Pilar Usieto: "Me gusta todo de Huesca, es el cariño que cada uno le tiene a lo suyo"

Pilar Usieto lleva Huesca metida en la sangre. Esta ciudad la vio crecer, sufrir, enamorarse y envejecer.

Pilar Usieto
Pilar Usieto: "Me gusta todo de Huesca, es el cariño que cada uno le tiene a lo suyo"

A Pilar (Huesca, 1928) ya se le escapan algunos detalles y fechas de su vida pero la pérdida de memoria ha mantenido intacto un cariño y una devoción inmensa por su tierra, la ciudad de Huesca.


En estas calles, Pilar aprendió a dar sus primeros pasos. Ella, junto a sus cinco hermanos, vivía en la calle Desengaño. Además de hacer muñecas de trapo, Pilar se atrevía con otros juegos: "Las mulas tiraban del trillo y nos encantaba subirnos encima", recuerda con cariño.


Entre sus calles también conoció lo horrible de la guerra. "Cuando sonaban las alarmas todos corríamos a refugiarnos en el seminario. Y un día de junio del 37 la bomba cayó sobre el seminario. Allí murió mi madre". Pilar recuerda con un dolor terrible ese momento de su vida. "A partir de ahí me tuve que dedicar a ayudar a mi padre en las labores de casa. Él se quedó solo con cinco hijos".


En las fuentes y en los parques de la capital oscense disfrutó de joven con sus amigas. " Los domingos nos íbamos todas las amigas a pasear por la plaza Zaragoza, el Coso, el centro o nos íbamos a merendar a la fuente. También solíamos ir al parque de deportes o al Cine Avenida". Aunque a Pilar siempre le ha gustado más cantar copla, para San Lorenzo no podía resistirse al baile.


Para Pilar, Huesca es parte de ella misma, de su historia y en esta ciudad guarda magníficos recuerdos. "Para San jorge, subíamos a la ermita en el cerro con longanizas y tortillas de patatas. Además iba un grupo a cantar y a bailar jotas".

Huesca la vio enamorarse. "Con 17 comencé a festejar y con 20 me casé". Y también la ha visto ejercer de modista. "Fui a un taller a aprender y lo hacía muy bien aunque no me daba para ganar mucho dinero".


Para Pilar no hay en el mundo entero un lugar mejor. "A mí me gusta todo de Huesca, es el cariño que cada uno le tiene a lo suyo", explica orgullosa. Una mujer que, a pesar de llevar dos años viviendo en una residencia de Zaragoza, no olvida dónde está su sitio.