La enorme diversidad de espacios paisajísticos, sociales y humanos con la que cuenta España y por la que millones de personas la visitan cada año es también la causante de que se trate del país del mundo con más Reservas de la Biosfera, encabezando un podio que completan dos países que la superan holgadamente en extensión: Estados Unidos y Rusia. España concentra un total de 53 reservas, que ocupan un 12% del territorio nacional y 6,2 millones de hectáreas, en las que vive más de un 4% de la población.

Esta iniciativa surgió en el año 1968 de la mano de la Unesco con el fin de proteger determinados ecosistemas terrestres y marinos del planeta. Unas zonas en las que los agentes implicados han logrado que se trabaje en fórmulas sostenibles que permitan en todo momento satisfacer las demandas humanas pero siempre salvaguardando el territorio en el que habitan. El primer reconocimiento en territorio nacional llegó en 1977 a la Sierra de Grazalema, en la provincia de Cádiz, año en el que también fue distinguido Ordesa-Viñamala, cuya ampliación de su superficie fue aprobada en 2013. Por su parte, en 2019 le tocó al Valle del Cabriel, área que comparte Aragón con Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana.

Así, las Reservas, presentes en 124 países del planeta, han sido definidas por diversos expertos como ‘laboratorios al aire libre para el desarrollo sostenible’, unos espacios que se consideran idóneos para construir respuestas concretas y duraderas, innovar y compartir buenas prácticas al respecto.

Te puede interesar

El gran peligro para las especies autóctonas

En este sentido, cabe subrayar que la creciente concienciación ambiental que ha experimentado la sociedad en los últimos años ha favorecido que tanto desde la Unión Europea como desde los gobiernos de los estados miembro se hayan tomado importantes medidas para preservar los múltiples espacios naturales con los que cuentan los territorios. Un contexto en el que las Reservas de la Biosfera se han puesto aún más en valor, dado que se trata de lugares representativos de un ecosistema valioso que ha de conservarse mediante modelos de desarrollo sostenible y en los que la población local sea la protagonista. Ríos, lagos y acuíferos son parte fundamental de estos enclaves y los profesionales de la materia recomiendan desde hace años redoblar la apuesta por las fórmulas que equilibren las necesidades de la población local con las de la propia naturaleza.

Agua y cultura ancestral

En muchas de las reservas españolas, el agua es protagonista, como la de Terras do Miño, en la provincia de Lugo, la de mayores dimensiones de Galicia, que alberga una importante superficie de humedales, considerados de gran importancia para la conservación de la biodiversidad del suroeste europeo. Asimismo, la cultura ancestral también está muy presente, pues en estas áreas se hallan importantes yacimientos arqueológicos que abarcan desde el Paleolítico hasta la Edad Media.

En lo relativo a la de Ordesa-Viñamala, el pasado mes de diciembre aprobó su plan de gestión para el periodo 2022-2028, con una apuesta por la participación de los agentes locales y la población civil, y la elaboración de un total de 17 programas y 60 acciones conjuntas para la protección e impulso del entorno que incluyó una financiación de más de tres millones de euros.

53 enclaves naturales únicos