La crisis del lindano cumple un mes con 5 pueblos sin agua y sin fecha para recuperarla

Salud Pública analiza las muestras tomadas el jueves en esas localidades para ver si pueden volver a beber.
La CHE insiste en que la contaminación se debe a las escorrentías en Bailín, pero Medio Ambiente sigue sin confirmar la causa

Cinco municipios que se abastecen del río Gállego siguen sin poder beber del grifo un mes después de que el Gobierno de Aragón detectara que su agua de boca contiene niveles de lindano superiores a lo permitido. Los vecinos de Villanueva pudieron volver a la normalidad el 13 de octubre. Por contra, los de Ardisa, Santa Eulalia, Piedratajada, Marracos y Biscarrués continúan sin suministro y tampoco tienen fecha segura para recuperarlo.


Salud Pública tomó muestras de agua en esas localidades el pasado jueves y las está analizando para comprobar si los filtros de carbono instalados en todas ellas han funcionado y han logrado reducir las concentraciones de lindano –en un primer intento, solo fueron efectivos los dispositivos colocados en Villanueva de Gállego, lo que obligó a hacer reajustes y ensayos en los demás–. La DGA espera que los resultados de esas analíticas puedan conocerse incluso este mismo fin de semana y que sean positivos, lo que permitiría que los afectados puedan volver a beber del grifo.


Aunque la contaminación de los abastecimientos se conoció hace ahora un mes, en realidad la crisis del lindano comenzó a gestarse a principios de julio. Sin embargo, y a pesar de que las obras en el vertedero de Bailín obligaban a extremar las precauciones, una sucesión de errores y despropósitos provocaron que el problema no se detectara hasta mediados de septiembre y que al menos tres municipios bebieran agua con niveles excesivos de lindano durante 90 días sin que nadie diera la alarma.


El traslado de los residuos de Bailín a una celda de seguridad comenzó en mayo. Sin embargo, fue a principios de julio cuando los niveles de lindano empezaron a dispararse en el Gállego. El Departamento de Medio Ambiente lo detectó a través de los análisis que realiza a diario en el río aguas abajo del vertedero, pero ni entonces ni en las semanas posteriores consideró necesario avisar a Salud Pública y a la Confederación a pesar de que la presencia de este insecticida llegó a ser 380 veces superior a la que había inicialmente.


Al silencio de Medio Ambiente se le unió un problema en el laboratorio de Salud Pública que hizo que sus responsables pidieran a la CHE que se encargara de analizar las muestras de agua de boca durante el mes de agosto. El organismo de cuenca aceptó, pero asegura que nadie le avisó de que esas analíticas eran urgentes y que tampoco le reclamaron los resultados conforme fueron pasando los días –algo que el Departamento de Sanidad, que es el responsable último de controlar los abastecimientos, no ha desmentido–.


En cualquier caso, el resultado de esa falta de entendimiento fue que la Confederación no envió los resultados de los análisis del agua de boca hasta finales de septiembre. Para entonces, y tras pasar un mes con su laboratorio parado, Salud Pública ya había vuelto a hacer sus propias analíticas. Por eso el problema se destapó a mediados de ese mismo mes.


En cuanto a las causas de esta crisis, la CHE insiste en que los niveles de lindano del Gállego se han disparado por las escorrentías del vertedero de Bailín –cuando llueve, el agua arrastra el insecticida y acaba llegando al río con elevadas concentraciones de ese tóxico–. Los técnicos del organismo de cuenca se basan en los análisis realizados en el barranco al que desagua el vertedero, que han detectado concentraciones de lindano hasta 25 veces mayor de las autorizadas para las obras de traslado.


La CHE ya ha pedido a Medio Ambiente que tome medidas para evitar las escorrentías. Sin embargo, este departamento sigue sin confirmar si esa es la causa de la contaminación. La consejería de Modesto Lobón se limita a decir que una empresa externa continúa buscando el foco que provoca esas altas concentraciones de lindano. Sea cual sea el origen, parece seguro que estará vinculado a los trabajos realizados en Bailín, por lo que la responsabilidad volvería a recaer en Medio Ambiente –que es quien debía garantizar que el traslado fuera inocuo para el río–.