Fechas para la alegría en los bolsillos

Los comerciantes de la capital ven la fiesta como un balón de oxígeno.

Las tiendas de ropa vaquillera anuncian ya la llegada de la fiesta. Los comerciantes –como Germán Sanz, en la imagen– decoran sus escaparates con motivos alusivos, como fotografías antiguas con los primeros vaquilleros o guirnaldas rojas y blancas.
Las tiendas de ropa vaquillera anuncian ya la llegada de la fiesta. Los comerciantes –como Germán Sanz, en la imagen– decoran sus escaparates con motivos alusivos, como fotografías antiguas con los primeros vaquilleros o guirnaldas rojas y blancas.
a. garcía/Bykofoto

La fiesta de La Vaquilla tiene una vertiente económica nada despreciable para el comercio turolense. Establecimientos de alimentación, bebida y ropa vaquillera, principalmente, hacen su agosto en estos días en los que la gente aparca el espíritu ahorrador y gasta dinero a la vez que se divierte.


"El sector orientado a la fiesta se beneficia, y mucho, de La Vaquilla", asegura el gerente del Centro Comercial Abierto de Teruel, Rodolfo Pangua. "Son buenas fechas para la venta porque familias, peñistas, visitantes y público en general consumen mucho. Hay que tener en cuenta que se duplica o triplica la población", señala.


La empresa Rokelín, que suma 40 años comercializando jamones, quesos y embutidos, asegura que en la semana de Vaquilla se vende tanto como en todo noviembre o mayo, dos meses del año más flojos. Y dicho de otra forma, en la primera quincena de julio, las ventas duplican las operaciones que se realizan en las dos semanas siguientes.


"Es así, hay más alegría en los bolsillos. La gente ahorra para la fiesta y gasta en cuanto se avecina el encendido de la traca", explicó Carlos Muñoz, un trabajador de Rokelín. En su opinión, está muy claro que los turolenses recurren en estos días a la comida fría, que les permite alimentarse bien sin tener que perderse la fiesta por tener que cocinar. "Tortilla, ensalada, jamón y conserva es el menú oficial en muchas casas", asegura Muñoz.


Los distribuidores de bebidas al por mayor también se olvidan de coger vacaciones estos días y, muy al contrario, intensifican su trabajo para poder atender toda la demanda que se genera.


Como explica Andrea Anguita, responsable de Comunicación del Grupo La Zaragozana, la bebida estrella en La Vaquilla es la cerveza, que aventaja con creces al vino, pues estos días se venden cuatro veces más litros del licor extraído de la cebada que de aquel que procede de la uva.


El calor que suele reinar en los días de julio contribuye de forma importante a que aumente el consumo de bebidas, de tal manera que se triplican las ventas respecto del mes anterior, junio. No solo se habla de vino y cerveza. La distribución de refrescos se dispara en cuanto arrancan las Fiestas del Ángel hasta el punto de multiplicarse por seis el reparto de este tipo de bebidas por los distintos establecimientos.


Cuando se acerca La Vaquilla y con ella la llegada de un buen número de familiares y amigos que ocuparán la casa para poder disfrutar de una fiesta única en España, la fiebre por llenar hasta arriba la nevera invade cada hogar. Lo saben muy bien en los supermercados, pues desde varios días antes al arranque de la diversión los carros de compra pasan por delante de los cajeros mucho más llenos de lo habitual.


"Se nota muchísimo. Vendemos un montón y a la gente se la ve entregada totalmente a la tarea de hacer una compra inteligente en la que nada se deja a la improvisación", explicó una trabajadora de Mercadona. La bodega y las comidas preparadas son las secciones que más triunfan estos días.

De vaquillero

Pero no solo se trata de vender. Todos los comerciantes consultados se ven invadidos, durante La Vaquilla, por el sentimiento de que con su trabajo contribuyen al buen funcionamiento y esplendor de la fiesta. Así, su labor va más allá de expender comida, bebida o ropa.


Así le ocurre a Germán Sanz, quien ha decorado su escaparate con fotografías antiguas de la fiesta "para crear ambiente y homenajear una tradición que nos une a todos los turolenses". Él vende ropa de vaquillero. Destaca que están muy equivocados aquellos que piensan que el traje típico turolense es para toda la vida. "Salimos de casa el primer día limpios y arreglados, pero volvemos al final de la fiesta con un aspecto muy distinto", relata. Por ello, "siempre hay alguien que necesita una casaca, una camisa o una faja nuevas", asegura.


Por apenas 52 euros es posible estrenar un conjunto de vaquillero para adulto completo y, con solo 30 euros, para niño. Lo más costoso es el pantalón y la casaca, a 16 euros cada uno, pero la camisa cuesta 14, la faja, 5 euros, y el pañuelo rojo, menos de dos euros.


"La Vaquilla es un balón de oxígeno para el comercio. Junto con las navidades, son las dos épocas mejores del año. El resto de la campaña nos permite solo ir tirando", destacó Germán Sanz. A juicio de este vendedor de ropa, la fiesta del Ángel es "un gran elemento dinamizador de la economía del pequeño comercio". La guinda la pone la paga extra que la gente acaba de recibir cuando comienza el programa festivo.

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