COMUNIDAD DE CALATAYUD

La Vilueña rinde homenaje al primer bebé nacido en el pueblo en 20 años

La pequeña Aroa nació en febrero. Ayer, también se felicitó a una vecina centenaria.

Hacía dos décadas que en La Vilueña no nacía nadie. Por eso, en este pueblo de la comarca Comunidad de Calatayud se aprovechó ayer, día de la fiesta mayor, para homenajear a este bebé, que nació en febrero y vive en el municipio. Con muchos más vecinos de lo habitual por ser un día de celebraciones, también se felicitó a una vecina que ya ha superado el siglo de vida.


El 16 de diciembre de 1908, Adela Sebastián Polo nació en la casa del Escalerón de La Vilueña. Por entonces, el pueblo andaba por los 430 habitantes. Apenas un siglo después, los 117 vecinos que quedan han recibido con alegría la llegada de Aroa Díaz López. Ella es la primera hija de una joven pareja que ha elegido este pueblo para vivir, aunque ninguno de los dos son de allí, sino de dos municipios cercanos, Ateca, de donde procede el padre, y Terrer, localidad de la madre.


Hace unos 20 años que no nacía un bebé en La Vilueña que se quedase a vivir allí. Por eso, la pequeña Aroa ha sido recibida con alegría no solo por su familia. Ayer, después de la misa por el patrón, el Cristo de la Capilla, se celebró un pequeño homenaje a estas dos vecinas.


Rafael y Eva Rodríguez recogieron una placa y un ramo de flores para su madre y abuela, puesto que Adela, que desde hace unos 50 años vive en Zaragoza, no pudo asistir. "Ha dado un bajón", explicó su nieta. Era la primera vez que estaba en el pueblo, del que tanto le ha hablado su abuela.


"Siempre lo ha tenido en el corazón y me cuenta cuando son las fiestas, lo bonita que era la plaza, y recuerda las casas siempre blancas, siempre limpias. Me hubiera gustado que ella hubiera podido venir", dice Eva. Adela tuvo ocho hijos, tiene 12 nietos y 16 bisnietos. Se fue con sus padres al País Vasco cuando una plaga afectó las vides. Regresó, se casó, vivió en Calatayud y después en Zaragoza.


Por su parte, Aroa, ajena a lo que se celebraba, pero muy tranquila y en brazos de sus padres, recibió una cestilla con productos infantiles y Aída, su madre, un ramo de flores. "En el pueblo están encantados con la niña y emocionados. Dicen que es como si fuera su nieta", comentó la madre.


La iglesia ayer estaba llena y, aunque eran unos cuantos los pequeños que durante la misma entraban y salían con sus padres, solo son cuatro, según explica el alcalde, Carmelo Tomey, los que residen en el pueblo todo el año. "Unos chicos rumanos que llevan el bar vinieron con dos niños. Hay otra pareja que también llegó con otros dos", indica Tomey.


Fina Bernal, una vecina, recordaba al acabar el homenaje, que en noviembre de 1969 el alumbramiento de Alberto Estella fue el último que se produjo en una casa de La Vilueña. Después, llegaron los hijos de otras parejas, pero los partos ya fueron en el hospital de Calatayud y los chiquillos crecieron en el pueblo.


Otras mujeres del pueblo tratan de repasar quiénes fueron los últimos que nacieron y se criaron en La Vilueña y concluyen que han pasado ya 20 años de esto.


Los padres de Aroa llegaron en junio y compraron una casa. "Estamos muy contentos, queríamos un pueblo chiquitico, tranquilo y en la naturaleza", explica Aída. Durante los tres días de este puente, que coincide con las fiestas, todas las viviendas de La Vilueña han estado llenas. "Habrá unas 400 personas, no falta nadie", señala el alcalde. Y se podía comprobar en la plaza, donde esperaban el final de la misa muchos de los descendientes del pueblo.