Autónomos

El grifo no termina de abrirse

La necesidad contar con avales cierra las puertas del crédito a la mayoría de los autónomos. La Ley de Emprendedores apenas aporta soluciones al problema.

La mayoría de los autónomos piden créditos por valor no superior a 30.000 euros
La mayoría de los autónomos piden créditos por valor no superior a 30.000 euros
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Hay un consenso generalizado en que la falta de crédito es uno de los principales obstáculos para la reactivación económica. También lo hay en que las medidas implementadas por las Administraciones Públicas para paliar esa escasez de circulante resultan insuficientes. Lo son, desde luego, para las pymes y los autónomos. “El mismo Banco de España constata que la concesión de préstamos a los autónomos ha caído casi un 11%, mientras que ha crecido en un 17% para las Administraciones Públicas”, denuncia el presidente de la federación ATA, Lorenzo Amor. Tampoco ayudan a esclarecer el panorama datos como los de la morosidad de las entidades bancarias, que cada mes alcanza cifras de récord: un 12,12% el pasado agosto.


“El Banco de España dice también que si no se conceden créditos es por una caída de la demanda. Pero no es cierto. Hay muchos autónomos que de entrada ya tienen la negativa por respuesta”, añade Amor. Según los datos que maneja, en el último año “prácticamente el 34% de los autónomos ha pedido un crédito. Y de ellos, sólo el 22% lo ha obtenido”. El máximo responsable de ATA reclama “responsabilidad a las entidades financieras” para atender las demandas del colectivo, que podrían resolverse con el impulso “no ya del crédito, sino de los microcréditos, que es lo que realmente se necesita: el 80% de los trabajadores por cuenta propia no pide más de 30.000 euros. Y el 60%, como mucho 18.000 euros”.


Los microcréditos son un instrumento de financiación a pequeña escala generalmente utilizado por las cajas de ahorros, y que en principio no requieren ningún tipo de aval. El problema es que este tipo de préstamos se conceden con cuentagotas. “La realidad es que sin avales de cierta solvencia no se puede acceder al crédito. Hay un déficit entre oferta y demanda de préstamos, pero porque las exigencias que piden las entidades financieras son excesivas para la mayoría de trabajadores por cuenta propia”, reflexiona Sebastián Reyna, secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos, Upta.

Impulsar el ICO

Lorenzo Amor reclama un impulso del crédito “a través de la banca nacionalizada y también del Instituto de Crédito Oficial (ICO)”, un instrumento de préstamo de dinero público gestionado por los bancos. Pero lo cierto es que el estrecho margen de intermediación con el que cuentan las entidades que gestionan esta línea de créditos, y la convulsa situación que atraviesan muchas de ellas –inmersas en procesos de reestructuración, despidos, fusiones, etc..- han relegado la concesión de estos préstamos a la cola de las prioridades. Por eso ciertas iniciativas del Estado para abrir el grifo de los créditos no resultan efectivas sobre el terreno. “Hace poco el secretario de Estado de Comercio, Jaime García Legaz, presentaba Plan de Apoyo a la Competitividad del Comercio Minorista (dotado con 42 millones de euros, y articulado a través del ICO). Pues sabemos de muchos afiliados nuestros que van al banco a interesarse y les dicen que tienen que tener avales financieros para poder acceder a esta línea de créditos. El problema añadido es que para conseguir avales, tienes que tener capacidad financiera….”, se lamenta Reyna


La recién aprobada Ley de Emprendedores tampoco ha ofrecido soluciones eficaces al problema: no va más allá de ciertos incentivos fiscales para la reinversión de beneficios, o la deducción por inversión en empresas de nueva o reciente creación por parte de ‘business angels. “Estamos de acuerdo en que se busque un sistema alternativo a la financiación tradicional, pero hay dos problemas: uno, que estas configuraciones financieras están dirigidas a sociedades, no a autónomos. El capital riesgo difícilmente va a participar en la financiación de un pequeño comerciante. En segundo lugar, están pensadas para empresas ya consolidadas. Donde está el problema es en la gente que quiere empezar y también en las actividades tradicionales, como el pequeño comercio o el transporte”, reflexiona Reyna.