Heraldo del Campo

Arroz guadiamar: cómo resistir aún con baja rentabilidad

Su cultivo ha descendido casi a la mitad en la provincia de Huesca, sin embargo los productores siguen confiando en la calidad de la variedad que comercializan, la guadiamar, que no se da en otras regiones.

Aplicación de fitosanitarios en un campo de arroz de Agrícolas San Julián en Sangarrén.
Arroz guadiamar: cómo resistir aún con baja rentabilidad
Daniel Mancho

Apenas queda ya arroz de la última campaña en los almacenes de los productores de la provincia de Huesca. Este mes de febrero se vendían las últimas existencias a las comercializadoras, dejando a algunos agricultores con la duda sobre si volver a sembrar este cereal en la próxima campaña. En la provincia de Huesca se cultiva la variedad guadiamar, muy valorada en los mercados al no ser tan habitual en otras zonas donde a este producto se le dedican grandes extensiones de terreno –como Andalucía o Valencia–. Sin embargo, los precios que se obtienen en origen no acaban de convencer a los propietarios de las fincas, que ven amenazada su rentabilidad por los altos costes de producción y optan por dedicar sus explotaciones a otros cereales de regadío como el maíz.


"Cada hectárea tiene un coste anual de entre 1.800 y 2.000 euros, mientras que el precio de salida para el agricultor es de entre 280 y 320 euros la tonelada. Son cantidades muy ajustadas, por lo que la cosecha no puede fallar. Si baja de los 5.500 kilos por hectárea, estaremos perdiendo dinero". Son las palabras de José Antonio Marcellán, presidente la cooperativa Arrocera del Pirineo, con socios repartidos en la provincia de Huesca entre las comarcas de los Monegros (en Sariñena y Grañén), la Hoya de Huesca (Almudévar) y Cinca Medio (Alcolea de Cinca) y que abarca también la producción de Navarra.


En la provincia de Huesca, los productores tienen a su favor, asegura, la variedad que se cultiva mayoritariamente, la guadiamar, de tipo semilargo, "que tiene una demanda tremenda y si contáramos con el doble de producción, estaría también todo vendido". "En otras zonas de clima más ecuatorial no se puede cultivar como aquí. Vegetativamente se desarrolla más allí, pero cuando llega la madurez también se ‘desinfla’ con más facilidad", añade. La guadiamar es así una variedad que se adapta de forma muy adecuada a las características orográficas del norte de la península ibérica, "donde grana muy bien", aunque en la última cosecha tuvieron que hacer frente a problemas como la aparición de hongos o la enfermedad de la pyricularia. Tanto en Aragón como en Navarra alcanza el punto óptimo de madurez, especialmente valorado en mercados como el del 'sushi' y el de la hostelería asiática en general. Sin embargo, eso no es suficiente para cubrir unos costes de producción, "que son igual aquí que en Andalucía o Valencia, aunque no contamos con unas producciones tan extensas", señala el portavoz de la cooperativa. Todo ello a pesar de que a nivel nacional, Aragón cuenta con las cotizaciones más altas "pero nuestras cosechas son la mitad que en el Guadalquivir, lo que hace que la rentabilidad esté más en juego que en otras zonas".


Como consecuencia de todo ello, la superficie de cultivo, apunta, ha bajado a más de la mitad en los últimos diez años. En opinión del portavoz de Arrocera del Pirineo, en el futuro permanecerán las explotaciones "medianas o grandes, mientras que las de poca superficie acabarán por desaparecer. Las parcelas se podrán mantener si se obtienen cantidades importantes de arroz de forma más económica".

Todo vendido en cosecha

También en la comarca de los Monegros tiene su centro de actividad la SAT (Sociedad Agraria de Transformación) Agrícolas San Julián, con sede en la localidad de Torres de Barbués. Han vendido todas las existencias de la última campaña y para la próxima esperan sembrar "más o menos la misma superficie", señala su gerente, José Casas. "No digo que esperamos que la próxima cosecha sea la mejor porque ahora esté haciendo frío y pensemos que la primavera va a ser buena. En estos años de atrás casi no ha habido invierno y después, venía una primavera más fresca", añade. Coincide con Marcellán al afirmar que la variedad guadiamar es la más extendida en Aragón, si bien entre la baja rentabilidad y las transformaciones de las parcelas, la extensión cultivada en el conjunto de la comunidad autónoma aragonesa ha pasado "de unas 9.000 a 4.000 hectáreas", afirma.


En el mercado, asegura Casas, "se defienden bien, ya que en el resto de España predominan las variedades redonda y de grano largo". El arroz que crece en la provincia de Huesca va a parar, en su mayor parte, a la Comunidad Valenciana, donde se encuentran, junto con Andalucía, las mayores plantas productoras. "Casi todo el arroz se vende en campaña, ya que no hay mucha producción y a la hora de almacenarlo, vienen detrás el maíz y el sorgo y los agricultores cuentan con espacios limitados", comenta Casas. Procuran, por ello, que esté todo vendido en febrero, ya que después "las temperaturas son más altas y hay que darle muchos cuidados, porque si se calienta un poco se pone enseguida amarillo y ya no es apto para el consumo humano, sino para fabricar piensos".


Maquinaria y costes

Los mercados, asegura el portavoz de la SAT monegrina, no resultan todo lo estables que se desearía. Dependen sobre todo del mercado italiano, que domina en el conjunto de Europa. "Hay que pensar que unos 4.200 kilos son para cubrir los gastos por hectárea. Todo lo demás que se produzca son ingresos", añade el portavoz de la SAT monegrina, para el que es también una ventaja poder ocupar con este producto "tierras marginales, que pueden no servir para maíz o para hierba". Sin embargo es necesario utilizar mucha maquinaria, junto con una considerable inversión para sacar adelante el cultivo. "Una hectárea de arroz acarrea los mismos gastos que una de maíz y la cuarta parte de una de trigo", añade. Cultivos que pueden resultar más rentables para los propietarios de las parcelas.


En el próximo reparto de la PAC esperan recibir, comenta Casas, unos 100 euros por hectárea, mientras que dentro del apartado de las ayudas agroambientales podrían ser unos 200 euros para las primeras 15 hectáreas declaradas, mientras que en las 15 siguientes dicha cantidad se rebajará a un 60%; y las 15 siguientes a estas, a un 40%.

Plantaciones en peligro

El portavoz de Agrícolas San Julián teme también que el cultivo pueda llegar a desaparecer en algunas zonas, lo que supondría, asegura, un golpe importante para el sector primario. "Si perdemos el arroz perdemos mucho, ya que se está plantando en campos salitrosos que de otra manera quedarían vacíos". Casas llama la atención además sobre la enorme riqueza natural que supone este cultivo. "La fauna que tiene este cultivo, entre aves e insectos, no la tiene ningún otro", afirma.


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