información remitida por el colegio de abogados de zaragoza

San Ivo y el inicio de seis siglos dedicados a la defensa de los ciudadanos

Antonio Morán Durán, decano del Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza.

El 19 de mayo, el Colegio de Abogados de Zaragoza conmemora a su patrón, San Ivo.
El 19 de mayo, el Colegio de Abogados de Zaragoza conmemora a su patrón, San Ivo.

Hoy, 19 de mayo, es San Ivo, patrón del Colegio de Abogados de Zaragoza. Con independencia del carácter aconfesional de esta institución, no podemos negar la historia, ni es procedente desconocerla; de ahí el mantenimiento de esta fecha de conmemoración de la abogacía zaragozana.

El Colegio tiene tras de sí una larguísima trayectoria que se remonta a más de seis siglos: a finales del siglo XIV hay constancia documental de la existencia de una Cofradía de San Ivo, de origen gremial, no religioso, dedicada a la defensa no solo de los abogados sino, también, a la de los ciudadanos faltos de recursos para litigar. Como se ve, el turno de oficio y la asistencia jurídica gratuita no es un invento contemporáneo. La historia va muy delante de nosotros ‒aunque suene paradójico‒.

Actualmente, los fines esenciales de nuestro Colegio, según la legislación vigente, son la ordenación del ejercicio de la profesión, la representación institucional, la defensa de los intereses profesionales y la protección de los intereses de los consumidores y usuarios de los servicios de sus colegiados.

En estos meses de Estado de Alarma creo sinceramente que se ha seguido cumpliendo con estos fines. Así, y desde el inicio de este periodo, todos los órganos de representación y gobierno tanto del Colegio como del Consejo General de la Abogacía Española no solo han seguido con su actividad ordinaria sino que se ha incrementado muy significativamente. Afortunadamente, las actuales tecnologías de telecomunicación han sido esenciales para ello, pues en estos dos meses de crisis se han celebrado más de una veintena de reuniones de trabajo. Podemos decir que la Abogacía, y los abogados, son usuarios habituales de estos medios y, por ello, las mal llamadas 'nuevas tecnologías' no son un freno sino una oportunidad.

En ningún momento, los abogados adscritos a los distintos servicios del Turno de Oficio, Asistencia a detenidos y Mujeres objeto de Violencia, a Presos e Inmigrantes han cesado en su labor. Estos compañeros no han rehusado su obligación y han dado también muestra de su compromiso y profesionalidad, al igual que el resto de los compañeros, en la atención a cualquier ciudadano que ha demandado su apoyo, consejo jurídico y defensa. La Abogacía no ha cesado en su ejercicio a pesar de la paralización casi absoluta de la Administración de Justicia.

La Justicia no solo existe ‒o se evidencia‒ a través de la actuación de los tribunales de justicia, sino, sobre todo, cuando los ciudadanos resuelven sus problemas con arreglo a las leyes. Y, para bien de la sociedad, se ha seguido obteniendo Justicia a través de los despachos de abogados mediante el asesoramiento, la gestión de los problemas, la negociación y los acuerdos. Parafraseando a un insigne abogado zaragozano se puede decir que "los despachos de abogados son el primer tribunal de justicia de los ciudadanos".

No obstante lo anterior, la maquinaria de la Administración de Justicia debe retomar su actividad ya, sin más demoras ni excusas. De lo contrario la ya crónica lentitud de los tribunales aumentará exponencialmente los problemas no solo sociales y económicos, sino que propiciará el primer paso para empezar con la ley de la selva.

Como ya he tenido oportunidad de expresar en otras ocasiones, es sorprendente comprobar la rapidez y eficacia con la que muchas empresas privadas, e incluso alguna Administración, no se han visto afectadas por la hibernación (palabra que utilizó en un documento el propio Consejo General del Poder Judicial) y, casi sin solución de continuidad, desde un inicio pudieron conciliar la seguridad sanitaria de las personas con la actividad laboral. Afirmo que pudo conciliarse ambas cuestiones porque no he tenido constancia de quejas o denuncias públicas sobre tal cuestión.

Frente a lo anterior, pasados ya dos meses, en la Justicia aún seguimos valorando y programando la reanudación de la actividad acudiendo en no pocas ocasiones al llamado teletrabajo como si este fuese la solución a los problemas y, en otros momentos, poniéndose obstáculos a la actividad presencial en los tribunales de justicia. Qué pensaríamos si, por ejemplo, los empleados de Mercazaragoza, al igual que sanitarios, policías, militares, transportistas, personal de limpieza, etcétera, hubieran actuado de la misma forma.

No nos engañemos: cuando buena parte de la sociedad ha demostrado su compromiso y esfuerzo, en la Justicia no lo hemos hecho y, lo que parece más grave, no parece que lo vayamos a hacer en breve. ¿Qué explicación le damos a nuestros conciudadanos?

Hoy por hoy no hay vacuna contra este virus y los medios terapéuticos no garantizan al cien por cien la curación, y no sabemos cuándo se conseguirán ambas cosas. La solución que proporcionan los epidiemólogos es conseguir la 'inmunidad del rebaño' pues, entre otros motivos, no hay garantía alguna de que se consiga una vacuna a corto y medio plazo. Ante ello, ¿qué debemos hacer como sociedad? Inicialmente, las autoridades del Estado decretaron el Estado de Alarma para evitar la extensión de la epidemia, y no porque esa fuese la solución eficaz, sino porque los centros sanitarios no daban abasto con tan elevado número de pacientes si no se adoptaba la opción del confinamiento. Nadie quisiera estar afectado por el virus, por supuesto, pero en otras actividades parece que están demostrando que se puede obtener eficaces grados de seguridad sanitaria manteniendo la actividad laboral y profesional.

Mientras se normaliza la situación, y para concluir, desde la Abogacía zaragozana muestro mi pesar a todas las familias que han padecido el azote de la infección, así como lanzo un mensaje de ánimo y esperanza para todos nuestros conciudadanos, mensaje especialmente cariñoso hacia las abogadas y abogados, que en todo momento se han mantenido firmes y solidarios con su profesión y con los demás.