El campus no tiene ni para bombillas

El Rectorado da orden a los centros de que no autoricen ningún gasto de mantenimiento por pequeño que sea salvo que este suponga un riesgo para la salud.

Muebles reciclados. El campus lleva varios cursos gestionando sus edificios con un presupuesto de mínimos. En enero, por ejemplo, estrenó la Facultad de Educación con pupitres rescatados de un trastero de Huesca.
El campus no tiene ni para bombillas
Guillermo Mestre

Más de 31 millones acumulados de deuda a largo plazo, un requerimiento de 53 millones a la DGA, un nuevo crédito de 5 millones para pagar las nóminas... Los números que envuelven el conflicto de la financiación universitaria pueden sonar grandes y lejanos a los alumnos que acuden a clase a diario y también a las familias que han confiado la educación de sus hijos a la institución académica aragonesa. Pero a pie de aula, los efectos se vuelven enseguida tangibles. A día de hoy, no se pueden cambiar las persianas estropeadas y tampoco reparar los proyectores averiados. Además, los estudiantes tienen que seguir usando los pupitres que se han roto y ni siquiera hay fondos para cambiarlos fluorescentes de las clases o los pasillos, según reconocen en el Rectorado.


La falta de recursos apaga literalmente la Universidad de Zaragoza. Y la razón se encuentra en que el Gobierno de Aragón ha dejado al campus sin partida presupuestaria para obras.

Dicho de otra manera, en 2015 no habrá ni un euro para mantener los edificios del campus. "Llueve sobre mojado", recalcan en el Rectorado, puesto que las instalaciones llevan varios años en blanco, con una inversión mínima.


Esto ha obligado al adjunto al rector para Infraestructuras, Joaquín Royo, a enviar una carta a todos los decanos para pedirles que no autoricen ningún parte de mantenimiento salvo que se trate de un arreglo para cumplir la normativa o que se haga porque existe un riesgo para la salud.


Excepto estos casos, quedan parados hasta nuevo aviso el resto de trabajos. "No hay dinero, es el segundo año sin partida para obras y estamos al límite", insisten en el Rectorado. Y así seguirán un ejercicio más si la DGA no modifica las cuentas de la Comunidad.


El papel de los decanos no será sencillo. Sobre todo en el caso de aquellos que están al frente de centros con edificios de medio siglo de antigüedad que acusan el paso de los años y la falta de un plan de rehabilitación. El ejemplo más claro es Filosofía y Letras, donde este pasado fin de semana volvió a caer una placa del techo en la sala de lectura. Pero también hay deficiencias en Veterinaria, Medicina, Economía y Empresa... Y ni siquiera se libran los centros de reciente inauguración. Es el caso de la Facultad de Educación que en enero -con un año de retraso- acogió a sus primeros alumnos gracias a los pupitres que rescató de un almacén de la capital altoaragonesa y que en tiempos fueron los pupitres de la Escuela de Empresariales. A día de hoy, sigue sin estar equipada por completo y no se ha podido terminar la mudanza desde la antigua facultad (sita en la avenida de San Juan Bosco).


Ante esta situación, el rector, Manuel López, mantiene su pulso con la DGA con un requerimiento por el que le exige 53 millones de euros, que debería haber recibido si se hubiera aplicado el pacto de financiación de 2011. Pero deja también las puertas abiertas a un diálogo con la presidenta Luisa Fernanda Rudi que parece que no llega.