NOCHE

¡Qué chévere!

Siguiendo la ruta inversa al almirante Cristóbal Colón, la salsa, la bachata y el merengue están mudando nuestra piel de toro. Los sones llegados del Caribe han invadido al Mediterráneo.

El Gran Café Zaragozano se viste de salsa
¡Qué chévere!

Si Antonio Machín y sus maracas resucitaran, igual hasta se echarían unas lagrimillas y todo. La España que escuchó sus boleros, la de la cartilla de racionamiento y del plan de desarrollo, apenas llegó a tararear las melodías por la radio. 'El manisero', 'Dos gardenias', 'Angelitos negros' constituyen un lejano retrato herciano de un tiempo, y una porción esencial del patrimonio musical y sentimental de nuestros abuelos. Traído de otros mares, pero casi como Antonio Molina, Juanito Valderrama o, más reciente, don Manuel Escobar. En el siglo XXI el percal es distinto. Los españoles hace mucho tiempo que no emigramos a Cuba. El flujo (todo el que deja el tirano) ya hace tiempo que tomó la dirección contraria. Y también llegaron ecuatorianos. Y colombianos. Y venezolanos. Todos han cruzado el charco en la ruta opuesta al cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias, Cristóbal Colón. Los emigrantes descubren un nuevo mundo, España; pero llegan acompañados de sus costumbres, de su cultura. La gastronomía también es cultura. Y, por supuesto, la música. Además de la indiscutible influencia de los medios de información, que en mínimos espacios temporales envían imágenes y decibelios de uno al otro lado del Océano Atlántico, ellos nos han trasladado sus ritmos. Y nosotros, los españoles, los hemos hecho propios a mucha más velocidad que el resto de los europeos.


En Zaragoza abundan los restaurantes de comida latina. Viandas, puntos de sabor, de color, traídos de allá hasta acá. Antojitos es un buen exponente si estás preñado de la influencia de esas tierras. Hay de todo en la mesa. Es uno de los más representativos, pero no él único. A los latinos les gustan las caraotas (judías) negras con arroz. En Cuba, al contraste cromático lo bautizaron como moros y cristianos. También les chiflan las arepas, tortas saladas de harina de maíz. Y el plátano. Pero no el plátano al que estamos acostumbrados el resto de los cristianos, el plátano de Canarias. Al plátano nuestro le llaman cambur. Su plátano lo denominan plátano macho, y les gusta saborearlo frito. En cuanto a carnes, mastican cerdo y pollo. En menor medida, ternera. El consumo de cordero apenas cabe considerarlo, pues es minoritario. La palabra ternasco la desconocían antes de llegar a Aragón. Igual que el lechazo de Aranda.


Rones y otros líquidos

Si de bebidas hablamos, a los latinos les encanta tomar cerveza. También, malta, que es dulce y sin alcohol. Los niños también toman malta. Los rones forman una parte esencial de su avituallamiento líquido. Los hay dominicanos (Brugal, Barceló...), venezolanos (Cacique, Pampero...), colombianos (Santero, viejo de Caldas...) y un largo etcétera, tanto como la caña brota en esas tierras. El mojito, la caipiriña y la margarita también merecen un subrayado.


Comer, beber, vivir... Bailar también forma parte de la pasión de vivir. Bailar mejora la frecuencia cardiaca, modera el nivel de colesterol, ayuda a alcanzar una correcta coordinación física. Si te acompaña la muchacha que uno desea, más aún si cabe. Puede ser (catira) rubia. Más formal, geba (novia). Más cariñoso, gebita (pues eso, novia también, pero dicho con más ternura). Todo es chévere (guay, chachi, genial) cuando tercia la música. Incluso las penas se evaporan cuando suena la melodía adecuada. La fiesta enfatiza las coordinadas que gobiernan la felicidad cotidiana. Comer, beber y bailar con más intensidad equivalen a fiesta, a vivir más y, si controlas, mejor.


Zaragoza ha absorbido todas estas corrientes de ultramar. Locales de largo recorrido en la ciudad, como Edison Studio o 976, ofrecen una atractiva apuesta por este segmento del ocio. Allí se puede escuchar a Óscar de León, el rey de la salsa. También, a Willy Chirino. Por supuesto, el merengue de Juan Luis Guerra. Y la bachata de Toque de Queda. Hay que destacar también a Olga Tañón, la merenguera dominicana. Y, por supuesto, a Ricky Martin, penetrador junto a Chayanne (precioso 'Y tú te vas') de estas tendencias en nuestro país. Y hay que citar a Tito Nieves, el Pavarotti de la salsa (en fondo y forma lo comparan con Luciano, el genio de Módena. Yo no digo nada a este respecto. Chitón). Y también a Elvis Crespo. Y no me perdonaría jamás concluir la nómina caribeña obviando a doña Celia Cruz.

 

Gurús latinos

Tropicco en la calle Fita, en el Parque Grande José Antonio Labordeta, en la carpa K-4 entre el puente de Las Fuentes y de Hierro también reflejan este ambiente. Pero la invasión latina no llega exclusivamente a bares de marcado carácter latino. Otros locales de tronío en Zaragoza centrados en otros segmentos también ofrecen en su amplio menú la salsa, la bachata y el merengue. El venezolano Carlos Chacón, gurú de la materia, reconocido maestro de baile, lo ha extendido por los espacios de ocio más refulgentes de nuestra ciudad. Y también su compatriota Wilmer. Sitios consolidados, como Los Porches en el paseo de la Independencia, dan cabida a esta tendencia. Otros rincones afamados, como el Fox de Alierta o el Gran Café Zaragozano, entre otros, ofrecen tardes y noches temáticas centradas en este aroma salsero. Si no tienen ni idea de bailar (como un servidor), se pueden ir a la barra a charlar con Yolanda. Merece la pena Yolanda, con y sin maracas... Juanma también puede orientarles en el Gran Café Zaragozano. El ex jugador del Barceloneta de waterpolo ya hace un tiempo que se salió de la piscina y se puso el albornoz. Juanma pisa desde hace tiempo la tierra zaragozana. Incluso le pega ahora a los ritmos caribeños. Si prefieren un café cuidadito, en la planta de arriba Aleksandra pone el azúcar preciso. «Soy dulce como el 'melao' / alegre como el tambor / llevo el ritmico 'tumbao' / llevo el ritmico 'tumbao' / que hace en el corazón». Era un pecado no citar a Celia Cruz. Tanto como ignorar esta apuesta nocturna que penetra hasta el tuétano de la noche zaragozana.