Sí, sí, aquí me lo dicen mucho. Incluso en los actos que tenemos en el patio de la Academia y en los desfiles. Porque aunque la formación la dirija un coronel, la música es la que lleva los tiempos.

Es usted joven, pero dirige una unidad de música con 130 años.

Tengo esa suerte. Salí de la Escuela de Músicas Militares en junio de 2013 y este ha sido mi primer destino, un lugar con mucho prestigio y mucha historia.

De hecho, tienen más historia que muchos países...

Sí, nació junto con la Academia en 1882 en su primera ubicación en Toledo y se trasladó a Zaragoza junto al resto de la Academia. Y en 1939 empezó su tercera etapa. La unidad de música siempre se ha necesitado. Hoy tenemos megafonía y por la mañana se iza la bandera con un toque de corneta grabado, pero antes todos los ceremoniales tenían que tener música.

Y ¿no desentona practicar en un entorno a priori poco musical?

¡Sí es musical! Antes había unidades de música en todos los regimientos. Y siempre hemos estado en todos los actos, juras de bandera, entregas de despacho...

¿Hay armonía con el resto de compañeros?

Muchísima. Pese a ser ellos de las armas y nosotros de los instrumentos, hay mucha confianza, se hacen actividades juntos...

Un músico y un militar, ¿están sometidos a una disciplina similar?

La del músico es más dura, más rigurosa, porque empiezas a los 6-7 años, yendo a clases, practicando, ensayando por tu cuenta...

Y a un músico militar, ¿se le exige aún más?

Tenemos la doble vertiente: a un músico se le exige mucho, pero aquí, además, tenemos que hacer la instrucción militar.

¿Qué cedés lleva en el coche?

Un poco de todo: clásica, jazz, flamenco, música disco...

Y como espectador, ¿qué conciertos no se pierde?

Me gusta mucho el pop-rock español: Vetusta Morla, Lori Meyers, Supersubmarina... Antes de entrar en el Ejército, tuve la suerte de escribir una pieza que Vetusta Morla interpretó en un concierto sinfónico benéfico que dio en Murcia.

¿Cuál es su refugio?

¡Mi casa!

Mañana actúan a beneficio de otro refugio: la Hermandad del Refugio de Zaragoza.

Es un concierto que se lleva celebrando dieciséis años. Dos oficiales destinados en la Academia tenían mucha vinculación con la cofradía de la Piedad de Zaragoza. Y comenzó así una colaboración, no solo musical, que llega hasta hoy. Para nosotros es el concierto estrella del año, no solo por tocar en la sala Mozart, y llevamos desde septiembre preparándonos. Durante el año hacemos muchos conciertos fuera de Zaragoza, pero es una oportunidad para hacerlo aquí.

Y ¿con qué piezas van a ayudar a aquel que ayuda?

Va a haber una primera parte sinfónica, con cuatro piezas (‘El despertar’, un pasodoble sinfónico compuesto por un exdirector de la Academia; ‘Festa paesana’, del holandés Jacob de Haan; ‘First suite for military band’, de Gustav Holst, de las primeras piezas que se compusieron para esta formación y terminaremos con una pieza irlandesa muy explosiva, ‘Lord Tullamore’). La segunda parte es más festiva y navideña y en ella intervendrá el Coro de los Cadetes. Tocaremos ‘A Christmas festival’, de Leroy Anderson, ‘Campana sobre campana’, ‘La balada de los boinas verdes’, ‘La campanera’ (pero con la letra de la Academia, algo que no se suele ver fuera de aquí) y acabaremos con ‘El novio de la muerte’. Y luego ya alguna sorpresa que no puedo desvelar...

¿Qué banda sonora le pondría a estos tiempos?

Quizá el ‘I will survive’ de Gloria Gaynor. Puede que sea la más adecuada...