Este premio especial, otorgado por HERALDO, homenajeó la labor y trayectoria del investigador Carlos López Otín, reconociéndolo como un puente entre ciencia y sociedad.

López Otín no asistió a la ceremonia tras tomar la decisión, el año pasado, de retirarse de la vida pública y residir en París "jubilándose de la toxicidad humana", justificó el también investigador Alberto Jiménez Schuhmacher, encargado de recoger el premio en nombre de quien afirmó que le "cambió la vida". Pese a no contar con la presencia del premiado, Schuhmacher aseguró que "este reconocimiento le ha emocionado", y más viniendo de "una extraordinaria iniciativa con la que ha colaborado y a la que ha visto crecer paso a paso estos 30 años".

Para Schuhmacher, quien se llenó de buenas palabras hacia su mentor, este "trabaja para aliviar la ignorancia y evitar la muerte a destiempo, además de seguir soñando con la vieja idea de que la ciencia es el instrumento para hacer un mundo más justo", y afirmó que lo seguiría haciendo.

Carlos López Otín estuvo presente en la gala a través de un vídeo, en el que destacó que "cuando naces en un lugar en el que la naturaleza es exuberante, si tienes el don de la curiosidad, no puedes parar. Yo siempre sentí curiosidad, y sigo teniendo ese asombro por la vida". Por su parte, Schuhmacher finalizó su discurso asegurando que transmitiría el cariño recibido al galardonado: "Conociéndolo, os hubiera dado las gracias a todos los finalistas y premiados, destacando la labor de todos y cada uno de vosotros. Y seguro que resaltaría la importancia de cuidar al talento, en especial el joven".

Vida dedicada a la ciencia

Carlos López Otín, originario de Sabiñánigo (Huesca), ha dedicado su vida profesional a la investigación del cáncer, la artritis y otras enfermedades hereditarias. Ha sido catedrático en el área de Bioquímica y Biología Molecular del departamento de Bioquímica de la Universidad de Oviedo desde 1993 hasta su jubilación este año. Nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Zaragoza en 2015, destaca entre sus logros el descubrimiento de 60 nuevos genes humanos codificantes de proteínas asociados a enfermedades como el cáncer y la identificación de nuevos síndromes como la progeria, que abrió nuevas terapias y esperanzas de vida.

En 2018 sufrió un "boicot" que afectó a su investigación de más de 20 años, tal y como denunció entonces en un libro, en el que manifestó la intención de recuperar "el propósito" de su vida.