Polillas esfinge, la perfección del vuelo

No todas las mariposas son frágiles insectos de vuelo etéreo. Al igual que existen aviones de diferentes tipos, la naturaleza, que siempre nos aventaja a la hora de inventar, lleva millones de años perfeccionando formas de volar que nos maravillan, y que superan con creces las prestaciones de cualquier máquina voladora. Uno de sus mejores logros son las polillas esfinge, que, con cerca de 1600 especies conocidas en todo el mundo, ostentan el record de velocidad y maniobrabilidad entre los lepidópteros. Son los ?cazas? de las mariposas, aunque su misión es totalmente pacífica: la de polinizar flores de profundos cálices a los que otros insectos no llegan.

Sphinx ligustri
Sphinx ligustri
E. MURRIA

Las polillas esfinge, así llamadas en castellano por la hierática postura que adoptan sus orugas e imagos durante el reposo, se reparten fundamentalmente por las franjas cálidas del planeta, aunque también hay un buen número de especies en las zonas templadas, e incluso con una distribución que alcanza tierras circumpolares.


En Europa occidental, incluyendo Canarias y las Azores, se han citado hasta ahora 33 especies, de las cuales 24 se conocen de la Península Ibérica, aunque tres de ellas (Dahpnis nerii, Hippotion osiris y Polyctichus trisecta) son migradoras subtropicales que alcanzan raramente territorio peninsular.


En Aragón se han registrado 18 especies de esfíngidos, de las que tres son raras en nuestro territorio, y el resto relativamente comunes en casi cualquier hábitat. Entre las primeras se encuentra la especie catalogada como 'De Interés Especial' Proserpinus proserpina, ligada a entornos ribereños en las zonas bajas, y también a praderas húmedas en la media y alta montaña. Sólo conocida en Aragón de tres localidades, una en cada provincia, es considerada uno de los insectos más escasos de nuestra fauna, y también uno de los más bonitos, diseñado como está para fundirse durante el día con el verde de la vegetación, ya que su vuelo es exclusivamente crepuscular y nocturno.



¿Es un pájaro? ¿Un avión? Es la 'esfinge colibri'

Y es que las polillas esfinge son en su mayoría insectos de la noche, aunque tres especies vuelan exclusivamente a pleno sol. La 'esfinge colibrí'  (Macroglossum stellatarum), es muy común en todas partes y en cualquier época del año, ya que hiberna. Las 'esfinges abejorro' o 'esfinges de orla' (Hemaris tityus y H. fuciformis), de alas parcialmente transparentes y cuerpos coloreados y peludos, son exclusivas de las montañas. Activas en pleno día para confundirse con los abejorros, adoran las flores de los lilos o las viboreras, y su ágil vuelo suspendido para libar los cálices roza la perfección.

El grueso de especies de esfíngidos europeos, algunos con tamaños que superan los 10 cm. de envergadura, entran en actividad al crepúsculo y de noche, e incluso los hay que, como las grandes especies migradoras Hyles livornica y Agrius convolvuli, pueden ser activos a cualquier hora del día o la noche.


La conocida 'esfinge de la calavera' (Acherontia atropos), es estrictamente nocturna, y el esfíngido europeo de mayor tamaño, alcanzando las hembras los 13 cm. de envergadura y hasta 15 gr. de peso, más que algunas aves insectívoras. De origen afro-tropical, llega volando todos los años en primavera al sur de Europa, donde se reproduce y completa una segunda generación que migra más al norte, volando desde finales de verano hasta entrado el otoño, si bien su descendencia muere por el frío.


El parecido con una calavera del dibujo que ostenta sobre su amplio tórax, junto a su tamaño, sus colores de advertencia, y la capacidad de emitir un silbido estridente al asustarse, han provocado todo tipo de supersticiones en torno a ella. En la Edad Media, y aun hoy en algunos países africanos, se cree que cuando una de estas enormes polillas se posa en la puerta de una casa la muerte de alguno de sus habitantes es inminente.


Pero lo cierto es que trata de un animal inofensivo, capaz de volar miles de kilómetros y burlar los aguijones de las abejas mientras roba miel de las colmenas con su corta y afilada espiritrompa; y de disuadir con su danza estridente a las aves que intentan cazarla. Sus enormes y bonitas orugas viven sobre árboles como olivos, fresnos o sauces, y en plantas herbáceas de diversas familias, incluidas las tóxicas solanáceas. Antes no era raro hallarlas de vez en cuando en huertas y oliveras de todo Aragón, pero el uso de pesticidas ha hecho que cada vez sea más raro verla criar en nuestros campos.


Semejantes a las hojas de un árbol

También hay entre los esfíngidos especies que no se alimentan, viviendo de reservas de grasa acumuladas cuando eran orugas. La esfinge del roble (Marumba quercus), grande y de colores sobrios, imita en reposo un haz de hojas secas. Vuela en verano en los bosques de quercíneas de todo Aragón, y no ingiere alimento alguno en sus dos semanas de vida.


Tampoco lo hacen la esfinge del chopo (Laothoe populi), la esfinge ocelada (Smerinthus ocellatus), o la del tilo (Mimas tiliae), todas ellas más o menos comunes en los bosques de ribera y olmedas de las tres provincias. Las dos primeras utilizan la misma estrategia ante los predadores diurnos: mostrar de pronto sus alas posteriores ornamentadas de falsos ojos, al tiempo que se agitan frenéticamente. En la esfinge ocelada los falsos ojos están muy elaborados, y destacan sobre un fondo rojo salmón, permaneciendo ocultos bajo las alas anteriores, que semejan hojas secas. El abdomen, curvado hacia arriba, parece el pico de un ave cuando el insecto muestra sus ocelos, que 'miran' al intruso con cara de malas pulgas.


De vivos colores

Otras dos especies destacables por sus vivos colores son la 'esfinge menor de la vid' (Deilephila porcellus), propia de la media montaña, y su pariente de mayor tamaño, la 'esfinge de la vid' (D. elpenor), que en Aragón prefiere zonas más bajas, aunque frías, como el Campo de Cariñena o el piedemonte del Moncayo. Las grandes y ágiles esfinges del aligustre (Shinx ligustri), y de la correhuela (Agrius convolvuli), son de tonos grises y pardos, con aerodinámicos abdómenes ornamentados de rojo y blanco, sólo mostrados cuando se sienten amenazadas. Por contra, la esfinge meridional del pino (Sphinx maurorum), es enteramente de color gris y negro para mimetizarse sobre la corteza de las pináceas, a las que sus grandes orugas pueden ocasionar daños al devorar gran cantidad de acículas, mermando el crecimiento anual estos árboles.


Quedan por nombrar dos esfíngidos raros en Aragón: uno es la especie migradora norteafricana Hippotion celerio, que aparece ocasionalmente en zonas bajas, como la propia capital aragonesa y su entorno. El otro es la especie afro-mediterránea Hyles nicaea, hasta ahora sólo registrada una vez del territorio aragonés, y que puede confundirse con la común esfinge de las euforbias (Hyles euphorbiae), de elegantes colores pastel, cuyas orugas, muy llamativas, avisan con sus vivos colores de su toxicidad. Y quien sabe, quizás algún día aparezca en los jardines con adelfas del Bajo Aragón algún ejemplar de la espectacular Daphnis nerii, rara migradora citada de escasas localidades costeras españolas.



Enrique Murria es vicepresidente de Zerynthia, Asociación Española para la Conservación de las Mariposas y su Medio



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