Fer Francés, galerista: “No tendríamos El Prado si no fuera por los viajes”

El proyecto ‘¿Te inspira viajar?’ de Renfe da voz a diversos profesionales de la cultura sobre sus procesos de creación e inspiración. El galerista Fer Francés considera que en un mundo cada vez más globalizado viajar es parte fundamental del trabajo de quienes se dedican al arte.

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Los viajes conectan personas y realidades. Son un nexo de unión que nutre vivencias y aprendizajes y, en un mundo en el que cada vez hay menos fronteras, son imprescindibles para crecer personal y profesionalmente. Esta visión más amplia de la realidad también fomenta la inspiración y la creación artística.

Por ello, Renfe propone en ‘¿Te inspira viajar?’ una serie de charlas con personas de la cultura en las que hablar de inspiración, por supuesto, pero también de viajes. Viajes grandes y pequeños, porque, en muchas ocasiones, aquellos que más nos marcan no son los que más lejos nos llevan, sino los que más dentro nos llegan.

Desde el primer viaje que le alejó de su Santander natal, Fer Francés ha construido su carrera en un mundo sin fronteras. Relacionándose con artistas de todo el mundo, trabaja para situar al arte español en el panorama internacional y acercar a España a aquellos creadores que reinventan y aportan una nueva visión a la Historia del Arte.

¿Qué es el arte contemporáneo?

El arte contemporáneo se puede describir de muchas formas. Yo creo que es un término bastante amplio. Se podría decir que es el arte de los artistas de nuestros días, de los artistas vivos.

Es un movimiento que empezó casi con las series de grabados de Goya. Los Caprichos, la Tauromaquia, los Desastres de la Guerra... Es el primer momento en el que un artista hace una crítica actual de la sociedad. Creo que sería desde ahí hasta nuestros días.

Pero incluso hay, hoy en día, artistas que yo creo que son más allá del momento del arte contemporáneo, que son más actuales. Es difícil poner en la misma conversación o en el mismo término artistas de hace 30 años con los de ahora.

¿De dónde nace su pasión por el arte?

Pues desde pequeño. He tenido la suerte de nacer en una familia que se dedicaba al mundo del arte y he crecido entre estudios y montajes de exposiciones.

Si eligiera una obra clásica, ¿cuál sería? ¿Y contemporánea?

Posiblemente alguna de las pinturas negras de Goya o El Descendimiento de Rogier van der Weyden, que están en El Prado.

Contemporáneos hay muchos. Lo lógico sería que dijera alguno de los que trabajan conmigo. Un artista contemporáneo que me interesa mucho ahora mismo es Christian Rex van Minnen. Es un pintor que estoy exponiendo ahora mismo en VETA.

¿Qué aporta una galería como VETA al arte contemporáneo?

Intentamos ser una conexión entre los artistas contemporáneos españoles, que están teniendo una visión un poco internacional, y artistas internacionales, algunos de gran relevancia, que aportan algo nuevo a la Historia del Arte. A la historia de la pintura más en concreto.

¿Cuál es la narrativa entre colecciones de Veta?

Se podría decir que es una pintura muy figurativa, que hace mucha referencia a la propia historia de la pintura. Hay muchas pinturas, como una de Alex Becerra que es una clara referencia a Los Nenúfares de Monet.

Son muchos pintores que son grandes enamorados de la Historia del Arte y que en su propia obra hablan de ella. E intentan aportar su granito de arena a esta historia que estamos construyendo todos juntos.

Fer Francés en la entrada de su galería VETA.
Fer Francés en la entrada de su galería VETA.
ELENA BUENAVISTA

¿Cuál cree que es su marca diferenciadora como comisario?

Intento que encuentren algo nuevo, algo que haga referencia y que tenga una tradición pictórica y un sentido, pero que aporte algo nuevo al panorama actual del arte contemporáneo, tanto aquí en España como internacionalmente.

¿Por qué elegir un distrito como Carabanchel?

En Carabanchel ya se estaba creando una red de talleres de artistas. Sí que es verdad que casi todo estaba pasando de puertas adentro y al final las galerías buscamos ciertos espacios de ciertas magnitudes que permitan a los artistas con los que trabajamos tener casi el abanico completo de posibilidades para hacer una exposición.

Eso suele estar en lo que han sido polígonos industriales o en zonas industriales de las ciudades y, dentro de las zonas industriales que hay en Madrid, en Carabanchel ya había ese movimiento tanto de artistas plásticos, pero también de músicos, de teatro, de diseñadores...

Se estaba gestando algo en la ciudad y nosotros queríamos aportar un granito de arena. Y el edificio que nos enamoró estaba aquí. Entonces se juntaron un poco varias cosas y acabamos aquí.

¿Cómo se integra una galería de arte contemporáneo en un barrio obrero?

Manteniendo las puertas abiertas. Intentamos colaborar con los negocios cercanos. En la misma calle hay un taller de telas con el que colaboramos activamente, el carpintero es de Carabanchel e incluso la cerveza la pedimos en los openings es del barrio. Intentamos crear redes.

Además, trabajamos con varios artistas como Abraham Lacalle, que tienen el estudio aquí en Carabanchel también. Ahora vamos a colaborar con un colegio para pintar los muros de fuera. Hemos hecho un mural para los vecinos, un parque de perros... Creo que hay bastante conexión. El hecho de que hagamos los eventos públicos y que toda la gente se sienta invitada hace que, al final, sientan nuestro proyecto como suyo.

¿Las personas del barrio están mostrando interés por el arte contemporáneo?

Muchos de ellos comentan que en Carabanchel no había muchas opciones culturales que visitar. Había restaurantes y parques, pero muchos de ellos echaban en falta un lugar al que poder ir y hacer actividades culturales.

Aquí no solo son las exposiciones, sino que también hacemos charlas, talleres… Y los vecinos forman parte de todas estas actividades.

¿Qué aspira a ser VETA? Para el arte, los artistas y el público

VETA aspira a ser una galería que apoye al cien por cien a los artistas con los que trabaja. Que les podamos aportar todo lo que ellos necesiten para que su obra se vea de la mejor forma posible. Al final, los artistas son el objetivo y para quienes trabajamos en las galerías. Lo fundamental es que ellos estén bien.

Después, todo lo que podamos aportar a la ciudad o al barrio en el que estamos, también es otro valor intrínseco. No estoy hablando de vender a coleccionistas, sino de que los propios vecinos vayan viendo las exposiciones una tras otra y ya puedan comentar sobre diferentes artistas.

Al final se va creando una red que posiblemente en ciertos años dará sus frutos con artistas jóvenes. Ese es un poco el objetivo. Que en un futuro VETA sea algo que nutra a la gente y que les ayude a motivarse y a pensar que desde aquí también se puede hacer algo que internacionalmente tenga un valor importante.

“En Carabanchel se estaba creando una red de talleres de artistas y queríamos aportar nuestro granito de arena”

En VETA también llevan a cabo residencias para artistas, ¿cómo funcionan?

Tenemos unos 7 u 8 artistas con los que colaboramos que han estado aquí. Se pasan unos 2 o 3 meses con nosotros, crean las obras aquí, comparten con los otros artistas de la zona y al final se crean unos vínculos bastante más unidos.

Hoy en día el mundo del arte es bastante internacional y yo trabajo con artistas de todo el mundo. El hecho de tener esta residencia nos ayuda para que ellos pasen aquí dos meses con nosotros y pasemos el día a día juntos, tomemos el café por la mañana, salgamos a cenar por la noche, comentemos la producción de las obras… Al final se crean conversaciones, surgen cosas en el estudio del artista…

Es realmente muy nutritivo. Muchísimo para mí como persona por poder vivir con ellos y escucharlos, pero también el hecho de poder estar dentro de la galería, crear dentro de la galería, también les ayuda a ellos a entender el trabajo que estamos haciendo.

¿Sus colecciones intentan conectar más con las nuevas generaciones?

Trabajamos con artistas de todas las generaciones, desde El Roto, el dibujante de El País, que tiene más de 70 años, hasta Juan de Morenilla que es un artista de Murcia que exponemos en un par de meses y que tiene 24 años. Creo que es una mirada muy fresca que hace referencia a pintores como Philip Guston, una figuración un poco atrevida que conecta con un público joven y con un público internacional y con las redes sociales y con un movimiento bastante contemporáneo.

¿Cómo definiría su carrera?

Pues sin parar. Desde pequeño he estado siempre metido en esto. Empecé de montador con apenas 15 años, comisariando exposiciones con 15 años, y la verdad es que vivo por y para ello.

El arte te permite que tu pasión sea también tu forma de vida. Son diferentes etapas y al final es todo muy vivencial. Cada paso ha sido bastante importante y me ha traído cosas nutritivas.

¿Qué queda del Fer Francés de 15 años que comisarió por primera vez una exposición?

La primera exposición que comisarié fue en Portugal y se llamaba ‘Takeaway’. El objetivo era intentar que los artistas españoles rompieran una frontera que había de cristal y que hubiera una conexión mucho más fluida entre España y la escena internacional contemporánea. Y ahora mismo en VETA seguimos con ese objetivo.

Por ejemplo, en enero hacemos la feria de Singapur, Art Singapur, y llevamos a Matías Sánchez, a Cristina Lama y a Jorge Galindo, que son tres grandes pintores españoles. El objetivo sigue siendo el mismo.

Creo que el hecho de haber nacido en una familia del mundo del arte te ayuda a tener muy claras las cosas y saber un poco el camino que quieres seguir.

¿Quién considera una referencia en el mundo del arte? ¿Por qué?

Tengo muchas. Si hablamos dentro del galerismo en sí, digamos que se podría decir que Vollard, Kahnweiler, Leo Castelli, Michael Werner, que son como los grandes galeristas que ha habido en la Historia del Arte. Michael Werner es el único que sigue activo. Es un galerista alemán que lleva trabajando con los mismos pintores unos 30 o 40 años y levantó un movimiento casi él solo.

Fer Francés en su galería de arte.
Fer Francés en su galería de arte.
ELENA BUENAVISTA

¿Qué es lo mejor y peor de vivir del arte?

Lo peor de vivir del arte es que es una dedicación casi absoluta. Yo tengo la suerte de tener una familia, de tener una hija, y realmente son muchos viajes, es el tener que estar presente en muchos sitios.

Poder llevar las dos cosas: la familia y dedicarle el tiempo que quieres dedicarle y, por otra parte, el tiempo que requiere montar una galería de estas condiciones… Diría que es lo peor.

Y lo mejor: el hecho de vivir del arte y con los artistas. Tener esa relación con los artistas casi de familia. Acabo de llegar de Sevilla de estar un fin de semana con Matías Sánchez y con Cristina Lama, que son dos pintores con los que trabajo y, al final, son de mis mejores amigos también. El poder trabajar con gente a la que quieres mucho y admiras muchísimo te da una razón de seguir.

¿Qué es para usted la inspiración?

La inspiración es ese momento al que llegas después de una serie de pensamientos que se te van ocurriendo y de conexiones, ya sean visuales o conceptuales. Al final normalmente cuando se me juntan varias cosas en la cabeza así rápidas, de repente sale una que digo: ‘¡Por aquí!’. Y ahí es donde se encuentra.

¿Cómo se encuentra la inspiración dentro del mundo del arte?

Pues es de una forma muy esporádica. No hay un esquema para decir: “puedo encontrar a este artista así” o “la siguiente exposición de este artista me gustaría que fuera de tal manera”.

Por ejemplo, algo un poco fuera de lo común fue una exposición de Julio Galindo, un ceramista, donde ocupamos una parcela que estaba abandonada. Fue la propia parcela la que me llamó para hacer ese proyecto. Me parecía como una escenografía y pensé en un artista que pudiera funcionar bien para el lugar en sí. Depende mucho de la situación, a veces la obra de un artista te llama a exponerlo de cierta manera.

¿En qué lugar o momento se inspira?

Posiblemente estando en la galería. O cuando estoy solo, mirando artistas, leyendo sobre artistas y pensando… Ahí es cuando encuentro los siguientes pasos para dar.

¿Qué medio de transporte considera más inspirador?

Posiblemente el tren. El tren es el medio de transporte en el que, cuando viajo solo, soy capaz de concentrarme más y de pensar más en qué hacer en un futuro.

“Cuando un pintor viaja y se nutre, se nota en su pintura”

¿Qué es para usted Madrid, Sevilla y Santander?

Santander es de donde soy. Es mi casa, mi hogar.

Sevilla yo diría que es la cuna de pintores de España. Tenemos la suerte de que allí ha habido una escuela de barroco muy importante, y en los 80 grandes pintores expresionistas alemanes estuvieron allí. Eso ha creado que haya toda una hornada de pintores que realmente están nutriendo a muchas de las galerías de España.

Y Madrid es la ciudad en donde vivo y la ciudad de donde es mi hija, en la que tengo muchas raíces. Llevamos 10 años aquí y esperamos que con VETA vamos a aportar mucho más a Madrid.

¿Qué es para usted viajar?

Es muchas cosas. Al final en este trabajo uno tiene que estar en constante movimiento. Últimamente estoy intentando viajar a las ferias de arte con mi familia. Entonces eso ha hecho que los viajes hayan cambiado completamente.

Todo lo que era estar en las nubes, estar en ese lugar donde el ser humano nunca podía haber estado antes y que te llevaba a poder pensar, a abrir nuevos mundos… Pues lógicamente viajar con niños es una situación completamente diferente.

Pero sí que es verdad que cuando viajamos por trabajo sí intento quitar el teléfono y solamente dedicarme a mirar por la ventana, ver las imágenes pasar y a pensar en cosas que estoy haciendo y en cosas que puedo hacer.

¿Cómo se relacionan los viajes y el mundo del arte?

En el mundo del arte ha sido fundamental el viajar. Incluso tenemos El Prado gracias a los viajes que se han hecho. Velázquez, por ejemplo, hizo dos viajes a Italia en los cuales, aparte de mejorar su técnica para acabar pintando Las Meninas o Las Hilanderas, compró muchas obras de pintores italianos para el rey del momento. El Prado y nosotros mismos estamos viviendo desde aquella época de lo que fue viajar para Velázquez.

Nosotros, hoy en día, hacemos nueve ferias internacionales y trabajamos con más de veinte artistas de todos los países. Ahora estamos exponiendo a Christian Rex Van Minnen, que es americano, y a Vincent Cy Chen, que es de Taiwán.

Y para los propios pintores también es fundamental. Cada vez que viajan y descubren los museos, las ciudades... Se nutren y se nota en la pintura.

¿Qué le ha aportado viajar como profesional?

Nosotros, si no viajáramos, seríamos una galería provincial. Y solamente tendríamos unas redes para aquí, para España y la difusión que intentamos hacer para los artistas sería bastante local.

Hoy en día estamos trabajando en un mercado bastante global, por lo que es fundamental estar en constante movimiento y en contacto bastante cercano con los artistas con los que se trabaja.

¿Un viaje que siempre recordará?

El primer viaje que hice para salir de Santander en dirección al internado a Suiza, sabiendo que no iba a volver.

Me acuerdo de mirar por la ventana del avión y ver el logo del aeropuerto, que entonces aún se llamaba Santander, y saber que no iba a volver a vivir allí nunca más.

¿Por qué cree que viajar inspira?

Yo creo que al final el viajar tiene algo como el sentarse delante de un fuego. Es algo que tenemos como dentro del ser humano. El ser humano siempre ha querido viajar. Y esa conexión con ciertas cosas, como el querer viajar, el querer estar en las nubes, creo que nos produce a todos algo bastante especial.

El hecho de ir en un tren e ir mirando una imagen en movimiento… Es casi como algo meditativo. Si estás realmente concentrado en ello, se puede considerar casi meditación. El viajar puede ser meditación.

¿Tiene alguna historia que le marcara en un tren?

El recuerdo primero que me viene a la mente es un viaje que hice a Granada con KAWS, con un artista americano bastante reconocido. Él antes hacía graffiti, lleva muchísimos años sin hacer graffiti. Justo teníamos un libro y él se puso ahí a dibujar y me empezó a pintar obras de graffiti suyas cuando ya era un artista súper reconocido y lo había dejado hacer. Lo guardo como un tesoro.

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