Cuatro farmacias rurales han cerrado y 62 no son rentables

Las boticas del medio rural aragonés viven un periodo convulso. La despoblación, el retraso en el pago de los medicamentos subvencionados y los recortes las han colocado en la cuerda floja de la rentabilidad.

Imagen de archivo de una farmacia.
Las farmacias aragonesas ultiman el salto a la venta por internet
Archivo

Las farmacias rurales constituyen el único punto sanitario de referencia diaria con el que cuentan la mayoría de los pequeños municipios aragoneses. Sin embargo, fruto del periodo convulso que viven, afrontan con incertidumbre su capacidad de supervivencia a corto y medio plazo. Los recortes, los retrasos en los pagos y las nuevas medidas están haciendo mella en ellas y los farmacéuticos aseguran sentirse "con el agua al cuello".


Durante el último año, 4 farmacias rurales como la de Castejón de Valdejasa o Fuentes de Jiloca han echado el cierre por falta de rentabilidad económica y, actualmente, 62 tienen una Viabilidad Económica Comprometida (VEC) y sobreviven gracias a la compensación económica institucional que reciben. En su caso, el margen comercial se corrige al alza para que consigan llegar a los 1.200 euros de facturación mínima. Según el Colegio Oficial de Farmacéuticos, 26 boticas con este problema se encuentran en la provincia de Zaragoza, 17 en Huesca y 19 en Teruel. El año pasado se encontraban en esta situación 4 más, las mismas que han echado cerrado.


El intenso proceso de despoblación, el envejecimiento, la falta de financiación y el copago son los principales problemas que los farmacéuticos achacan a la "asfixiante" situación que atraviesan, especialmente, en el medio rural. Asimismo, los farmacéuticos señalan los bajos precios de los medicamentos y el nulo éxito de los productos de parafarmacia ?los únicos donde tienen libertad de oferta- entre la población mayor, como otros de los factores más importantes para alcanzar la rentabilidad. Según los datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, la farmacia aragonesa ha facturado un 30% menos durante los dos últimos años.

"Un mes de retraso equivale a diez meses de nuestro salario"

Uno de los factores que según el colectivo ha situado a las farmacias rurales en la cuerda floja de la rentabilidad es el mes de retraso con el que el Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón paga los medicamentos subvencionados desde septiembre del 2012. "Queremos que nos paguen lo que nos deben, nosotros no podemos financiar la Sanidad del Gobierno de Aragón", critica el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Teruel, Ángel Resa, quien también regenta desde hace 22 años una botica en Bello ?donde no llegan a los 200 habitantes- y gestiona los botiquines de Torralba de los Sisones, Odón y Tornos. "Prometieron que lo resolverían en el primer trimestre del 2013 y a estas alturas seguimos igual", añade Resa. "Un mes de retraso equivale a diez meses de nuestro salario", espeta el presidente.


Desde el colectivo de farmacéuticos turolense ven el futuro "muy negro". "Esto solo se solucionaría poniendo 1.000 habitantes más en cada municipio, pero eso no va a ocurrir. En muchos pueblos somos el único profesional que vive a diario en el pueblo, ya no queda ni los maestros ni el cura", apunta Resa, quien recuerda los tiempos de bonanza y la vida que había en Bello cuando abrió su farmacia en Bello. "Ahora solo nos queda resistir como sea, porque ¿A dónde vamos a ir a estas alturas la gente de mi edad?", lamenta. "La única suerte que tenemos es que muchos ya tenemos pagada la botica", matiza.

"La receta electrónica nos ha salido cara"

Rosa Morillo regenta la farmacia de Alcalá de Ebro desde hace 14 años. Es vocal del área de farmacias rurales del Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza y asegura que si la situación sigue así, el 50% de las boticas rurales agonizarán definitivamente a corto plazo. "Estamos al límite", asevera. "No podemos facturar lo mismo que las grandes farmacias, no hay oferta,tenemos que hacer frente al pago previo de los medicamentos subvencionados e incluso pedir préstamos para hacer frente a él. Esto, en los pueblos de menos de 500 habitantes es inasumible", critica.


Por otra parte, la llegada de la receta electrónica ha mejorado el servicio aunque también ha supuesto una nueva inversión. "Hemos tenido que cambiar los equipos invirtiendo un mínimo de 2.000 euros que tendremos que volver a invertir dentro de 4 años y, bajo mi punto de vista, no era algo necesario con el flujo de trabajo que manejamos", apunta. Además, se queja del elevado precio de la Red que necesita el sistema para funcionar y por el que paga una media de 120 euros al mes cuando antes pasaba con 30. "Al final, la receta electrónica nos ha salido cara", afirma.


A pesar de ello, Morillo no reniega a su servicio en la localidad. Asegura que aunque el coste sea alto, el trato directo con los pacientes y sentirse útil para ellos le compensa. "A veces, cuando están enfermos, vienen directamente a la farmacia en busca de ayuda porque el médico no está y desde aquí he mando en ambulancia a vecinos en innumerables ocasiones", relata. "También vienen a que les revise una factura de la luz o buscar solución a alguno de sus problemas. Las personas de 80 o 90 años con los que tratamos saben que aquí hay un profesional que seguro les va a atender", cuenta la farmacéutica. "Además, son un cliente más agradecido, más cercano y conoces toda su trayectoria. Yo no los cambiaría", concluye.