La innovación no es una opción, es una obligación para las empresas que busquen ser competitivas en el mercado. Así se pone de manifiesto desde instituciones públicas, centros privados y compañías de diversos sectores, que aseguran que la adaptación a los tiempos que corren depende de un proceso continuo de actualización y de mejora de los procesos.

Este afán renovador puede llevarse a cabo desde distintos enfoques. Pueden ser cambios metodológicos, protocolarios, comerciales o de objetivos, entre otros, pero todos tienen en común la optimización del rendimiento y la máxima rentabilidad. De fondo, cualquier proceso innovador deberá implicar un esfuerzo investigador, una apuesta tecnológica y el mínimo impacto medioambiental.

El concepto de innovación es tan amplio que ofrece infinitas posibilidades. Su aplicación no tiene por qué ir asociada a elevados presupuestos ni a grandes compañías, pues a menudo introducir novedades no exige más que un cambio de mentalidad. Por ejemplo, el paso a una estructura más horizontal o el cambio al teletrabajo pueden ser novedades en la operatividad de una compañía, sin necesidad de que se tenga que acometer una importante inversión.

¿Cómo innovar?

La mayoría de los modelos de negocio innovadores que se implantan en las empresas tienen que ver con la mejora del valor de un producto o de un servicio o, incluso, con la forma en que se presenta a los consumidores. A este respecto, la tecnología juega un papel importante para adoptar nuevos formatos y tener un mayor alcance.

Al innovar es habitual optar por alterar la composición de los productos y la eficacia de los servicios para lograr una mayor penetración en el mercado. A este respecto, los nuevos canales de márquetin y comercialización son claves para anunciar los novedosos lanzamientos.

También hay cambios disruptivos que llevan a realizar arriesgadas apuestas que suponen una notable inversión. Estos tienen que ver con una alteración importante del paradigma empresarial o con pretender anticiparse a las preferencias del público.

Igualmente, apoyarse en las sinergias con otras entidades puede ser una fórmula novedosa y responsable de reportar mayores beneficios. Llevar a cabo alianzas que fomenten el intercambio de conocimiento, estrategias o técnicas siempre es ventajoso.

No obstante, son los procesos productivos los que se prestan a incorporar la mayoría de las innovaciones empresariales, de base tecnológica fundamentalmente. ‘Softwares’, sistemas de comunicación o punteras tecnologías cumplen un papel crucial en la optimización de los tiempos y en la obtención del máximo rendimiento empresarial.

Por último, los entornos organizativos también han evolucionado considerablemente en los últimos años, de manera que introducir otras estructuras de operatividad también puede marcar la diferencia en cuestión de competitividad.