MOVILIDAD URBANA

Los comerciantes del Casco denuncian que aún desconocen el plan de obras

A pocas semanas de que se corten el Coso, Independencia y César Augusto, temen por el futuro de 3.000 tiendas y 15.000 trabajadores.

Recreación de los convoyes circulando por Independencia
Los comerciantes del Casco denuncian que aún desconocen el plan de obras

La inminente llegada de las máquinas de la segunda fase del tranvía a Independencia, el Coso y César Augusto ya desata los recelos y temores entre los vecinos de la zona centro y el Casco. Los comerciantes denuncian que nadie se ha puesto en contacto con ellos de forma oficial para comunicarles ni el plan de obras ni el de tráfico, a pesar de que llevan más de un año y medio solicitando datos «para que el pequeño comercio pueda hacer, por ejemplo, sus previsiones de compras», comentaba ayer Vicente Gracia, secretario general de la Federación de Empresarios de Comercio (Ecos).


Su asociación, que lleva recogidas unas 20.000 firmas en su campaña en contra de que el tranvía atraviese el Casco (proponen desviarlo por el paseo de Pamplona y María Agustín), recuerda que en esta zona se reúne la mayor parte del comercio ocasional de la ciudad y cree que un año de obras les conllevará graves perjuicios económicos de los que se aprovecharán las grandes superficies. Según datos de Ecos, a lo largo del trazado de la segunda fase existen 3.000 establecimientos que dan trabajo a unas 15.000 personas. Confían en que no corran la misma mala suerte que los 26 locales que tuvieron que cerrar y los 147 empleos destruidos en el eje de Gran Vía-Fernando el Católico.


Julio Pasamón, dinamizador del Mercado Central, también confiesa su preocupación ante el comienzo de las obras, aunque informa de que «los detallistas sí han tenido un acercamiento a la sociedad Los Tranvías de Zaragoza». «El entorno de César Augusto –y así lo reconoce la empresa concesionaria de la obra– es una ‘zona cero’ de la segunda fase del tranvía y hemos indicado una serie de hitos y preferencias que se han comprometido a estudiar en favor de una convivencia digna y un respeto mutuo», indica Pasamón.


Entre otros puntos, en estas reuniones los detallistas exigen que las líneas de autobús no se alejen demasiado del Mercado, que se amplíe el parquin rotatorio de la plaza de Lanuza o que no se construya una vía de escape junto al edificio diseñado por Félix Navarro en 1895, que complicaría aún más la circulación. Precisamente, solicitan «un informe técnico de afecciones arquitectónicas» para comprobar qué efectos tendrían las obras, las vibraciones y el paso del tranvía en el Mercado, que recuerdan que es Monumento Histórico Nacional y Bien de Interés Cultural, y atrae a muchos turistas.


Los comerciantes también dudan de la ‘solvencia’ del tráfico en el puente de Santiago, dado que –durante y tras las obras– solo quedará un carril en cada sentido para la circulación. Si actualmente este puente de entrada a Zaragoza es utilizado por 54.000 vehículos al día, estas cifras habrán de rebajarse drásticamente, fomentando cambios de rutinas de tráfico con desvíos y rodeos por el puente de la Almozara y el paseo de María Agustín.

«Alevosía estival»

La concejal de Servicios Públicos, Carmen Dueso, anunció el miércoles que las obras comenzarán en pocas semanas y se afrontará todo el trazado de forma simultánea, para sorpresa –también– de muchas entidades vecinales (Conde Aranda, César Augusta, Zaragoza Antigua... a excepción de Lanuza-Casco Viejo) que no entienden el porqué de «tantas prisas». «Hacen igual que con las alegaciones que presentamos en tiempo y modo: ignorarnos y aprovechar la ‘alevosía estival’ pero no para que las afecciones sean mínimas –porque la obra durará un año–, sino para que se hagamos menos ruido», se quejaba ayer María Luisa Verde, de Zaragoza Antigua, que insiste en que su oposición no es al tranvía sino al trazado previsto.