Soldado
En el andén de la pequeña y vieja estación escucho los primeros ecos de los tambores.
A mi mente llegan imágenes ya casi olvidadas de mi niñez.
Recuerdo a mi madre sujetando mi mano como solo ella sabía hacer, y recorrer las calles del pueblo embriagándonos con el olor del incienso.
Guardábamos un silencio casi sepulcral, solo se atrevían a romperlo los encapuchados y sus grandes tambores,en los que gravaban su devoción con sangre.
-"Mirad el abuelo, ya se ha vuelto a quedar empanado, cada día esta peor".
No digo nada,apenas una mirada de reojo, no se vayan a enfadar, no saben que los surcos de mis arrugas son las trincheras en las que este viejo soldado ha defendido más de una batalla, pero estoy cansado y no quiero más guerras, así que callo y vuelvo a mis recuerdos.
Alguien vuelve a sujetar mi temblorosa mano como lo hacia mi madre.
-¿Abuelo, me llevas a la procesión?
En ese instante vuelvo a sentir fuerzas para seguir luchando.