El lunes, en la comisaria de la Policía Nacional de Calatayud, se tramitaba la denuncia de la hija de una de las afectadas. Había acudido a visitar a su madre, de edad avanzada y le contó que, el viernes y el sábado, escuchó ruidos y golpes cuyo origen desconocida. La hija encontró en la terraza restos de hasta 20 perdigones. Ese mismo día se recibían en el 091 las llamadas de otros vecinos, alertando de que se estaban produciendo disparos, que impactaban en las puertas y ventanas de sus casas. Los agentes visitaron los pisos de los bloques que comparten el patio interior y determinaron, con los hasta 40 impactos, en qué lado estaba el tirador. Habían atravesado el marco de la puerta de aluminio de una cocina, roto cristales, provocado daños en otros enseres y algunos estaban incrustados en una pared.

Una de las vecinas, que facilitó la entrada de la Policía a la terraza desde la que se presuponía que se realizaban los disparos, reconoció tener un arma en casa. Inicialmente sus explicaciones eran incongruentes, pero luego relató que, sin ningún tipo de licencia, tenía una pistola de aire comprimido y una carabina calibre 4,5. El menor, cuando la madre no estaba en casa, tiraba a una botella de plástico en la terraza. La madre no lo sabía, y tenía las armas –que han sido intervenidas– ocultas con una manta en un armario. Desde la Policía Local en Calatayud explican que ese tipo de armas, de cuarta categoría, pueden utilizarse a partir de 14 años, pero en ningún caso, dentro del casco urbano. Para usarlas hay que contar con una tarjeta expedida por el Ayuntamiento y firmada por el alcalde. Se solicita además una factura proforma o albarán de compra, y un certificado de penales, que en el caso de menores de 18 años, debe de ir firmado por los padres o tutores.