El dragón de mi infancia
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Siempre me he preguntado por qué los niños son los únicos que sueñan con volar.
Yo cuando era pequeño me agarraba fuertemente a la almohada y soñando que era un dragón me llevaba en su lomo volando, volando... hasta que al final me dormía.
Yo mezclaba realidad y sueño, y pensaba si realmente existió el Dragón de San Jorge, de quien tantas veces había oído hablar y era él quien me trasportaba por el cielo de Aragón enseñándome las verdes montañas, pueblos llenos de gente y rincones donde nunca había llegado nadie.
Ahora de mayor cuando duermo vuelo en paracaídas.
Ya no existen dragones y el aire me lleva, y me zarandea, y me voltea, y me arrastra, pero nunca sé si cuando voy a despertar he llegado ya al suelo o me estoy acercando a él cuando miro hacia abajo.
En mis sueños ya no descubro bellos y verdes rincones en Aragón, y lo único que veo son tierras secas y piedras marrones.
El aire sopla en mi cara.
Hace tiempo que dejé de soñar que volaba. Me dijeron que ya no existían dragones y entonces dejé de soñar.
Cuando se fue el Dragón se fueron los bonitos sueños.