MODA

La hipnótica regresión de las alpargatas

Capital mundial de la alpargata. Tal título debería figurar en el escudo de Cervera del Río Alhma. En esta pequeña localidad riojana una docena de talleres artesanales exportan este tipo de calzado a más de 50 paises.

Ramón Pastor, en uno de sus talleres en Cervera del Río Alhama.
La hipnótica regresión de las alpargatas

Doña Letizia las lleva. Con enorme cuña y aire sofisticado, pero calza alpargatas al fin y al cabo. También Scarlett Johansson, Penélope Cruz y, si nos apuran, hasta el mismo emperador del Japón, adonde acostumbran a exportar 'cienes y cienes' de pares. «Ayer mandamos un envío a Canadá y ya tenemos preparado el de Israel», dice sin pestañear Ramón Pastor, en su pequeño taller de Cervera del Río Alhama. En esta localidad riojana, una docena de fábricas artesanales están consiguiendo el que sería el sueño de Doña Rogelia: que las alpargatas dominen el mundo. El mundo 'viejuno', pero también el de los modernos, porque los jóvenes más 'cool' se han rendido al calzado de sus abuelos, como también han hecho -en este caso por obra y gracia de la familia Castañer- las marcas de alta costura y las pasarelas de medio mundo.


La moda vuelve, pero el oficio se pierde. Solo en La Rioja sobrevive en algunos pueblos, de los que Cervera es su máximo exponente. Allí aún es posible ver la costumbrista escena de señoras mayores, en las calles o en las cuevas, cosiendo con una aguja de capellar los remontes, esto es, las costuras alrededor de la suela. Esta siempre es de cáñamo, esparto o yute y nos cuentan que ha de estar bien vulcanizada (cosa que nada tiene que ver con las fajas Vulcan de la teletienda).


Valga el de Ramón como botón de muestra de un negocio familiar -las 'ramoncinas' dan trabajo a ocho empleados- que durante el verano se convierte en un hervidero de encargos. «¡Llevo 40 años sin vacaciones!», comenta, al tiempo que destaca que «no hay calzado más fresco que la alpargata» y que, con estos calores, además, se evita la transpiración del 'pinrel'. Su único enemigo puede ser la lluvia (aún no existe la abarca impermeable), aunque -según dicen los propios artesanos- lo que más daño les está haciendo, sin duda, son «los chinos que todo lo copian». «Hay alpargatas de Cervera pero también de Taiwán, lo que es una 'jodienda' (con perdón) para el negocio», cuentan, al tiempo que, entre risas, dicen recelar de cualquier oriental que pasa por el pueblo aunque sea para disfrutar del maratón de fiestas de estos días...

Asequibles y con perlas

Fiestas y celebraciones que están en el propio origen de este calzado. De hecho, no son tan rurales como se piensa porque, siglos atrás, se lucían en los días señalados. Esta circunstancia se reedita hoy en día porque -según cuentan- «ahora se han puesto de moda los encargos para bodas: los novios se llevan cajas y cajas con decenas de alpargatas y, cuando en el baile las mujeres se hartan de los tacones, las reparten y regalan».


Otro aliado que les ha surgido en los últimos años -aunque este menos simpático y mucho más crudo- es el actual momento económico. No existe calzado más asequible que la alpargata (el precio de fábrica son unos 4 euros), aunque las grandes marcas se empecinen en contradecirnos cuando se lían a personalizar las alpargatas con cristales de Swarovski y otros delirios.


Por cierto, aunque hoy nos centremos en la producción riojana, en Aragón también hay buenos talleres que en nada desmerecen los de la comunidad vecina. En Illueca, como es sabido, la producción es incesante; afamada es la fibra de cáñamo de Calatayud y mención de honor en Zaragoza merece Casa Alfaro (San Lorenzo, 47), cuyo origen también está en Cervera, aunque desde 1980 se instaló en pleno corazón de la Magdalena.


Dicen las revistas de moda que las alpargatas son el 'must' de la temporada. No se nos ocurre expresión más cretina para referirse a algo que es imprescindible tener. Eso sí, confiemos en que los modernos no vayan a Cervera a pedirle un 'must' a la buena de la tía Segismunda porque igual les pregunta que si de café o de limón, o les saca una baraja y les echa un órdago a la grande...