El 70% de las alojamientos rurales en Aragón están regentados por mujeres

La Comunidad Autónoma cuenta con más de 1.300 alojamientos de turismo rural.

Belén Arcos puso en marcha la Abadía de Siétamo hace seis años.
El 70% de las alojamientos rurales en Aragón están regentados por mujeres
Mercedes Navarro

En Aragón hay censados más de 1.300 alojamientos de turismo rural, de los que el 70% están regentados por mujeres. En los años 90, la mujeres de las Comarcas oscenses del Sobrarbe y Ribagorza empezaron a romper moldes con el primer plan de Turismo Verde y, desde entonces su activad no ha cesado. “Un cura que había visto lo bien que funcionaban este tipo de casas en Francia les contó la experiencia a una decena de mujeres de Guayente que acabaron formando la Asociación de Turismo Rural (TURAL)”, explica Macu Hervás, miembro del Grupo de Investigación del Departamento de Geografía de la Universidad de Zaragoza, GEDETUZ, y quien ha estudiado de cerca este fenómeno que constituye el hilo conductor de sus tesis doctoral. “Gran parte del patrimonio aragonés se mantiene en pie gracias a ellas. Han recuperado antiguas escuelas, molinos, casa emblemáticas y de ellas han sacado un auténtico turismo rural de calidad”, añade la experta.


En los últimos años, la gestión de alojamientos rurales es una de las actividades que más ha crecido en la comunidad autónoma, en gran medida, como alternativa a la pérdida de empleo en otros sectores productivos que especialmente ha incidido en el colectivo femenino rural, y como suplemento económico a las explotaciones agrícolas familiares. “Son mujeres muy formadas, manejan las nuevas tecnologías, la mayoría de ellas ha pasado por la Universidad y una gran parte también ha vivido en la ciudad. Sin embargo, han tenido la capacidad de elegir y libremente, han decidido hacer su vida en el pueblo”, apunta Hervás.De Lisboa o Lyon, a la Abadía de Siétamo

Belén Arcos abrió la Abadía de Siétamo, a los pies de la Sierra de Guara, hace ya seis años. Casi por casualidad, pero hoy su vida no se entendería sin este negocio que le ha devuelto hasta el pueblo donde su marido compró una casa años. Tiene 47 años y es química, pero su vida laboral ha estado más vinculada al marketing internacional y al desarrollo municipal. Ha vivido en Lisboa, en Lyon o en Zaragoza. Sin embargo, hace unos años, su marido y ella decidieron rehabilitar un hogar muy querido por los habitantes de esta localidad con la intención de darle una segunda oportunidad. “En la Guerra Civil aquí hubo mucho actividad y la iglesia fue derruida. Durante este tiempo y en los años de la posguerra, en esta casa vivía el cura y se daba misa y catequesis”, explica Belén. “La empezamos a rehabilitar con la intención de venderla para que alguien la pusiera en marcha, pero de manera casi accidental acabamos gestionándola nosotros”, recuerda.


Hasta entonces, Belén nunca había tenido relación alguna con la hostelería. En la zona tampoco había nada parecido y ha llegado a crear hasta cinco puestos de trabajo en una localidad de 350 habitantes. Pero para llegar hasta aquí, se ha estado formando a través de numerosos cursos y asegura que, aunque le cueste, seguirá haciéndolo mientras pueda. “La experiencia es dura, pero el trabajo es muy gratificante”, reconoce esta emprendedora. “Creo que las mujeres estamos desempeñando un papel muy importante en el empuje de la población rural porque tenemos una gran capacidad de adaptación, más si cabe cuando las cosas no van del todo bien”, asevera.


Un 30% de las mujeres aragonesas, alrededor de 200.000, viven actualmente en el medio rural. Y como Belén, cada vez son más la mujeres que se están animando a emprender y a montar su vida en el pueblo.