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Tino Soriano o cómo documentar la intimidad de un hospital durante cuatro décadas

El fotógrafo ha inaugurado la exposición 'Curarte, 40 años fotografiando la sanidad española', que podrá visitarse hasta el próximo 23 de mayo en la sala f/DKV, centro de fotografía con causa, de Zaragoza.

Tino Soriano, autor de 'Curarte, 40 años fotografiando la sanidad española'.
Tino Soriano, autor de 'Curarte, 40 años fotografiando la sanidad española'.
Tino Soriano

A lo largo de cuatro décadas de experiencia profesional, el fotógrafo Tino Soriano ha documentado el día a día de la sanidad española desde distintos ángulos. Con todo el material recogido, y gracias a una iniciativa que puso en marcha durante la pandemia para reconocer al personal sanitario su esfuerzo, Soriano acaba de publicar el libro 'Curarte, 40 años fotografiando la sanidad española', cuyas imágenes pueden verse hasta el próximo 23 de mayo en la exposición homónima, situada en la sala f/DKV, centro de fotografía con causa (ubicada en la Torre DKV, en la calle de María Zambrano, 31, en Zaragoza). La muestra cuenta con la colaboración de la Fundación Lluis Coromina.

Tino Soriano es fotógrafo, comunicador y escritor. Nació en Barcelona y poseé numerosos reconocimientos nacionales e internacionales, ha sido premiado por la Unesco en varias ocasiones y también fue recipiente del prestigioso Lente de Plata Mexicano. Tiene, además, cinco galardones Fotopres, Fotógrafo Español del Año Fujifilm 1995, NikonPro-2002, Canon-Europa, la distinción humanista “The Essence of Humanity” de Nueva Zelanda y el trofeo fotoperiodístico más prestigioso del mundo, el World Press Photo-1999 en la categoría Arte.

¿Cuáles son los cambios más llamativos que ha experimentado la sanidad a lo largo de las últimas cuatro décadas?

En cuatro décadas ha habido una mejora obvia a nivel de tecnología y conocimientos y posiblemente ha habido una bajada en el número de profesionales, porque han tenido que emigrar. En este sentido, la seguridad social ha perdido terreno respecto a la sanidad privada. La idea básica es que muchos profesionales se han marchado, y, entre ellos, los investigadores.

¿Cómo ha sido el proceso creativo del libro durante la pandemia?

Durante la pandemia, colgué todos los días en Instagram una fotografía de mi archivo personal relacionada con la sanidad. En la editorial Anaya vieron las fotos y me llamaron para preparar un libro con estas imágenes que fuera un homenaje a la sanidad. A partir de esas fotos, empezamos a trabajar en el diseño del libro y en su preparación. Esto supuso generar unos límites a los miles de negativos que tenía, porque había que elegir unas fotos concretas para ir explicando todas las facetas. En 40 años he abordado la medicina desde diferentes servicios, hospitales, situaciones, circunstancias... y esto se ha de racionalizar. En el libro no pongo mucha información técnica porque sería peligroso. El proyecto es fotográfico, por lo que he intentado que sean imágenes que lo expliquen todo. Tanto en el libro como en la exposición hay unos textos para que la gente comprenda lo que está viendo.

¿Qué imagen de todas las que ha capturado conserva con mayor emoción?

Todas las fotografías son muy emotivas, porque es uno de los criterios que tuve en cuenta para seleccionarlas. Una que no colgué fue la de una persona que se había cortado las venas en un intento de suicidio. Esta foto no sale para huir del morbo. Este es un mundo prohibido, el de la sanidad, al que solo vas como paciente porque no tienes otro remedio. Todo lo que sucede allí es emotivo y, de alguna manera, imprevisto. Dándole vueltas, me quedo con dos fotografías que fueron tomadas con 15 años de diferencia y que son las de la portada y la contraportada del libro. Estas dos fotos hablan de resiliencia o, por llamarlo de otra manera, supervivencia. En la portada se ve a un pediatra que está aguantando a un niño pequeño por los pies, boca abajo. Hay una segunda foto tomada 15 años más tarde, para la que le pedí a los protagonistas que repitieran el gesto pero, claro, el niño pequeño se había transformado en un adolescente grandote. 

Por decirte otra, el nacimiento, la que es el estandarte de la exposición, es la que muestra a un niño está naciendo por cesárea, por lo que no es la típica foto en la que la cabeza va saliendo entre las piernas de la madre. Aquí el niño aparece de la barriga. 

Esta muestra, que cuenta con la colaboración de la Fundación Lluis Coromina
Un niño naciendo por cesárea.
Tino Soriano

¿Cómo es asistir como espectador a la realidad sanitaria española?

Mi padre era médico y yo empecé a trabajar en un hospital como administrativo. Luego me propusieron llevar el departamento de audiovisuales del centro cuando estos empezaban a tecnificarse y necesitaban vídeo y fotógrafos médicos que trabajaran como profesionales. Sin quererlo, las circunstancias me llevaron a un terreno prohibido, que es lo que pasa dentro de los hospitales. En el momento en el que abandoné el hospital porque quería ser reportero, y necesitaba no depender de un horario laboral, todo el mundo me conocía, primero, en el hospital, y, más tarde, por una exposición que hice sobre el cáncer infantil a la que le dediqué un año de tiempo y que era un trabajo de una profundidad que hasta entonces no había tenido ningún otra obra de esa temática. Tuvo tanta repercusión que, cuando yo decidí ampliar mi mirada al conjunto de la sanidad, mucha gente -directores médicos, gerentes- ya conocían mi obra y éticamente entendían que soy una persona que es capaz de meterse en un lugar tan complicado como un hospital en el que, básicamente, todo es intimidad y todo son momentos difíciles. La exposición sobre el cáncer infantil me daba un 'pasaporte de credibilidad' y empecé a fotografiar más cosas. Creo que soy el único fotógrafo del mundo que tiene un archivo personal de 40 años de la medicina con esta mirada documentalista. Empecé en el año 1980 con un hospital decrépito, con unos enfermos a los que todavía se les aplicaba el 'electroshock' y que vivían en unas condiciones que hoy en día serían inaceptables, y acabo en una época en la que hay investigación. Exactamente con la covid, un año en el que se ha hecho un trabajo único en el mundo como es descubrir una vacuna universal en tiempo récord. La pandemia marca el final de estas cuatro décadas. La covid es un broche de oro hablando en términos de sanidad. Todo mi trabajo es un reconocimiento al esfuerzo de los sanitarios.

¿Qué encontrará quien visite la exposición? ¿Cómo está estructurada?

Está estructurada en cuatro capítulos. El primer apartado es 'El Club de los Sabios', que está formado por las fotografías de la institución mental, que es el inicio de todo mi trabajo. El segundo es el de los desplazamientos, que en el libro de llama 'Cuando Mahoma va a la montaña', en el que cuento cuando los médicos van al tercer mundo a ayudar a poblaciones desprotegidas o el trabajo de los profesionales rurales, que tienen una labor muy difícil, en la que tienen que improvisar con lo que llevan en su maletín. La tercera parte, 'Curar vidas', es la vida del hospital, desde el nacimiento hasta la muerte. La cuarta parte es el futuro, que es lo más apasionante que tiene la medicina, que esta capacidad de curar a base de regenerar tejidos, enviar inteligencias de virus hasta aparatos electrónicos dentro del organismo... La medicina del siglo XXI va a tener una revolución impensable.

¿Qué moraleja se extrae de estas imágenes? ¿Hay alguna lección detrás?

La moraleja es importante y es que, a menudo, no valoramos las cosas hasta que las necesitamos. Para nosotros, el personal sanitario y las instalaciones están ahí como las gasolineras o los restaurantes, pero, posiblemente, son las únicas cosas importantes con la que contamos: la salud y la vida. Se ha ignorado mucho la investigación y lo hemos pagado con creces.  Pensamos que estas personas tienen que hacer su trabajo porque es vocacional y por eso han sido invisibles pero, probablemente, son las piezas más importantes de la sociedad, porque son aquellos que nos aseguran la supervivencia.

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