La novela 'Volver a Canfranc' recrea la fuga de los judíos por la estación oscense

Planeta apuesta por la historia de la frontera aragonesa en la II GM con una primera edición de 15.000 ejemplares.

La novela 'Volver a Canfranc' recrea la fuga de los judíos por la estación oscense
La novela 'Volver a Canfranc' recrea la fuga de los judíos por la estación oscense

La escritora Rosario Raro (Castellón, 1971) presentó ayer sobre el terreno su novela ‘Volver a Canfranc’ (Planeta), en la que cuenta la historia de la fuga de un grupo de judíos en la frontera altoaragonesa durante la II Guerra Mundial y la participación en la misma del jefe de la aduana francesa, Albert Le Lay, que en el libro es bautizado como Laurent Juste.


El jefe de la aduana francesa apagó las luces de la estación de Canfranc para facilitar la huida de un grupo de judíos en 1943 cuando ya estaba destacada allí una brigada alemana de montaña de la Alta Baviera, que llegó en el invierno de 1942. Raro describió esta simbólica escena que aparece en el libro en la explanada de la playa de vías del complejo ferroviario. La novelista relató que en este episodio participan los personajes Jana Belerma (una joven camarera del Hotel Internacional, experta en falsificar documentación para los fugitivos), que los escondió en un almacén, y el contrabandista Esteve Durandarte, que despista a los soldados del Tercer Reich para dejar el campo libre a los judíos para subir al tren que les llevaba hasta Lisboa.


"Fingieron que no había suministro eléctrico suficiente para los trenes franceses, pero era una estrategia para que los judíos pudieran cruzar hacia la estación en total oscuridad", señaló la escritora ante un grupo de medios de comunicación de toda España. "Inventé en la novela que los judíos eran escondidos en una falsa pared de un almacén hasta que partía el tren de las seis de la mañana", agregó.

Homenaje a Le Lay

El título del libro, ‘Volver a Canfranc’, es un homenaje a Le Lay, un personaje descubierto en HERALDO en 2001, porque recuerda que a pesar de haber sido un héroe en este punto estratégico en la contienda y después de salvar a cientos de judíos (como su contrapariente, el diplomático aragonés Ángel Sanz Briz en la embajada española en Budapest), no aceptó cargos como ministro de la República francesa y decidió regresar a su puesto en la estación de Canfranc tras la guerra. "Solo tenemos una vida, pero con la que podemos salvar muchas", es la frase del jefe de la aduana que Rosario Raro utilizó para resumir el espíritu de su relato.

"Parece una catedral más que una estación", proclamó en el vestíbulo de la estación canfranquesa la escritora, una enamorada de las ‘memorias’ de la frontera aragonesa que sueña con llegar a ver su novela convertida en una serie de televisión.

Licencias literarias

Sobre las licencias que se toma a la hora de mudar la realidad, subrayó que modifica el nombre de Casa Marraco, la fonda donde convivieron los alemanes con los suizos que transportaron 86 toneladas de oro a cambio del wolframio y los espías aliados, por el de La Serena. "Es el único edificio que se ha derruido y el único que no podemos visitar de todos los que aparecen en la novela", agregó.


La escritora, que hizo el viaje en tren desde Segorbe a Canfranc, aludió a otras "dislocaciones históricas" que utiliza para proporcionar más "emoción" y enjundia a su recreación. Así, contó que menciona a personajes que se salvaron por la frontera aragonesa, como la actriz norteamericana Josephine Baker (casada con un empresario judío), los pintores Marc Chagall y Max Ernst (casado con Peggy Guggenheim), el hermano del escritor alemán Thomas Mann y Alma Mahler. Aunque estas personalidades pasaron por el Canfranc entre 1940 y 1942, ella los sitúa en el periodo al que se ciñe la novela, del invierno de 1942 al verano de 1944, que son los apenas dos años en los que las tropas alemanas tomaron el poder en Canfranc hasta su liberación.


También mencionó a Varian Fry, un norteamericano que salvó a los artistas europeos desde Marsella, y que convierte en otro de los personajes de la novela, aunque con otro nombre. "Hice confluir en los dos años en los que está situada la novela distintos episodios, como la salida de Max Ernst gracias a Peggy Guggenheim, quien tuvo que esconder la colección de su marido en un almacén porque no se la guardaron en el Louvre", indicó.


En esta puesta de largo, Rosario Rara acompañó a los periodistas durante el recorrido por la estación, el túnel ferroviario, la torre de fusileros y Coll de Ladrones, algunos escenarios de la novela. Elena Pastor, una guía del Ayuntamiento canfranqués, le ayudó a explicar los avatares reales del enclave y su estado actual en plena restauración. El alcalde, Fernando Sánchez, acudió a la comida con los medios en el restaurante Universo para compartir con ellos la apuesta de la editorial Planeta con esta novela, de la que ha lanzado una primera edición de alrededor de 15.000 ejemplares. Es una de sus apuestas para esta temporada.