EN RUTA

En la cresta de la ola

Los 'clientes del viento' se han convertido, haciendo justicia a su nombre, en una bocanada de aire fresco para los municipios del entorno de La Loteta. El embalse es el nuevo paraíso de los amantes del 'kitesurf' y la imagen de los neoprenos secándose al sol en los balcones de los hoteles de la N-232 comienza a ser habitual.

La tabla es complementaria. El 'look' de rubia melena, fundamental.
En la cresta de la ola

Cuando hace cosa de diez años comenzaron a surgir tiendas de surferos en Zaragoza, más de un lugareño se echaba las manos a la cabeza. "¿Y dónde pretenden coger olas? ¿En Los Monegros?", decían entre somardas y cenizos. Lo cierto es que muchos de estos comercios han sobrevivido gracias a las tendencias urbanas -patinadores, hip hoperos o, simplemente, modernos- pero también los hay que no han dejado de suministrar material de surf para los no pocos aficionados forasteros o de secano.


"Los aragoneses, riojanos o navarros son bien conocidos en Tarifa y en Canarias", explica Carlos Gutiérrez, que 'sufrió' un destierro de 23 años en Fuerteventura pero ha conseguido volver a su tierra para ejercer de monitor titulado y montar la empresa La Loteta Sports. "Gracias al cierzo del valle del Ebro somos la envidia de los aficionados al 'windsurf' (con vela) y el 'kitesurf' (con cometa)", comenta Gutiérrez, confirmando el tirón de este deporte y la eclosión de una nueva clase de turista: 'los clientes del viento'. Un buen fin de semana de agosto pueden coincidir más de 300 personas en La Loteta, atraídas tanto por la calidad de las aguas del embalse -libre de obstáculos y de endiabladas corrientes de agua- como por el infalible e insobornable cierzo.


Dado que las bondades del pantano han corrido de boca en boca, en La Loteta tienen las listas para practicar 'kitesurf' cerradas hasta octubre. "Viene mucha gente de Navarra, Madrid y Barcelona", explican, evidenciando el éxito en los foros nacionales de este nuevo destino, cuyo 'alma pater' fue el sociólogo Mario Gaviria. Sin embargo, como asignatura pendiente señalan la promoción internacional: "Entre abril y septiembre pasan cerca de 300.000 turistas centroeuroperos, muchos de ellos con 'rulotte', camino de Tarifa. Si podemos conseguir que se detengan y hagan una parada en los alrededores de Gallur todos saldremos ganando", dice Gutiérrez, a quien cariñosamente se le conoce como 'el pelos del pantano'. Aunque la infraestructura aún está 'en mantillas' -«las instituciones son lentas"- sí hay muy buena disposición de la CHE, los ayuntamientos del entorno e, incluso, los bares y hoteles que ven en los surferos un modo de capear la crisis y se están adaptando a sus necesidades. "Son visitantes que suelen desayunar fuerte, hacen la comida por su cuenta y, por la noche, narran sus hazañas con quince o veinte cervezas", explican, al tiempo que van dando fin a las copiosas comidas que acostumbraban a despachar para los camioneros y transportistas.


Y de centro comercial...


Dicen que las gentes de interior son las que más sienten (o acaso escuchan) la llamada del mar y será por eso que los aragoneses, tozudos como somos, nos hemos 'desriñonado' buscando la ola perfecta en las playas de Salou, Peñíscola y Benidorm. Agua. Aunque en la Costa Dorada se despliegan ciertas escuelas de surf para no iniciados, en el Mediterráneo es más recomendable dedicarse a recoger conchas que enfundarse el neopreno. Es de perogrullo, pero sin olas no hay surf. Así, antes de descubrir la joya 'lotetera' a 44 kilómetros de Zaragoza, algunos aficionados emigraban al Cantábrico en busca de aguas más feroces o se acercaban a la Zurriola (San Sebastián) o a Zarauz, pequeño 'templo' de este deporte. Los aragoneses devuelven así las visitas que los guipuzcoanos acostumbran a hacer al Pirineo en invierno y se dejan caer también por la costa vizcaína donde hay rincones -Mundaca el más popular- en los que emular a Gisela Pulido, la ocho veces campeona del mundo (algo así como la CR-7 del surf), que ya ha visitado y elogiado Luceni, Pedrola, Boquiñeni...


Por cierto, que si aún así Gallur se antoja un destino demasiado lejano, los más comodones pueden esperar sentados un par de años a que entre en funcionamiento el lago navegable de 10.000 metros cuadrados proyectado en Puerto Venecia. Allí, se contará también con una zona que albergará la primera ola estática de surf de España. Dicen que se podrá practicar 'water balls' (sea lo que sea aquello) y que el simulador de surf -con ocho bombas capaces de propulsar 5.000 m3 de agua a una velocidad de 50 km/h- será lo más puntero de las instalaciones.


De momento, toca coger la N-232 y disfrutar de la fértil estadística en cierzo del valle del Ebro. Aunque este agosto está siendo algo más flojo, el año pasado, Eolo sopló con fuerza en 17 de los 31 días del mes. En la escuela de 'kite' de La Loteta han analizado los datos del viento en los últimos 30 años y han comprobado cómo el año que menos cierzo sopla hay unos 130 días de viento, y el año que más, unos 160. Este es exactamente el mismo registro que en Tarifa, así que los surferos tienen en Gallur un diamante en bruto que habrá que ir puliendo a golpe de rachas de viento.