Una cuenta pendiente con Mariano Esquillor

?Poetas y rapsodas aragoneses se unen para recordar su obra y su persona

Ángel Guinda, José Antonio Conde, Eugenio Mateo, Juan Domínguez Lasierra, Fernando Burbano y Raúl Herrero, en la Biblioteca de ?Aragón.
Una cuenta pendiente con Mariano Esquillor
Guillermo Mestre

El poeta Mariano Esquillor murió el año pasado a los 95 años casi como vivió, en un segundo plano, sin haber recibido el reconocimiento a una de las personalidades más relevantes de la poesía contemporánea en Aragón. En fin, que había una cuenta pendiente con él que esta semana se tradujo en un bonito homenaje de afectos de la mano de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro y de la editorial Los Libros del Innombrable, donde publicó sus últimos poemarios.


La cita fue en el salón de actos de la Biblioteca que Aragón que se llenó hasta la bandera. Se juntaron los mejores poetas y rapsodas aragoneses con ganas de recordar la obra de Esquillor, que antes de dedicarse plenamente a la escritura fue albañil encofrador. Un hombre, como se dijo en repetidas ocasiones durante la velada, "sencillo, inquieto, con inclinaciones espirituales y muy amigo de sus amigos".


Eugenio Mateo abrió fuego leyendo la reseña que escribió Manuel Martínez Forega sobre un libro de Esquillor, mientras José Antonio Conde dibujaba la semblanza más humana recordando que "era un hombre bueno, generoso y desprendido". "Un poeta dibujante", apuntó el crítico de arte Alejandro J. Ratia, para el que el dibujo no era más que una prolongación de la palabra, "imágenes que reflejaban una especie de horror al vacío".


El poeta Ángel Guinda tampoco faltó a la cita. Se desplazó desde Madrid para recordar unas cuantas anécdotas, como la cantidad de veces que "me aconsejaba que me cuidase para dejar de ser un culo, o corazón como le decía yo, de mal asiento". Y aunque era una persona sencilla, prosiguió, "también tenía su ego, como todos". "Manuel Pinillos y yo le gastamos una broma presentándole una prueba de imprenta de uno de sus poemarios en la que aparecía firmando como Mariano Esquirol; aquello le sentó fatal y aquel ejemplar único lo tiró a la papelera con rabia", recordó Guinda.


A su lado, Fernando Burbano, Juan Domínguez Lasierra y Raúl Herrero, editor de Los Libros del Innombrable, terminaron por dibujar su semblanza. Fue un poeta tardío que prácticamente llegó a la poesía desde las novelas del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía. "Pero de pronto, como a los 40 años –dijo Raúl– tuvo como una especie de crisis que le hizo ver que algo le faltaba en la vida". Se hizo amigo de los poetas de los años 60 y 70, frecuentó la tertulia del café Niké y, sobre todo, encontró en Manuel Pinillos a su primer gran maestro. Él le descubrió a Víctor Hugo y dio el salto a los grandes prosistas franceses e ingleses.

Luego llegó la poesía y en ella encontró acomodo. Algo en su interior se conmovió y a partir de ahí empezó a escribir y a depurar su técnica para presentar como resultado final una obra poética "muy personal que está lejos de pertenecer a ningún grupo o escuela", señaló Herrero.


El homenaje de afectos concluyó con una ráfaga de poemas de Mariano Esquillor a los que pusieron voz Miguel Ángel Yusta, Nacho Escuín, Fran Picón, María Pérez Heredia, Miguel Ángel Ordovás, Fernando Vallejo, Luis Trébol, María Otal, Fernando Gracia, Salvador Dastís, Emilio Quintanilla y Feli Burillo, entre otros. También se proyectó un vídeo realizado por Roberto Rodes en el que recitaron poemas del homenajeado Mari Carmen Gascón, Emilio Gastón, José Antonio Conde y Berta Lombán. En fin, que Mariano Esquillor, el hombre sencillo, tuvo el homenaje que se merecía.