Aragón

Los nuevos destinos de los emigrantes aragoneses

Más de 1.600 aragoneses han hecho las maletas en el último año. En el horizonte emergen nuevos destinos en Latinoamérica y Asia.

El zaragozano Javier Ferrández vive y trabaja en China
El zaragozano Javier Ferrández vive y trabaja en China

Uno a uno, miles de aragoneses han abandonado su casa durante la crisis. El mero hecho de su marcha, de la fuga de cerebros y de mano de obra más que cualificada ya ha dejado de sorprender. No en vano, más de 1.600 ciudadanos nacidos en Aragón han dejado la Comunidad sólo en el último año y ya son casi 10.000 los que lo han hecho a lo largo de la crisis. Así se desprende de los últimos datos publicados por el censo electoral de españoles residentes en el extranjero (CERA). En él se observa un incremento constante de ciudadanos aragoneses que se instalan en países como Alemania, Inglaterra o Francia... pero también en nuevos destinos hasta ahora poco frecuentes, como Asia o determinados países de Sudamérica.


Algunos países al sur de Estados Unidos están experimentando flujos migratorios muy llamativos. Ecuador, hasta hace apenas unos años uno de los principales 'proveedores' de trabajadores en las construcciones de toda España, acoge en estos momentos a 488 ciudadanos nacidos en Aragón. Venezuela cuenta con 1.796 y Chile con 1.181.


Son solo tres ejemplos. Diferente es el caso de Brasil, donde ya hay 1.614 aragoneses. A pesar de que en el estado carioca se habla un idioma desconocido para la inmensa mayoría de españoles, el despegue económico del país y la próxima organización del Mundial de fútbol y de los Juegos Olímpicos hacen que muchos profesionales con un perfil técnico -arquitectos, ingenieros, aparejadores...- así como licenciados en carreras económicas y trabajadores no cualificados se hayan desplazado a las principales ciudades de este país emergente.


Otro 'rincón' del globo terráqueo que ha empezado a recibir emigrantes es Asia. De manera más residual, claro está, ya que el idioma funciona como una muralla inexpugnable para los menos atrevidos. China, con casi un centenar de aragoneses, encabeza la lista. Por el resto del continente (Filipinas, Tailanda, Vietnam...) se distribuyen otro buen puñado de aventureros.


En el gigante asiático vive, desde hace dos años, Javier Ferrández, un joven periodista zaragozano que ha dado un pequeño giro a su carrera para ganarse la vida. Actualmente trabaja en la ciudad de Shenzhen, en el sur del país, como creativo publicitario para una conocida multinacional del sector de la telefonía. Antes residió en la vecina Guangzhou, donde aprovechó una beca en la Cámara de Comercio española.


Su estancia en China no tiene pinta de concluir a corto plazo. "Es difícil decidir ahora mismo sobre el futuro, pero tal como está la cosa no parece sencillo que vuelva a Zaragoza dentro de poco tiempo. Aquí estoy a gusto, pero de todos modos me encantaría volver a España a corto o medio plazo. Esperemos que la cosa se arregle y pueda ser así".


En el trabajo, lógicamente, está la llave para conseguirlo. "Por la experiencia profesional que tenía, no creo que hubiese podido encontrar algo así en España, donde el sueldo de la mayoría de las ofertas no te permite tener una vida independiente de tus padres. Además es difícil encontrar un entorno de trabajo internacional, que es en el que ahora me muevo. En España estamos todavía demasiado cerrados al exterior", añade Javier.


"Basta un vistazo a las principales ciudades chinas para observar que aquí el sector de la construcción no ha tocado techo. Siempre hay alguna gran obra en marcha. Las obras funcionan 24 horas al día los siete días de la semana. De un año a otro te encuentras lugares que han experimentado un cambio radical", indica el zaragozano. "Este área y el comercio internacional son dos de las que más profesionales extranjeros atraen en este momento", concluye.


Viajes de ida... ¿y vuelta?


Labrarse un futuro en otro país no siempre es sencillo. Hace falta, además de preparación y predisposición, una pizca de fortuna. En busca de su oportunidad se encuentra Laura Suárez, una joven turolense que el mes pasado tomó un vuelo a Toronto. Como ella, otros 372 aragoneses residen en Canadá, un destino en el que antes de la crisis era complicado encontrar a alguno. Laura acudió al país norteamericano tras conseguir una 'Working Holiday Program visa', un documento que permite vivir en Canadá durante un año y que puede prolongarse si al acabar este período se ha encontrado un puesto de trabajo.


"De momento -explica esta joven- no he encontrado un trabajo cualificado, todos los españoles que ya llevan aquí un tiempo explican que lo más importante es el 'networking', es decir, conocer a gente y suplicarles trabajo. Si encuentro una buena oportunidad laboral, no me importaría quedarme aquí unos años. De lo contrario volveré a España cuando concluya el permiso de trabajo. De momento trabajo de recepcionista los fines de semana en un hostal y a cambio me dan el alojamiento gratis. Es un trabajo fácil que me ahorra el gasto principal en esta ciudad, el alojamiento. En la zona donde yo vivo rondaría los 650 ó 750 dólares", señala.


El adecuado manejo del idioma, como en muchos otros países, resulta fundamental. "Aunque en Canadá hay muchas ofertas de trabajo, no es fácil acceder a puestos cualificados y es imprescindible tener buen nivel de inglés para hacer algo más que lavar platos o cuidar niños. Lo que está claro es que quienes estudian ramas científicas lo tienen más sencillo. Los ingenieros lo tienen mucho más fácil, desde luego. Además, aquí está todo muy enfocado al 'business', las carreras de letras… tienen escasas posibilidades", concluye esta periodista.


Los destinos clásicos se masifican


Algunos países no han necesitado una crisis para experimentar un fuerte desembarco de españoles que deciden pasar una temporada fuera de casa. Ocurría en Reino Unido, donde muchos aragoneses buscaban perfeccionar su inglés. Ahora se procura, además, encontrar un trabajo. Más de 1.200 tienen su residencia fija en las islas (sin contar Irlanda). Francia ya cuenta con más de 6.600 y Alemania con casi 1.700.


Una de las últimas aterrizadas en Inglaterra es Irene Borderas, una química zaragozana contratada por la Universidad de Sussex, en Brigthon. En sus laboratorios lleva a cabo investigaciones sobre compuestos mientras realiza su doctorado. Una oportunidad que agradece, pero que le hubiera gustado tener en casa. "A todo el mundo le gusta trabajar de lo suyo y en España, desgraciadamente, apenas hay oportunidades en el campo de la investigación. Los presupuestos en este área cada vez son más bajos".


Como ella, muchos investigadores han hecho las maletas tras ver cómo su país no reconoce sus conocimientos y aptitudes. "No es nada raro encontrarte con un investigador español en Inglaterra o en el resto de Europa. Las condiciones no son siempre las mejores, pero vale la pena a cambio de poder dedicarte a aquello para lo que te has formado", lamenta.