Juntos en la luna

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Hacía meses que recibí entusiasmada la noticia de tu llegada. Me mantuviste informada de tu viaje por caminos de agua y penumbra.


Esta noche intuía tu presencia cerca, muy cerca de mí, de forma intensa.


El plenilunio se intuía en el oval de mi tripa y caí en un profundo sueño. San Jorge luchaba contra un enorme Dragón. Su lanza laceraba la piel rugosa del saurio alado. El calor era insoportable y sentía los pinchazos del acero sobre la bestia como si fueran en mi propia carne.


Brotaba el frenesí de tu fuerza en el interior de mi vientre. Abrí los ojos, sobresaltada, y vi tu cara ensangrentada entre mis piernas. Desperté en la planta siete del hospital materno infantil y estabas a mi lado, pequeño y frágil, anhelando mi contacto protector. Fueron horas intensas mas ya nadie violentaría nuestra intimidad. Naciste un día de marzo.


Rodeada de goteros, a través de la ventana, veía la luna y desde el balcón de mi miopía, traspasando una lágrima, se mostraba llena y esplendorosa. Tú, entre mis brazos, diminuto muñeco con alma, me mirabas desde tus grandes ojos abiertos saludando a la lluvia argenta de mis pupilas. Desde ese momento íbamos a estar, irremediablemente, juntos en la luna.

Elisa Múgica San Emeterio