CONGRESO IBÉRICO RÍOS + 10

'No existe un problema del agua, el problema lo tenemos nosotros'

Hablar de falta de agua es como hablar de falta de calor en los polos. No es que haya desequilibrio hidrológico es que la Tierra es así. Es lo que defiende Javier Martínez Gil, catedrático de Hidrogeología de la Universidad de Zaragoza, quien participa en el Congreso Ibérico 'Ríos + 10’, que esta semana organiza la Fundación Nueva Cultura del Agua. De geomofología fluvial hablará Alfredo Ollero, defendiendo que se mantenga la naturalidad en los ríos, frente a la intervención humana.

El agua es un recurso básico, que cumple importantes funciones ecológicas
El agua es un recurso básico, que cumple importantes funciones ecológicas
LAURA URANGA

La Fundación  Nueva Cultura del Agua celebra esta semana el Congreso Ibérico sobre Gestión y Planificación del Agua ‘Ríos + 10’, una denominación que quiere hacer referencia a los diez años que hace que se dictó la Directiva Marco del Agua. Precisamente fue un congreso, el que se celebró bajo ese mismo epígrafe en Zaragoza, en 1998, y la oposición al Plan Hidrológico Nacional, el germen de esta organización, que conserva la sede de su oficina técnica en la capital aragonesa aunque su ámbito sea nacional. Javier Martínez Gil, uno de los creadores de la fundación y el primero en hablar del término nueva cultura del agua, es el encargado del Área 6, titulada ‘Hacia un cambio de valores’, de este congreso, que se desarrolla esta semana, del 16 al 19 de febrero, en Talavera de la Reina.


Javier Martínez Gil, catedrático de Hidrogeología de la Universidad de Zaragoza, avisa de que estamos asistiendo a un proceso de degradación de los ríos: "Existe el objetivo de levantar en el Levante español una especie de California europea y crear un modelo de vida basado en sol, playas y calor, a costa de la España interior", afirma. Martínez denuncia una falsa idea de progreso en la que algunos sectores se apoyan para "hablar de falta de agua, pero es como hablar de falta de calor en los polos, no es que haya desequilibrio hidrológico es que la Tierra es así", afirma. "Los problemas los tienen los países en los que la falta de agua provoca miseria, hambre, insalubridad…, no nosotros", recalca Martínez.


Este científico reivindica un nuevo término: la fluviofelicidad. "El ser humano está vinculado emocionalmente al agua de uno modo que no es comparable con la relación que tenemos con ningún otro bien. El agua tiene una dimensión más allá de la productiva, no puede ser gestionado como el petróleo, porque cumple unas funciones ecológicas".


Contra los viejos dogmas


Alfredo Ollero es otro de los aragoneses participantes de manera protagonista en este congreso. Profesor de Geografía de la Universidad de Zaragoza, su intervención se realiza dentro del apartado de ‘Conocimiento y nuevas tecnologías’. Ollero, fundador del Centro Ibérico de Restauración Fluvial, denuncia que "las revegetaciones, estabilización de márgenes o creación de zonas verdes junto al cauce no son restauración fluvial". A su entender, "la recuperación de espacios fluviales requiere innovación, pero no en cuanto a usar materiales novedosos o a colocar compuertas automáticas en los diques; la innovación tiene que estar en el cambio de mentalidad".


Y rebate los viejos dogmas de "la ingeniería tradicional, el falso progreso y el consumo insostenible". "Se asocia progreso con obras de ingeniería, con hormigón, asfaltado y movimiento de tierras", señala, cuando esos criterios son lo opuesto a lo que debería ser el concepto de libertad fluvial: "Aquella en la que el río trabaja sin cortapisas en su recuperación, mientras lo que se controla es la actividad humana", explica.


Otro principio que marca toda nuestra gestión fluvial es el que considera las crecidas como una catástrofe cuando, afirma Ollero, "las avenidas son el gran motor de la dinámica fluvial, un río sin crecidas es un río muerto". Ese es, a su entender, "el principal impacto de los embalses: la eliminación de las crecidas ordinarias, constructoras de los cauces y de todo el sistema fluvial". Ollero apuesta por la geomorfología fluvial "que entiende los ríos y torrentes como sistemas naturales activos, y los valora como tales", afirma, mientras que, en su opinión, el actual modelo de desarrollo los ataca con actividades que consumen el espacio fluvial, que quitan agua y sedimentos como las extracciones de áridos, o que intervienen para frenar inundaciones y dar estabilidad de los flujos frente a su dinámica natural y transforma según las modasurbanísticas la naturalidad de sus cauces y riberas.

LIBRO RECOMENDADO

‘AGUA’ Ecología de una crisis global


Autor: Julian Caldecott.

Epílogo de Juan López Uralde.

Editorial: Los libros del lince.

Páginas: 296. Madrid, 2011.


Julian Caldecott es doctor por la Universidad de Cambridge en Ecología. Desde 1984 trabaja como consultor de asuntos de medio ambiente para Naciones Unidas y otros organismos internacionales, en especial organizaciones no gubernamentales. En este libro llama la atención sobre la crisis que, a nivel mundial, puedo provocar la disponibilidad o no del agua, las catástrofes naturales que provoca la alteración de sus ciclos y la destrucción de los hábitats ligados a ella, o los problemas que plantea su contaminación. Caldecott explica por qué sucede eso, qué hacer para evitarlo y a dónde nos puede llevar nuestro actual modo de malgastar el agua. Lo hace desde una base científica y una conciencia ecológica, aportando ejemplos de la realidad actual, ejemplos que hace poco ocupaban las portadas de los diarios o las cabeceras de los telediarios.