ARQUITECTURA

Un edificio con ojos de niño

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La zona de los dormitorios, en hormigón.
Un edificio con ojos de niño
J. M. MARCO

Muchos ciudadanos, cuando pasan por Echegaray y Caballero a la altura del puente de La Almozara, se preguntan "¿y esto qué es?". Pero la verdad es que el edificio recién construido, tan integrado en el parque de San Pablo que también puede pasar inadvertido, revela claramente sus orígenes. La Escuela Infantil Casco Histórico ya está concluida y se ha abierto el plazo de inscripción (82 plazas) para el año que viene. Del edificio se va a hablar, y mucho, porque es el primero que se construye en plástico en Zaragoza. Hasta ahora se había empleado el policarbonato (el mismo material plástico de los cedés) para el cubrimiento de piscinas y en algún elemento arquitectónico concreto. Pero nunca con la decidida voluntad de configurar un edificio, como ocurre en este. El arquitecto Ignacio Grávalos -responsable del diseño junto a Patrizia di Monte y Santiago Carroquino-, sabe que el proyecto puede suscitar cierta polémica en la ciudad, pero le quita importancia.

"Hemos sido conscientes en todo momento de lo que estábamos haciendo -subraya-. Esto no es un experimento arquitectónico, en toda Europa este tipo de soluciones están más que experimentadas. Hay muchos edificios de policarbonato".

El proyecto, financiado por el Fondo Estatal de Inversión Local (FEIL), tiene un coste de poco más de dos millones de euros. La parcela poseía una superficie de 2.600 metros cuadrados, y el edificio construido, 1.200. Pero lo llamativo es, siendo una construcción que nace para relacionarse con el paisaje, la cantidad de esquemas que se rompen con ella.

¿Se puede construir una guardería junto al río? "Se puede -asegura Ignacio Grávalos-. El edificio cuenta con todas las medidas de seguridad, y se han pedido todo tipo de informes a la Confederación Hidrográfica del Ebro. Aunque haya una crecida, el agua no llegará allí".

El patio de la escuela no es de cemento, sino de césped, y el edificio no tiene una valla opaca, sino que los niños, desde el interior, contemplan el parque. El diseño del edificio se ha adaptado a los árboles que ya existían, que se han respetado en la medida de lo posible.

Ventanas a escala infantil

La escuela se estructura en dos piezas. Una es para las zonas de servicio: aseos, cocina, vestuario, dormitorios; la otra para las aulas. La primera tiene una fachada urbana, de hormigón; la segunda, que da al parque, está construida con planchas de policarbonato de distintos tonos de verde y amarillo, que no perderán color con el paso del tiempo. ¿Se 'asarán' de calor los niños en junio? "El policarbonato es reciclable y tiene unas propiedades extraordinarias -apunta el arquitecto-. Es muy caliente en invierno. Nosotros lo hemos empleado en una doble capa, con una plancha de color por fuera y otra blanca por dentro. Eso hace que la luz se tamice hacia el interior; y, por otro lado, al generarse una cámara de aire entre las planchas, se logra que el interior esté más fresco en verano".

Cada una de las aulas tiene características distintas y, si en algo se parecen entre ellas, es que están divididas a partir de 1,20 metros de altura. Por debajo de esa línea imaginaria no hay bordes, fisuras, esquinas ni enchufes; los radiadores son bajo emisivos para que los niños no se quemen al tocarlos y que incluso puedan sentarse en ellos. Por debajo de ese 1,20 de altura hay hasta ventanas diseñadas específicamente para los pequeños. Y es que, como asegura Ignacio Grávalos, "este edificio se ha diseñado con ojos de niño".