en colaboración con castillo balduz

"Las empresas familiares tenemos un colchón emocional"

Michel Castillo, presidente de Castillo Balduz, explica cómo ha sido el último año para la empresa que, en sus 47 años de trayectoria, ya ha tenido que afrontar otras crisis.

Los hermanos Castillo, en las instalaciones de la promotora inmobiliaria. Michel, el segundo por la derecha en la imagen.
Los hermanos Castillo, en las instalaciones de la promotora inmobiliaria. Michel, el segundo por la derecha en la imagen.
ARANZAZU NAVARRO

Actitud, adaptación y anticipación son claves en la gestión de Castillo Balduz, una empresa que ha vuelto a evidenciar su fortaleza tras un año de pandemia. Su presidente, Michel Castillo, asegura además que, a nivel familiar, los hermanos están, si cabe, más unidos que nunca.

Es obligado saber cómo ha afectado la crisis sanitaria a Castillo Balduz, ¿cómo valoraría su impacto en la empresa?

Lo primero que nos ha dejado la pandemia a nivel empresarial es la gratitud. Nos ha tocado vivir una situación inesperada y, a nivel personal, hemos pasado momentos difíciles, lo que nos ha vuelto más humanos y más sensibles en las decisiones que tomamos, porque somos conscientes de que no lo podemos controlar todo.

Concretamente, ¿cómo ha influido esta pandemia en la actividad de la empresa?

La construcción siguió en los meses más duros, pero la actividad promotora cerró. Cuando nos reincorporamos, vimos que el sector no se vio afectado por la pandemia y, de hecho, seguimos vendiendo al mismo ritmo.

Y eso que ha cambiado el modelo de vivienda. Los proyectos que hemos podido modificar, los hemos hecho con más terrazas y más zonas libres.

¿Y como familia?, ¿es verdad que las crisis unen más?

En la empresa familiar prevalece siempre la continuidad. Evidementemente la rentabilidad en el 2020 bajó bastante, porque se tuvo que parar el ritmo de trabajo y modificar la planificación pendiente de la evolución de la pandemia, lo que genera cierta incertidumbre. No obstante, tenemos la capacidad de adaptación para que nuestra empresa pueda sobrellevar cualquier ciclo que pueda provocar cualquier crisis.

Las empresas familiares tenemos una parte conservadora, un colchón para poder aguantar las crisis, a veces no solo económico, sino también emocional.

Como familia, estamos más sensibles, siempre nos hemos llevado muy bien, pero ahora, si cabe, somos más comunicativos y permisivos entre nosotros y con nuestros equipos.

"En la empresa familiar anteponemos la continuidad a la rentabilidad"

¿Ha cambiado el día a día en Castillo Balduz?

Ha cambiado la relación con los empleados, pues se pierde la calidez del contacto al mantener reuniones ‘online’. Pero no hemos prescindido de nadie. Formamos a la gente también a nivel familiar, para que se adapten a nuestra forma de ser y eso es muy valioso. Se han generado relaciones más personales, no solo de compañeros de trabajo.

Esto vuelve a marcar la diferencia en el funcionamiento de una empresa familiar, ¿no es así?

Anteponemos la continuidad a la rentabilidad. Se mezclan muchos sentimientos, que tienen un lado muy positivo más allá de la estrategia de la empresa. Para generar trabajo y crecer, no solo hay que ver los números, sino contar con una actitud positiva que te permita ver el vaso medio lleno, aunque a veces me digan que estoy loco (se ríe). Hay que tener tranquilidad y transparencia. El talante, y el talento, suman y provocan que las cosas fluyan de una forma positiva.

Las viviendas han pasado a estar en el centro de las inquietudes de las personas, ¿está claro cuál es el concepto de vivienda que demanda la sociedad?

El cambio de producto ha sido muy repentino. Las claves de la vivienda del presente son dos básicamente: ofrecer ‘passivhaus’, es decir, inmuebles con un consumo energético mínimo, y apostar por casas en las que sentirse libre, con mayor amplitud y más terrazas. El que no se adapte a estos cambios, sea familia o sea industria, no va a continuar.

¿Cree que las empresas, concretamente las inmobiliarias, pueden servir de motor económico para superar esta crisis?

Los empresarios somos la palanca de cambio siempre y, sobre todo, ahora, cuando salgamos de la pandemia. En cuanto al sector, nos perjudica mucho un problema macroeconómico, que es la subida de los precios de las materias primas y los correspondientes costes de construcción. Los datos que manejamos indican que el cobre se ha disparado un 102%; el alumnio, un 56%; el petróleo un 106%; y el acero, un 68%. No hay duda de que esta es la nueva crisis del ladrillo: ¿a qué precio vamos a tener que salir al mercado? Para asumir esos costes, habría que vender pisos a un precio muy superior y en Zaragoza hay un tope en la vivienda de gama media.

No sabemos cómo se va a encajar esto y cómo va a reaccionar el consumidor. Pero nosotros podemos sacrificar margen de beneficios para que la gente pueda seguir comprando, pues tenemos un compromiso con nuestra ciudad y nuestros clientes.

¿Este hecho va a influir en los proyectos a corto y medio plazo de Castillo Balduz?

Estamos planificando el crecimiento para 2022 con esta incertidumbre del aumento de costes, pero vamos a lanzar en breve dos o tres promociones y, actualmente, tenemos 450 viviendas en construcción.

Entonces, ¿podremos seguir viendo el sello distintivo de Castillo Balduz en la fisionomía urbana de Zaragoza?

Por supuesto, y en la periferia también. Si algo me gusta es pasear por Zaragoza y pensar que tal o cual vivienda la hizo mi padre o la hemos hecho nosotros. Para la empresa, el diseño es muy importante, de él se ocupa mi hermano arquitecto y mi hermana, como responsable del departamento comercial.

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