Dos preguntas

"¿Qué sentido tienen los tipos de interés negativos?¿Pueden bajar las bolsas si los tipos de interés se mantienen a cero durante mucho tiempo?"

Los acontecimientos de tipo político, económico y financiero que estamos viviendo siguen generando mucha incertidumbre en los mercados de divisas, renta fija y variable. Estos no acaban de marcar una tendencia clara que ayude a despejar incógnitas y permita mirar al futuro con algo más de optimismo.

Hay muchas dudas sobre la solidez del crecimiento económico mundial y cada vez preocupan más los datos que mes a mes ponen de manifiesto lo difícil que se está haciendo combatir la deflación.


Hace unos días un buen amigo me planteaba dos preguntas:


1. ¿Qué sentido tienen los tipos de interés negativos? 2. ¿Pueden bajar las bolsas si los tipos de interés se mantienen a cero durante mucho tiempo? Ambas cuestiones tienen mucho sentido común y estoy seguro de que recogen buena parte del interés de la opinión pública por entender lo que ocurre en los mercados.


Los programas de estímulo monetario de los bancos centrales siguen inundando de liquidez los mercados financieros. Sabemos que el exceso de dinero presiona la demanda de renta fija, incrementa el precio de los títulos y hace que la rentabilidad sea cada vez más baja.


Se calcula que circulan por el mercado casi cuatro billones de euros de bonos soberanos –deuda pública– con rentabilidad negativa. A principios de mes se publicaba un hecho histórico: un bono corporativo de la empresa alimenticia Nestlé denominado en euros y vencimiento más de un año cotizaba al -0,17% de rentabilidad.


¿Qué sentido tiene pagar por prestar dinero a una empresa? Para entenderlo hay que saber que cuando la inflación es más baja que la rentabilidad, el tipo de interés real de la inversión es positivo.


Hay inversores que piensan que la inflación va a ser todavía más negativa y que las políticas de expansión monetaria del BCE van a llevar más abajo los tipos de interés. Estos inversores esperan tipos más negativos y con ello rentabilidad real más positiva. Otros inversores buscan obtener rentabilidad vía tipo de cambio y dan más protagonismo a la divisa que al cupón de los títulos.


De todo esto, lo más importante es saber que lo que está ocurriendo forma parte de la hoja de ruta de todos los bancos centrales (BCE, BOJ, SNB, EB, etc.) que de forma coordinada están intentando conseguir un objetivo único: "poner el dinero a trabajar en las empresas".


Sin pretenderlo, este objetivo añade valor a las empresas que pagan dividendo y tienen un modelo de negocio sostenible en el tiempo. Para ellas la depreciación del euro, el petróleo barato y las mejores condiciones de financiación son un aliciente para el precio de sus acciones, siempre que los beneficios por ello obtenidos se trasladen a las cuentas de explotación.


Los flujos de dinero de los últimos meses atisban que la renta variable europea está ganando peso en las carteras internacionales. A medida que vayan perdiendo protagonismo aquellos riesgos que más preocupan a los mercados (subida de tipos de interés en EE. UU., Grecia dentro o fuera del euro, conflicto en Ucrania, etc.), se irá incrementado la probabilidad de que los principales índices bursátiles alcancen nuevos máximos y sigan ganando altura.

Todo ello sin perder de vista la volatilidad que será la protagonista de 2015.