Carmen Magallón: "Nuestro futuro tiene que ser más verde, más digital y más corporal"

La pandemia de la covid-19 ha tenido efectos en las relaciones internacionales. Carmen Magallón cree que falta diálogo y cohesión para salir adelante

Carmen Magallón Portolés, en la biblioteca del Seminario de Investigación para la Paz
Carmen Magallón Portolés, en la biblioteca del Seminario de Investigación para la Paz
Oliver Duch

Acaba 2021. ¿Mal?

Este año ha emergido un poso de dolor que empezó a generarse en 2020. La pandemia ha afectado a todo, desde el empleo a la salud mental. Pero, en general, no ha sido peor que 2020. Tenemos que hacer un esfuerzo para salir adelante.

¿Eso es lo que espera de 2022?

Vivimos en una sociedad que se hace muy fluida, que cambia rápidamente y en la que la tecnología nos da muchas posibilidades. Espero que haya una reacción, que tomemos las riendas de nuestras vidas. El futuro, sin duda, tiene que ser más verde, más digital y, también, más corporal. Espero que volvamos a encontrarnos físicamente porque, si solo nos vemos a través de las pantallas, va a ser muy difícil construir una sociedad más solidaria. Espero que 2022 sea mejor.

No hace mucho se pensaba que de la pandemia iba a surgir un mundo más solidario. Pero ahora ya no está tan claro.

En los primeros meses de la pandemia se mantuvo una corriente de solidaridad y unión que nos hizo ser optimistas. Luego hemos visto que los seres humanos tenemos una gran vulnerabilidad mental y grupal. La naturaleza nos está dando golpes: el volcán, la covid... Esto tendría que sacudirnos. Confío en que podamos construir mejoras sociales porque, a pesar de esa vulnerabilidad, tenemos una gran capacidad de reacción. Gramsci decía que hay que afrontar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad.

En el ámbito internacional, parecen haberse dado varios pasos atrás. Como en Afganistán.

Hay varios ejemplos más, y todo forma parte de las tensiones de años anteriores que están aflorando ahora. El caso de Afganistán, en concreto, demuestra que no se puede imponer la democracia invadiendo un país.

¿Cómo se puede extender la cultura de la paz?

En el ámbito internacional los conflictos son inevitables, pero hay que saber gestionarlos para que no desemboquen en violencia. Hay que invertir en educación, en cambiar las mentalidades; es necesario que haya salud y empleo para todos. Construir culturas de paz exige educación y confianza en las instituciones. Y actualmente estamos viendo la pérdida de credibilidad de instituciones como Naciones Unidas o como el G8, un grupo de países autoelegidos que marca el rumbo del mundo. También ha habido grandes logros, como el tratado de prohibición de las armas nucleares, firmado en 2017 y que ha entrado en vigor este año.

Hace falta, también, más diálogo. A nivel nacional e internacional.

En los últimos años, claramente, existe menos capacidad de diálogo en la sociedad. Veo mucha polarización y demonización del otro. Tenemos que encontrar nuevas voces.

Usted habla de ‘techo de cristal’ pero también de ‘suelo pegajoso’, de la baja calidad del empleo femenino. La mujer está cada vez más presente en la investigación...

La investigación realizada por mujeres mejora la ciencia, eso está demostrado. Cuando se observa el papel de las mujeres en la ciencia se descubre que han aportado nuevas preguntas, y esa es una fuente de innovación que no se puede desdeñar. Pero tampoco basta con que haya más mujeres en las distintas ramas científicas. Y la igualdad entre hombres y mujeres no puede convertirse en un arma arrojadiza.

Le preocupa el relevo generacional.

Hay que reconstruir los lazos entre los jóvenes y los mayores para que la trasmisión de conocimiento sea la adecuada. Tenemos que hablar los unos con los otros y aprender juntos.

¿Quién es?

Nacida en Alcañiz (Teruel) en 1951, Carmen Magallón Portolés es catedrática de Física y Química especializada en historia de la ciencia. En 2003 dejó la docencia para consagrarse a la Fundación Seminario de Investigación para la Paz, que empezó dirigiendo y cuyo patronato actualmente preside. Es presidenta honoraria en España de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad. 

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