Alcolea se reivindica

En un encuentro sin apenas oportunidades de gol, el guardameta aragonés firmó una soberbia parada. Detuvo una pelota lanzada a quemarropa por Caballero, salvando un punto para el Real Zaragoza.

Lo mejor lo firmó ayer el teórico tercer portero, Pablo Alcolea, que dejó una intervención para el recuerdo. Salvó un punto Alcolea, pues el Real Zaragoza no fue capaz de disparar entre los tres palos. Es el Zaragoza y sus circunstancias. Las ocho bajas que arrastra, algunas de ellas tan trascendentales como su referencia en la destrucción (Mario) y en la construcción (Pedro). Los cinco partidos que acumula sin ganar. Números y más números negativos. Pero, paradójicamente, los números constituyeron lo mejor de la comparecencia de ayer ante el Lugo. El escuálido punto sumado sirve para regresar a la zona de promoción de ascenso, siempre aguardando a lo que haga hoy la Ponferradina en Anduva ante el Mirándés. Hoy nos puede salvar el Mirandés. Igual que ayer nos salvó Pablo Alcolea.


El mismo técnico del Real Zaragoza, Ranko Popovic, no economizó elogios para aquilatar la aportación de ayer de Alcolea. "Pablo está para estas cosas. Cuando uno hace su trabajo bien, como es el caso de Alcolea, después tienes cosas como esta. Lo bueno es que siempre está metido en el partido, que siempre significa un empuje enorme para el equipo. Como persona y como portero lo merecía. Si hubiésemos hecho gol, la parada tendría más valor si cabe", subrayó Popovic.


En un encuentro sin apenas oportunidades de gol, la parada de Alcolea en el minuto 51 fue absolutamente decisiva. "Remató desde muy cerca el delantero del Lugo (Caballero). Fui a tapar cuanto más pude. Fui abajo y tuve la suerte de sacar la pelota. En el segundo remate, un jugador del Lugo estorbó al otro", aclaró ayer el cancerbero aragonés.


Pese al aroma insípido que siempre destila un empate en casa, sabor tan alejado de la amargura de la derrota y de la dulzura de la victoria, ayer el personal estaba contento, sobre todo por Alcolea. Pablo es muy querido en el vestuario. Todo el mundo conoce su trayectoria, su fortaleza mental, los valores que reúne –ayer los destacó el mismo Popovic, como pueden leer en las columnas anteriores– dentro y fuera del terreno de juego. Estaba siendo un curso especialmente duro para Alcolea. Echado a los leones en el partido de Copa del Rey de Albacete, en la única oportunidad que tuvo en la anterior etapa, la llegada de Popovic supuso un viraje radical en su trayectoria. Continuó apretando los dientes entrenando, pero se le apreciaba más contento a Alcolea. La lesión de Bono le abrió la puerta a la titularidad, por encima de Óscar Whalley.


El gran público, el que sigue el fútbol de élite, el que asiste exclusivamente a La Romareda a presenciar los partidos del primer equipo, lo recordará por su salto a Primera División. Fue hace tres años, en la temporada del descenso con Manolo Jiménez. Leo Franco cometió mano fuera del área y fue expulsado. Salió Alcolea y le hizo un paradón a Soldado, en un remate arriba que era veneno. Fue en la misma portería que ayer, en el gol sur, en la portería del gol de Jerusalén. Después también fue titular en Getafe.


Pero el idilio entre Pablo Alcolea y el Real Zaragoza viene de muy atrás. La actual es la decimocuarta temporada de Alcolea con licencia a favor del club aragonés. Esto es, bastante más de la mitad de los días de su vida los ha pasado Alcolea en la Ciudad Deportiva. Lo captó Rafa Latapia de El Olivar para el Zaragoza alevín, conquistando el torneo de Fútbol 7 de Canal Plus. Compartía portería con Unai Calavia, en ese fantástico equipo que la tocaba de vicio con ‘Ratón’ Barba, Álex Alonso y Ander Herrera. La misma generación se proclamó campeona de España cadete con Ángel Espinosa como técnico, tumbando al Real Madrid en la final. Y también, con Javier Garcés en el banquillo, fue el último equipo juvenil zaragocista que se clasificó para la Copa del Rey. Con su bagaje deportivo, entenderán por qué es el capitán del Zaragoza. Con su bagaje personal, entenderán por qué todos estaban ayer tan contentos. La felicidad del Alcolea es la esperanza del Real Zaragoza.