"El cambio climático está afectando a todos los países. Está alterando las economías nacionales y afectando a distintas vidas. Los sistemas meteorológicos están cambiando, los niveles del mar están subiendo y los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos. Es necesario tomar medidas urgentes para abordar la emergencia climática con el fin de salvar vidas y medios de subsistencia".

Con esta contundencia recoge la Agenda 2030 de la ONU el estado actual de uno de los ámbitos más afectados por la huella de carbono, el clima, agregando datos como el de que 2019 fue el segundo año más caluroso de todos los tiempos, el cual a su vez marcó el final de la década más calurosa que se haya registrado jamás. Asimismo, apunta que los niveles de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentaron hasta niveles récord en 2019.

Entre las metas que propone el organismo para revertir esta situación, se encuentra la de mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto a la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana.

Sobre las inversiones y en lo que se refiere a la transición verde, se aboga por que estas aceleren la descarbonización de todos los aspectos de la economía. El ente apuesta por "reconstruir mejor", con una base científica más sólida, políticas que contribuyan a un planeta más sano y más inversiones verdes.

En cuanto a las emisiones de carbono, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de esta agenda también hacen referencia a las ciudades y las áreas metropolitanas, a las que califican como centros neurálgicos del crecimiento económico por contribuir al 60% del PIB mundial. No obstante, cita que también son responsables del 70% de las emisiones de carbono del planeta y de más del 60% del uso de los recursos. Por ello, entre los retos futuros se pone el foco en aspectos como reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales y de otros tipos; así como en apoyar los vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales.

El compromiso con las renovables es otro de los elementos que juega un papel destacado. "El acceso a la electricidad en los países más pobres ha comenzado a acelerarse, la eficiencia energética continúa mejorando y la energía renovable está logrando resultados excelentes en el sector eléctrico", recoge la agenda.

Sin embargo, apunta a la necesidad de prestar una mayor atención a las mejoras para el acceso a combustibles de cocina limpios y seguros y a tecnologías para 3.000 millones de personas, todo ello con el fin de expandir el uso de las renovables más allá del sector eléctrico, y marca como meta aumentar su presencia en el conjunto de fuentes energéticas.

Desarrollo sostenible

Uno de los aspectos en los que más se refleja la actividad humana es el del consumo. Una serie de procesos necesarios para la estabilidad y el progreso de las economías pero cuyas características están provocando daños medioambientales que están poniendo en peligro los mismos sistemas de los que depende el desarrollo futuro.

El ODS 12 hace hincapié en que el consumo y la producción sostenibles, que se basan en hacer más y mejor con menos, pueden contribuir de manera sustancial a la mitigación de la pobreza y a la transición hacia economías verdes y con bajas emisiones de carbono.

Como dato curioso, cabe destacar que los océanos absorben alrededor del 30% del CO2 producido por los humanos, amortiguando los impactos del calentamiento global. Pero las aguas costeras se están deteriorando debido a la contaminación y la eutrofización, un proceso provocado por el exceso de nutrientes en el agua. Por ello, la ONU pide prevenir y reducir la contaminación marina de todo tipo, en particular la producida por actividades realizadas en tierra.