"El cine es mi excusa para pasar tiempo con gente extraordinaria"

JAVIER MACIPE I DIRECTOR I El realizador hace balance tras ganar en el Festival de Zaragoza con ‘Los inconvenientes de no ser Dios’, cuya idea surgió durante su estancia en la Fundación Antonio Gala de Córdoba. Ahora, prepara su promoción y un nuevo largometraje

El cineasta aragonés Javier Macipe.
"El cine es mi excusa para pasar tiempo con gente extraordinaria"
oliver duch

¿Ya ha digerido el subidón de triunfar por partida doble en el festival de cine de su ciudad?

Subir al escenario en Zaragoza llegó después de los premios con ‘Os meninos do rio’ en los certámenes de Zinebi en Bilbao y el de Huelva, y también hemos recibido un premio en el festival Abc.es. Estamos que no nos lo creemos.


‘Los inconvenientes de no ser Dios’, su primer largo de ficción, se estrenó en la capital aragonesa y se llevó premio, ¿cómo surgió la idea de esta película que rodó durante su beca en la Fundación Antonio Gala en Córdoba?

Tuve que presentar un proyecto a priori y tenía una idea vaga sobre abordar la espiritualidad, no asociada a la religión, sino como una vivencia más allá de lo material. Cuando llegué a Córdoba se vino abajo la imagen idealizada que tenía de la ciudad por lo que supone de mezcla de cultura y religiones. Y el planteamiento original acabó derivando en lo contrario, en el vacío, la angustia existencial que hay en una sociedad muy materialista en un momento de crisis. Cada una de las diez historias que aparecen las fui trabajando a partir de cosas que me han ocurrido o que me han contado muy apegadas a la realidad.


Su estancia en la Fundación en 2011 y 2012 le ha permitido trabajar en unas condiciones muy especiales...

Cuando convives con pintores, escritores y músicos tienes alguien con quien confrontar y debatir lo que haces. Esta es la vocación de la Fundación, la interrelación entre las distintas artes, que normalmente son compartimentos estancos. Me da pena que el mundo del cine sea muy endogámico, se habla mucho de la producción y no del arte cinematográfico. También he tenido la oportunidad de trabajar con otros plazos, con menos medios técnicos, que no son tan esenciales para conseguir un buen resultado profesional, pero con mucha más calma. Que Javier Aranda, por ejemplo, conviviera conmigo 15 días para preparar un personaje que son diez minutos en la pantalla es un lujo. Mi objetivo es seguir haciendo este tipo de filmes en los que se trabaje de una manera distinta.


¿Cuál va a ser a partir de ahora el recorrido de ‘Los inconvenientes de no ser Dios’?

Es un error intentar competir con las producciones norteamericanas en su mismo terreno, es por lo que muchos películas españolas mueren después de una semana en cartelera. Con la distribuidora estamos diseñando una estrategia de exhibición diferente, porque cada filme tiene que buscar su público y estoy seguro que esta cinta lo tiene, no súper reducido ni solo cinéfilo. No vamos a seguir el camino convencional de esperar un tiempo a que la seleccione un festival grande, sino que, paralelamente a enviarla a estos certámenes, intentaremos que la gente pueda verla ya.


No le gusta la etiqueta de cine alternativo o independiente.

Parece que eso suponga cine raro o minoritario y es alternativo en tanto en cuanto no es lo que se ve en la mayoría de las salas, pero estoy convencido de que ese cine puede gustar a un público muy variado.


¿Cómo definiría entonces su trabajo?

Me gusta el cine que mira a la realidad más que el cine que mira al cine. Con el cine que se dedica a mirar a otras películas, a imitar y repetir esquemas, se va empobreciendo el lenguaje. Hace poco fui a un curso que da Víctor Erice y él dijo que la ficción y el documental son ramas de un mismo árbol que es el cine, imágenes que intentan conmover, emocionar y llegar al espectador. Tanto mis cortos como mis películas tienen un trasfondo documental, son muy cercanos a la realidad. El cine me sirve de excusa para pasar tiempo al lado de gente que considero extraordinaria y que me voy encontrando.


¿Qué referentes tiene?

Muchos y variados desde Fellini hasta Kiarostami, pasando por Abel Ferrara y Eric Rohmer. Aquí de España, gente como Jonás Trueba, que me encanta últimamente, Ángel de Rosales o Víctor Erice.


Aunque no es el caso de estas dos últimas obras, es usted también el compositor de muchas de las bandas sonoras de sus cortos, ¿cuál es su relación con la música?

De pequeño mi auténtica pasión era la música, con 6 años tocaba la guitarra igual que ahora y escuchaba a gente como Elvis y los Beatles. Estuve en bandas desde los 13 años hasta los 24, y con Rafa Domínguez, el exguitarrista de la banda de Bunbury, grabamos un disco como ‘Ciudad Frontera’. Era muy natural que hiciera la música de mis cortos. Cuando intentaba trabajar con alguien estaba continuamente dándole indicaciones y resultaba absurdo. Ahora me es imposible estar vinculado a un grupo porque no paro en ningún sitio. En los últimos dos meses habré estado en Zaragoza 15 días y no seguidos.


¿Ya tiene en marcha su segundo largometraje?

No se puede contar mucho todavía. Estoy recabando información sobre la vida de una persona de Aragón muy famosa. Tenemos el contrato de derechos biográficos y llevo cuatro meses entrevistando a personas de su entorno más próximo y a principios de enero me voy a Argentina para continuar con el proceso de documentación. Es un largo de ficción sobre una historia familiar inventada a partir de un personaje real de aquí, pero su vocación es la universalidad. Igual que en ‘Os meninos do rio’, donde hemos hecho algo que se ha visto en todos los continentes partiendo de una pequeña historia de un barrio de Oporto.

ENGANCHADO POR TIM BURTON
Javier Macipe Costa (Zaragoza, 1987) se enganchó al cine de crío de la mano de Tim Burton y películas como ‘Eduardo Manostijeras’, que veía con su hermana mayor. Estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en 2010, y se especializó en dirección de actores en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños en Cuba. Desde 2003 ha firmado ocho cortos de ficción, dos largos documentales, tres cortos también documentales y su primer largo. Lleva entre manos dos documentales: dar continuidad a las vivencias en Angola del obispo Gonzalo López Marañón e inmortalizar la evolución del pintor malagueño Ignacio Estudio.