"Si acabo un libro a la hora del almuerzo, empiezo el siguiente esa misma tarde"

La británica, de 76 años, recibe hoy en el Teatro Principal de Zaragoza (20.00) el Premio de Honor de Aragón Negro. La autora de las series ‘Monk’ y ‘Thomas Pitt’ departirá con los presentes

La escritora Anne Perry, ayer por la tarde, en el atelier de la tienda zaragozana Paloma.
La escritora Anne Perry, ayer por la tarde, en el atelier de la tienda zaragozana Paloma.
asier alcorta

Su primera obra, ‘Cater Street Hangman’, se publicó en 1979, y ha puesto usted casi 80 en el mercado. ¿Algún secreto para mantener ese ritmo brutal?

Más bien un deseo:haber mejorado un poquito con el paso de los años. ¿Qué cree usted? La verdad es que sigo aprendiendo, encuentro muy excitante la sensación del descubrimiento, y tengo muy claro que mi mejor novela debe ser siempre la siguiente.


Sus obras son manuscritas, y tras corregirlas no suele volver a leerlas. ¿Por qué?

Me gusta escribir a mano, corregir y reescribir. El principal reto de la escritura está en completar ese proceso y ser minucioso, pero es cierto:si acabo un libro a la hora del almuerzo, empiezo el siguiente esa misma tarde. Las ideas para nuevas novelas siguen llegando sin cesar a mi cabeza. ¿Musas? No creo mucho en ellas. Creo en el trabajo, en la observación; oigo las noticias, miro a las personas. Ahí están las historias.


¿Se aventura a hablar un poco de ese nuevo trabajo, que será el mejor que ha hecho jamás?

Trata sobre un caso de corrupción policial que sacudió Inglaterra recientemente. Cuando trasciende algo así y no es corregido apropiadamente, la gente cree que la ley no les protege, y empieza a tomarse la justicia por su mano. Entonces brota el miedo en una sociedad, y se camina hacia el caos.


¿Cuál es la idea universal que más juego le ha dado a la hora de narrar?

En inglés hablamos mucho del ‘what if?’, creo que en español se dice ‘¿y si?’; alude a lo que podría a haber pasado si ciertas cosas hubieran ocurrido de otro modo. Es una idea muy rica para un escritor, como desencadenante de una o varias tramas.


Después de vender 26 millones de libros, ¿se atreve a identificar un gancho recurrente para captar la atención del lector?

Te refieres a lo que conecta con la gente... no es una sola cosa. A mí sí me atrapa la idea de la complejidad en una elección; a veces tienes dos opciones y sabes que ambas son malas, otras veces hay dos buenas pero no puedes abrarzar ambas. Tienes que tomar partido, y sabes que esa elección tiene un precio. Inhibirse tampoco vale, porque no elegir también es una elección implícita. No hay salida. Ahí tienes un buen gancho para que una historia te atrape.


La realidad se parezca cada vez más a las novelas, y no al revés.

Me preocupa el discurso único que se trata de imponer en muchos sitios. Tenemos un ejemplo actual con el acto de terrorismo sufrido por la revista ‘Charlie Hebdo’. Todo el mundo tiene su punto de vista, su postura directa y consideraciones indirectas: ¿dónde queda el derecho a la libertad de expresión, las responsabilidades derivadas de ejercerlo sin cortapisas ni autocensura? ¿Quién pone los límites, quién decide la dimensión de una verdad o sus matices?


¿Hay matices en el dicho "la verdad os hará libres"?

Mi madre decía que, a veces, decir la verdad te hace sentir mejor, pero hace que quienes te rodean se sientan fatal. Por eso elijo a veces el silencio dorado. Además, muchas veces crees estar en posesión de la verdad, y luego descubres que era una pequeña parte de la verdad, por lo que la conclusión derivada es más cercana a la mentira. Eso sirve para las novelas, y también para la vida.


Usted mantiene vivas dos series literarias de misterios, la de Pitt y la de Monk. No le pido que elija entre ambas, pero Pitt llegó primero...

Estoy enormemente agradecida por los resultados de mi primera novela. ¡Se sigue vendiendo mucho! Con los ‘e-books’ he ganado más dinero en un trimestre de lo que obtuve con la edición original en papel. Entiendo que cuando se sigue una serie desde un determinado punto es normal buscar la primera entrega.


Usted ha dicho que el verdadero misterio de sus novelas está en las reacciones humanas a la presión, por encima de la misma resolución de la trama...

¡Claro! En esa primera novela hay un foco en la familia. Todos creemos conocer bien a nuestra familia... pero no es cierto. Conocemos una parte de ellos, la que se ve, la que podemos apreciar. Bajo la presión de una investigación aflora la verdadera naturaleza de las personas, la tentación de las pequeñas mentiras para alejar las sospechas sobre tu persona... o el torrente de sospechas que llegan a tu mente cuando descubres una mentira. ¿En qué más habrá mentido el mentiroso?


¿Sirven entonces sus novelas para la autoexploración?

No es el propósito, pero sí me interesa la reflexión derivada de esos giros en la trama. La idea del amor también es compleja: amar a alguier debería ser un hecho incondicional, y no un reflejo de tu propio ser, o el resultado de hallarse ante lo que tú entiendes por perfección. No creo en el amor fundamentado en que el otro sea como tú, piense y sienta como tú.


Recibe un reconocimiento en Zaragoza por su obra. ¿Cuál es su postura ante los premios?

¡Me encanta! ¡No tengo tantos! Me lo creeré cuando me lo den: estoy muy agradecida a Aragón. Es bueno que alguien te diga que le gusta lo que haces: creo que muchos de los que dicen no creer en los premios hablan desde el despecho de no tenerlos (ríe). Eso sí, no escribo para contentar al editor, ni siquiera al público, escribo sobre lo que creo, pero mi gratitud sí es un hecho.


Usted se declara una persona de fe. ¿Mueve montañas con ella?

Es mi núcleo, lo que me da fuerzas. Tengo mi religión, soy mormona, pero me interesa la idea de fe, de creer en algo, en un propósito. Mi padre era un físico teórico y tenía en gran estima la moral, pero no era religioso; mi abuelo materno era capellán en las trincheras de la I Guerra Mundial. Heredé ambas voces, pero finalmente encontré una propia.


¿Le sirvió para lidiar con el día a día cuando, hace 20 años, trascendió su participación en un asesinato cuando era usted adolescente?

Fue algo horrible que pasó hace 60 años, que lamenté y lamento enormemente, y pagué por ello. Ya no tengo nada nuevo que decir al respecto. Para afrontar algo así, solamente hay una herramienta: tratar de ser buena persona y vivir una vida digna.