Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Una rana arborícola en los Monegros

De la ranita de San Antón dicen las enciclopedias que vive en territorios con agua permanente, de abundante vegetación, en los que busca las orillas de las charcas, lagunas y ríos de corrientes lentas. Le gustan los árboles, al punto de que se ha dotado de ventosas en las patas pora poder subir por ellos y, sin embargo, este ejemplar fue fotografiado en los Monegros.

Una ranita de San Antón recorta su silueta con el color rojizo de un atardecer en Los Monegros
ranita de san anton
EDUARDO VIÑUALES

Para descubrir la vida salvaje que nos rodea no hay nada mejor que saber cuándo y dónde buscar, es decir, desvelar cuál es la época idónea y el hábitat adecuado para cada una de las especies vivas.


Era la primera semana de abril. Acababa de venir de las dehesas de Extremadura, donde al anochecer en pleno periodo de celo había estado escuchado, observado y fotografiado a las ranitas meridionales (Hyla meridionalis) en aquellas charcas que disponen de juncos, espadañas y ranúnculos. Transcurrida una semana, y durante una salida naturalista por Los Monegros de Huesca, ya al atardecer, le comenté a mi amigo y también fotógrafo Esteban Anía que tal vez podríamos probar suerte en aquellas balsas próximas a la Sierra de Alcubierre, donde a esas horas finales del día quizás podríamos detectar la incierta presencia de alguna ranita de San Antón (Hyla arborea), pues sabíamos de la existencia de raras citas de este colorido y escaso anfibio no muy lejos de allí.


JUNCOS Y VEGETACIÓN

Nos dirigimos a una balsa para el ganado con abundantes juncos y vegetación palustre, y ahí estaban ellas junto a numerosas ranas verdes o comunes.


Decenas de ranitas de San Antón cantaban con voz potente para delimitar el territorio y atraer a las hembras, una auténtica sorpresa si pensamos que este pequeño animal de brillantes colores es una rana arborícola, tal y como le delatan sus característicos dedos acabados en ventosas para sujetarse a los árboles.


Gracias a estas expansiones discoidales, formadas por esponjosas estructuras provistas de glándulas que las mantienen constantemente húmedas, tanto la rana meridional -no presente en Aragón- como su prima hermana la de San Antón o San Antonio, son dos anfibios capaces de adherirse a cualquier superficie por lisa que esta sea, adaptada para trepar ágilmente por las hojas de las plantas y para desplazarse a saltos entre los tallos y hojas.


De hecho, la mayor parte de las citas de este anfibio en Aragón se localizan en los bosques frondosos y húmedos de los Montes Universales, el Moncayo, el Pirineo, Gallocanta, Cucalón... Pero, curiosamente, era allí, en un paisaje abierto, estepario y completamente desarbolado -a excepción de un par de almendros a lo lejos- donde nos encontramos con esta población monegrina de ranitas saltimbanquis, trepadoras y acróbatas.


CONCIERTO NATURAL


Mientras anochecía, a lo lejos escuchábamos los reclamos crepusculares de una pareja de alcaravanes y de un mochuelo que se esconde en las ruinas de una abandonada paridera cercana.


Ahora, todavía en estas noches del mes de mayo, los machos de la ranita de San Antón siguen cantando en las balsas, ofreciendo un auténtico concierto natural que dará paso a la puesta de miles de huevos que en pequeños paquetes van a caer al fondo del humedal.


Cuando el calor y la sequía del verano azoten estas comarcas, las ranas buscarán una grieta del terreno, se meterán debajo de una piedra o se refugiarán en un lugar con suficiente humedad y entrarán en un letargo o estivación en el que sus funciones quedarán reducidas al mínimo, hasta que lleguen las lluvias del otoño.


























foto. Una ranita de San Antón recorta su silueta con el color rojizo del cielo en un atardecer en Los Monegros. Para tomar esta foto hay que enfocar al ojo del animal, medir la exposición en la luz del fondo, reencuadrar la imagen manteniendo el bloqueo de la exposición automática y emplear el flash en el modo de sincronización a la cortinilla trasera. Cámara Nikon D-200. Objetivo Tamrom, 90 mm, Macro. Uso de flash, sin trípode. Velocidad 1/60, f/4, ISO 400. fotógrafo. Eduardo Viñuales Cobos es socio de Asafona.






















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