​¿De dónde viene la carne que comemos?

En diciembre un nuevo reglamento obligará a indicar el origen de la carne fresca.

El sellado de la carne no es garantía de que salga más jugosa
​¿De dónde viene la carne que comemos?

La Organización Europea de Consumidores (BEUC), de la que es miembro la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), ha puesto en marcha la campaña ‘¿Podemos confiar en nuestra carne?’, una iniciativa que pretende concienciar sobre la importancia de la transparencia y la veracidad en el etiquetado de los productos cárnicos. “Escándalos como el de la carne de caballo en hamburguesas de ternera demuestran que el fraude alimentario existe”, dicen en la OCU, que instan a los ciudadanos a “enterarse de lo que comen”.


Según la entidad de consumidores europea diversos estudios, entre ellos los elaborados por la Unión Europea, ponen de manifiesto que “el 90% de los consumidores quiere saber de dónde viene su carne”. Una realidad que llevó a los estados miembros a aprobar el nuevo Reglamento 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, que entrará en vigor el próximo mes de diciembre, y que consolida y actualiza dos campos de la legislación en materia de etiquetado: el del etiquetado general de los productos alimenticios, regulado por la directiva 2000/13/CE, y el del etiquetado nutricional, objetivo de la directiva 90/496/CEE. El Reglamento se aprobó en diciembre de 2011 y se ha dado este tiempo para que las empresas se adapten a las nuevas exigencias.


El propósito de este reglamento es alcanzar mayores cotas de seguridad alimentaria y garantizar el derecho a la información de los consumidores, por lo que incluye novedades referentes a cuestiones como la información nutricional o la presencia de alérgenos en los productos.


Entre los puntos más relevantes se encuentra el artículo 26, que se refiere a la extensión de la obligatoriedad de indicar el país de origen en el etiquetado, y que hasta ahora solo era obligatorio para la carne fresca de vacuno, frutas, verduras, miel y aceite de oliva. A partir de ahora también lo será para la carne fresca de cerdo, ovino, caprino y aves de corral.Campaña de concienciación

Pero esta normativa no parece suficiente para el BEUC, puesto que “no se aplica a la carne en los alimentos procesados, como la lasaña o los nuggets”.


Para concienciar sobre esta cuestión se ha iniciado una campaña informativa y de divulgación con el objetivo de “conseguir que las etiquetas informen sobre el origen de las carnes incluidas en productos procesados como hamburguesas, las salchichas o los nuggets de pollo”, por lo que han lanzado a las redes sociales el hashtag #MeatOrigin con la mención @consumidores, en la que se puede informar de malas y buenas prácticas en el sector.


“El etiquetado obligatorio del origen no es la única solución para combatir el fraude, pero sí que puede contribuir a hacer la cadena alimentaria más trasparente”, dicen desde el BEUC. “En la tercera parte de nuestra campaña vamos a enseñar a los consumidores a prestar más atención a las etiquetas de los alimentos. Algunas etiquetas presentan un producto de mejor calidad de lo que es realmente”, explican.Futura normativa

Por su parte, desde la Asociación de Industrias de Alimentación de Aragón, “se entiende la preocupación de los consumidores, más teniendo en cuenta casos como el escándalo de la carne de caballo”, dice su gerente, José Ignacio Domingo, quien explica que la futura normativa es un reglamento consensuado entre todos los países europeos.


“Desde el sector se están haciendo muchos esfuerzos en asegurar la calidad y seguridad alimentaria y la trazabilidad (de dónde viene la carne y qué pasos ha seguido)”, apunta Domingo, quien subraya que “hay que valorar esas cuestiones, teniendo en cuenta que cada paso que se da es un coste en la producción”, además de que “en algún caso es dificultoso poder detallar todo el proceso o la información necesaria en el etiquetado”.