental en la defensa de Zaragoza.


No en vano, la asociación de vecinos Tío Jorge siempre ha sido de las más reivindicativas a la hora de repasar sus raíces históricas y anualmente celebran las jornadas identitarias del barrio –con el apoyo de rondas gaiteras y escopeteros– que concluyen junto a la fosa de Macanaz donde yacen los restos de más de 10.000 heroicos defensores de la ciudad. En su defecto, si la idea del museo no cayera en gracia, también proponen que este espacio se abriera a las entidades sociales y vecinales de Vadorrey y el Arrabal (que podrían asumir su gestión) y que albergara también actividades del PICH.


Los arquitectos señalan que el problema del balcón de San Lázaro es que en su día no se construyó un edificio cerrado ni hermético, por lo que entre las ranuras de las láminas se cuela polvo y suciedad, que impiden que se pueda exponer nada de valor.


No obstante, sus privilegiadas vistas y su inmejorable ubicación puede que le brinden un mejor futuro ahora que se concluye una nueva promoción inmobiliaria frente al renqueante centro de interpretación y que se espera que el proyecto de la Estación del Norte retome algo de impulso.

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