Araujo se deja guiar por la Escuela de Naturalistas de Ateca

Joaquín Araujo recorrió el valle del Manubles, en una visita que estuvo coordinada por un grupo de alumnos de la Escuela de Naturalistas del IES Zaurín, de la localidad zaragozana de Ateca.

Joaquín Araujo con los alumnos de la Escuela de Naturalistas
Joaquin Araujo
M. BLASCO

La Escuela de Naturalistas es un proyecto que se inició en el 2009 desde el instituto de la localidad de Ateca. Transcurridos ya unos meses, los alumnos comienzan a tener una base de conocimientos importante sobre temas ambientales. Por ello, se planteó la idea de invitar a un naturalista con el objetivo de conocerle, aprender de él y enseñarle los valores naturales del territorio, y en concreto del Manubles, y de esta manera comenzar a iniciar en la divulgación a estos futuros educadores ambientales.


Durante todo el año, los alumnos han estado consultando ‘El calendario de la vida’, un trabajo de Joaquín Araujo que describe muy detalladamente la evolución de la naturaleza, semana a semana, en cada una de las estaciones del año. Los estudiantes fueron conociendo su página web, sus obras y finalmente se pensó en invitar a este naturalista a conocer un valle en el que la Escuela de Naturalistas llevaba trabajando ya unos meses.


Se escogió el valle del Manubles por sus indudables valores ecológicos y relativo desconocimiento. El Manubles es un valle pequeño, rayano ya con tierras sorianas en el que los ecosistemas naturales conservan grandes valores ambientales. En cuanto a fauna, en el valle todavía hay presencia del águila azor-perdicera, acompañada de otras rapaces como alimoche, águila real, águila calzada o el buitre leonado.


Respecto a su vegetación es un territorio de bosque de ribera en muy buen estado de conservación, acompañado en las zonas más agrestes de encina, quejigo; en la parte más alta del valle aparece la sabina. No faltan pequeñas joyas botánicas como la Centaurea pinnata que crece en sustratos cuarcíticos en el tramo bajo del valle o la Saxífraga moncayensis que puede encontrarse en el término de Berdejo (alto Manubles).


TODOS LOS PERIODOS GEOLÓGICOS

Además, sus recursos paisajísticos y geológicos han sido foco de atención de multitud de geólogos y naturalistas. En el valle se encuentra registro fósil de prácticamente todos los periodos geológicos de la Tierra, desde trilobites cámbricos hasta los hallazgos más recientes en Berdejo de un dinosaurio, probablemente un ornitópodo.


Sus pueblos conservan paisajes que ponen de manifiesto que todavía es posible la conservación del paisaje sin restringir los usos humanos, en definitiva paisajes culturales que guardan una total armonía con el medio en el que se ubican. Finalmente su paisaje natural y cultural fue el recurso que sirvió de hilo conductor a la jornada.


El itinerario que se planteó pretendía dar a conocer los valores naturales más representativos del Valle del Manubles, destacando sus recursos paisajísticos.


La primera parada se realizó en la vega del Manubles, en la localidad de Moros, un enclave que se eligió para llevar a cabo una actividad de interpretación del paisaje cultural. A su llegada a esta localidad, varias vecinas del pueblo se acercaron a saludar a Araujo, a quien reconocían de su trabajo con Félix Rodríguez de la Fuente. El callejeo inicial entre el casco urbano fue la antesala del marco incomparable de arquitectura popular de Moros.


Los alumnos interpretaron la relación de ese urbanismo con el medio natural en que se ubica. También llamaron la atención del visitante sobre el importante papel que realizaba el burro en Moros, uno de los pueblos de Aragón que más ejemplares conserva de esta especie. A Joaquín Araujo le interesaron los sonidos del agua y de los abundantes pajarillos de ribera que allí se escuchaban, y enseñó de una forma muy didáctica a los alumnos cómo diferenciar al ruiseñor común del bastardo por sus cantos. Araujo vino con una grabadora en la que se llevó los sonidos de muchas de las aves del valle.

El recorrido aguas arriba conducía a la segunda parada, en Torrijo de la Cañada. De nuevo, el paisaje cultural se presentaba ante el observador en una ladera arcillosa con decenas de bodegas excavadas en la tierra que llamaban la atención con sus rojizos tonos, avivados por las últimas lluvias. Era el momento de hablar de rapaces y los protagonistas fueron una pareja de alimoches, recién llegada a la zona.


BERDEJO, ARMONÍA PERFECTA

La siguiente parada llevaba hasta el cauce del río, concretamente en el Pozo de los Chorros, una cascada natural en la que el Manubles ha creado un paraje muy atractivo y en el que abundan las rocas carbonatadas. Aquí fue la presencia de la toba calcárea, o travertino, la que despertó el interés de los alumnos que quedaron sorprendidos cuando Araujo definió el travertino como una roca que ‘crece’, por acumulación de carbonato.


Ya en el tramo más alto del valle, el naturalista quedó fascinado ante la estampa de Berdejo sobre el roquedo calizo que, a su juicio, representaba una armonía perfecta entre un pueblo y el medio natural. Allí los alumnos recordaron técnicas de agricultura y ganadería tradicionales, como la bicera, sistemas ancestrales que han dado lugar a paisajes agrícolas y pastoriles singulares, como el caso del aprisco de la Cabrera en Berdejo.


Finalmente, el recorrido abandonó las tierras aragonesas, tras cruzar el puerto de la Bigornia, para entrar en Castilla. La jornada llegó a su punto final en el paraje de la dehesa de Ciria, donde abundan ejemplares de sabinas y robles centenarios. Se trata de un bosque adehesado en el que antaño era constante la presencia del ganado, de hecho, Borobia era uno de los pueblos que más pastores tenía de la zona. Hoy en día, esta actividad ha disminuido y prácticamente el ganado no entra en estos bosques.


Araujo quisó aportar a las sensaciones dejadas por esta jornada su definición personal del concepto de paisaje: “El paisaje es para vivirlo, y si no lo vivimos se muere”. Actividades de interpretación, visitas guiadas a entornos naturales o simplemente actividades agrícolas y ganaderas respetuosas con el medio son fundamentales para conservar vivos los paisajes. Con estas reflexiones, Araujo quiso reconocer el importante papel de estos jóvenes educadores ambientales en el futuro.