"Si canto me siento en casa"

Javier Almazán, Copiloto, publica un nuevo álbum: 'Los puentes hundidos' (Grabaciones en el mar).

Copiloto es un roquero reflexivo, insatisfecho, nada autocomplaciente. Después de Zaragoza, tocará en Huesca y Madrid.
"Si canto me siento en casa"
Gustaff Choos

¿Qué le dice la frase "yo soy yo y mis circunstancias"? ¿La cambiaría por alguna otra? Aludo a esa autobiografía encubierta que se detecta en su nuevo álbum, ‘Los Puentes Hundidos’.

Bajo mi punto de vista, la frase, de Ortega y Gasset, me recuerda que no somos totalmente libres. Que estamos condicionados por una mezcla de azar y de toma de decisiones (unas buenas, otras malas, unas reversibles y otras irreversible). Al nacer, nuestras posibilidades, nuestras opciones de desarrollarnos como seres humanos realizados son (en condiciones normales) muy altas. A medida que pasan los años estas posibilidades se van reduciendo. Uno elige en función de sus circunstancias. La libertad es siempre relativa. Hay una serie de factores que pueden marcar tu vida y que son totalmente ajenos a ti como tu lugar de nacimiento, tu familia, tu altura… Incluso tu personalidad. Una persona tímida puede educar su timidez pero será siempre tímida. Lo inteligente es aceptarlo para no convertirte en una persona frustrada.


Otra palabra: insatisfacción. ¿Definiría este término su estado de ánimo o su búsqueda?

Me gusta pensar en la insatisfacción como acicate para mejorar, para perfeccionar… Pero es otro asunto que hay que domesticar. De mis dos primeros discos apenas me di cuenta… No los disfruté como debía, sólo quería escribir y escribir y grabar y grabar, no pensaba en otra cosa. Y eso no puede ser. La vida es más que eso. No sé si guarda relación con la serenidad que te da la edad o con qué. Es verdad que pasé años en que para mí la vida era lo que ocurría entre grabación y grabación. Nunca estaba satisfecho. Me sigue ocurriendo, siempre estoy planeando asuntos musicales y artísticos… Pero ahora me obligo a disfrutarlos una vez terminados. No les doy carpetazo tan rápidamente como antes.


‘Los Puentes Hundidos’ es un disco raro, desconcertante, con gusto por la experimentación y a la vez con reminiscencias de la historia del rock. ¿Lo buscaba?

Totalmente. La idea inicial era hacer un disco doble, con canciones tituladas con fechas o números correlativos y sin silencios entre las pistas. Quería que los puentes que unen las canciones fueran pasajes de ruido a lo Throbbing Gristle, a lo ‘Metal Machine Music’. En mi cabeza era un disco muy ambicioso, duro, oscuro, denso y recargado. Pero como yo soy yo y mis circunstancias no tenía los recursos necesarios. Y además me parecía un cambio demasiado radical como para seguir usando el nombre de Copiloto. Antes de semejante obra lo suyo era hacer un disco puente. Del rock, para encarar este álbum, me han interesado los discos excesivos y de cambio de rumbo por su espíritu más que por su sonido. Discos que han marcado un antes y un después para quien los hacía. Y también discos catárticos si se me permite la expresión y esta libertad.


Usted es un investigador y a la vez un músico que busca y que se busca. ¿Se ha encontrado aquí o cree que la travesía de la incertidumbre sigue y seguirá?

Aquí me he encontrado más que antes. Me he acercado más a lo que quería y tengo más claro lo que no quiero. Este disco marca el final de algo y el comienzo de algo, el final de una forma de hacer las cosas y de conducirme en muchos aspectos. Es un disco que necesitaba hacer. Ha sido un proceso duro, complicado y largo, y me he acordado muchas veces del libro ‘La conquista de lo inútil’ de Werner Herzog. Me he empeñado, me he empecinado en sacarlo adelante a pesar de todos los momentos en los que tirar la toalla parecía la opción más sensata y, por supuesto, económica. Y, respecto a lo de la incertidumbre, creo siempre me va a picar la curiosidad de si podré ser capaz de hacer algo mejor o de otra manera. Esa competición contra uno mismo, contra tu yo anterior.


En muchos temas hay un diálogo del protagonista o del músico consigo mismo. ¿Sería este el álbum de la duda?

Sería el álbum del duelo. Un duelo por unas pérdidas. Las pérdidas asociadas al tránsito a la edad adulta. Pérdidas que he sentido en mi vida o de las que he sido testigo en la vida de otra gente muy, muy cercana a mí. La pérdida de la inocencia, de ilusiones, de proyectos. La pérdida de la libertad, del amor, de la confianza, de los sueños. Ese darte cuenta de que muchas cosas son mentira, de que no hay casi nada inalterable, de que prácticamente todo es incierto. No sé ahora dónde leí algo así: "Ese ir cada uno a lo suyo, caiga quien caiga. Sin honor, sin dignidad, sin empatía, hace que pierdas la fe en la raza humana". El álbum es un paseo por las diferentes etapas del duelo (negación, rabia, tristeza, negociación y aceptación). Lo que ocurre es que, a pesar de la incoherencia del discurso, no he querido que la desesperanza se hiciera con todo el disco. No es una buena conclusión. No es un buen mensaje. La vida no es eso. Crecer no es (solamente) eso. Pero ese punto de vista sí era mucho más interesante y rico para mí mientras trabajaba en el álbum. He elegido hablar de esa parte de la historia. He querido sacarla a la luz.


No le gusta hablar de influencias, pero algunas quizá sean evidentes: cierto rock sinfónico, instantes psicodélicos y electrónicos, Slayer, Morrisey en algunos modos de cantar... ¿Por dónde anda, qué le emociona?

A mí no me gusta mi voz. Es demasiado limpia, no tiene los graves que a mí me gustan en otros cantantes, ni tiene "el Blues". Con la experiencia aprendes a conocer tus limitaciones y a no perder el tiempo intentando conseguir cosas que nunca vas a conseguir. A menudo escondo la voz detrás de filtros y efectos, así cuando la escucho no me parece mía y disfruto más de la canción. Los efectos me ayudan a escucharme con más perspectiva. Por otro lado los falsetes me gustan y me permiten llegar a otras frecuencias. Tengo pendiente hacer una canción cantada totalmente en falsete. Cantar y tener buena voz o afinar más o menos bien son conceptos que no tienen por qué ir de la mano. Y un cantante puede emocionar a un público y a otro no. A mí me llegan mucho Lennon, Morrisey, Bowie, Calamaro, Ramón Rodríguez, Antonio Vega, Dani Garuz, John Grant, Rufus Wainwhright… Fredie Mercury me parece un gigante, es de los pocos que van sobrados que me gustan.


¿Cuántos estilos ha intentado meter, cuántos ecos hay de la historia del rock?

La verdad es que es algo que no me he planteado. Es un disco ecléctico en cuanto a sonido y producción. Pero es que yo soy también así. Nunca he sido muy fiel a un estilo en nada. Me aburre. Soy consciente de que esta no es una buena política a nivel comercial porque es más fácil seguir o a hablar sobre artistas fieles a sí mismos desde un punto de vista estético-estilístico. Pero no lo puedo evitar. De la misma manera que me gustaría explorar otras opciones musicales más allá de mi carrera como Copiloto. Me gustaría trabajar en obras más experimentales o vanguardistas, o escribir canciones para un musical, o hacer canciones para otros artistas…


¿Cómo debe ser para usted un álbum? ¿Le pide que sea unitario y no le importa que haya picos y caídas, puntos de fugas, mezcla de muchas cosas?

Si entendemos álbum como un LP con, pongamos, entre diez y catorce canciones, siempre me han atraído más los que tienen un hilo conductor (no tiene por qué ser un disco conceptual). Que puede ser la situación personal del artista o lo que le ha hecho escribir esas canciones. No necesito que sea una colección de hits a la primera escucha. De hecho, los discos que más me han influido vitalmente no lo son. Deben ser, en cierto modo, como la vida, como tú dices, con picos, caídas, luces, sombras. Y por eso ‘Los Puentes Hundidos’ es así.


¿Entonces?

Dicho lo cual, quiero incidir en que, en mi opinión, el LP no va a ser el formato mayoritario en el futuro. La atención del necesario relevo generacional tanto de oyentes como de creadores no está educada para focalizar en una sola actividad (y menos aún si se trata de un audio, sin imágenes) durante tanto tiempo. Y esto no lo digo como algo malo ni bueno sino como un hecho natural que está ocurriendo. Es el signo de los tiempos. Se imponen las canciones independientes de un corpus. Recopilaciones, playlists que hagan de música de fondo de nuestras vidas. La canción es lo importante.


¿Qué le pide a una canción?

Que me emocione por algún motivo. Exactamente eso le pido. Que apele a alguna de mis emociones. Por la letra, por la melodía, por un silencio, por un arreglo… Por alguna de estas cosas o por todas a la vez. No sabría decirte la receta. Hay algo de azar cuando se escribe una canción que hace que conecte con unos y con otros no. Tengo un problema con la autoexigencia o con la satisfacción personal (o con ambas) que no me permite ciertos disfrutes y que sólo consigue que las canciones que considero ideales siempre las ha firmado otro.


Y, desde el punto de texto, de poema, ¿qué quiere lograr?

Transmitir lo que siento o lo que intuyo que siente otra persona. Hacerlo con cierta habilidad y algo de belleza si se requiere. Huyendo de ripios y lugares comunes. Y que el oyente perciba esos sentimientos como auténticos. Que se palpe toda la verdad que hay detrás. Y si, en el intento, consigo hacerme con un estilo personal e identificable por parte de terceros, dar la vuelta al ruedo con laureles en el pelo. Tan sencillo y tan complicado como todo eso.


¿Se puede ser moderno y ser crítico, y a la vez indagar tanto en uno mismo?

Mientras "moderno" y "vacío" no sean sinónimos no veo ninguna incompatibilidad. Sería fantástico que todos quisiéramos ser tan modernos como críticos. No es como hablar de ser "indie" y "alternativo" que a estas alturas de la historia son ya términos excluyentes. Tengo la sensación de que el espíritu crítico es la gran asignatura pendiente de este país y que no hay mucho interés por enseñarlo. También es verdad que en un país de militantes, de forofos, es complicado, pero en algún momento tendremos que empezar. Analizarse uno mismo es la única manera de aprender conocerse y, por lo tanto, de crecer y ser mejor. Y que cada uno decida lo que es ser mejor.


¿Cómo encaja la crítica social con ese modo suyo de percibir la perplejidad y la soledad de vivir, el aislamiento y el dolor?

Esos estados de ánimo, esas situaciones que se tratan en ‘Los Puentes Hundidos’ son, en parte, consecuencias individuales con un origen social que la crisis ha producido, destapado o acelerado. La desilusión, la miseria, las situaciones desesperadas, las distancia, la tristeza, la rabia, la soledad, la frustración... Ha habido días que le decía a mi chica:"hoy se respira tristeza por el barrio, se ve en las caras". Mucha gente lo ha pasado y lo está pasando muy mal. La angustia de no poder pagar, de ver que tus ilusiones se vienen abajo, que tu proyecto de vida es inviable, que lo intentas sin resultado. En definitiva, la sensación de que el plan no era este. Y eso es muy duro y difícil de asimilar. Hay que sobreponerse, amoldarse, adaptarse a cada momento para evitar ser aplastado por la frustración. Pero es lo que hay que hacer. No queda otra.


¿Ya sabe por qué y para quién canta?

Canto porque interpreto lo que escribo, no porque me guste especialmente cantar. No me siento cantante. En cualquier caso, lo hago porque me equilibra. Porque hace que sienta que ocupo un lugar, que estoy donde debo estar. Lo hago porque es una forma de estar en mi sitio. Cuando escribo, canto, grabo, me siento en casa. Soy auténticamente yo. Cuando he intentado no hacerlo durante un tiempo, que lo he intentado, me faltaba algo. Y en ocasiones me gustaría no tener esta necesidad, quizás así, mi vida sería bastante más sencilla. Y canto para que lo que escribo llegue a mucha gente.


Díganos dos o tres discos perfectos o especialmente conmovedores para usted...

Es una pregunta muy difícil de contestar para mí. Diga lo que diga, cambiaré de opinión en diez minutos y me parecerá, además, que les estoy fallando a muchos otros discos que me han marcado o que me son muy queridos. A bote pronto se me ocurren: ‘La canción de Juan Perro’ de Radio Futura, que es una maravilla en cuanto a letras, estilo y audacia. ‘Automatic for the people’ de REM una obra maestra crepuscular que incluye una de mis canciones favoritas de todos los tiempos: ‘Nightswimming’, y ‘HELP!’ de los Beatles, porque fue el primer disco suyo que escuché. Pero ya se me están ocurriendo otros tres. ¿Puedo cambiar?