El Monasterio de El Pueyo, 900 años de historia y espiritualidad con vistas al Somontano de Barbastro

En el santuario vive la congregación católica del IVE, se organizan visitas guiadas y hay servicio de hospedería.

Monasterio de El Pueyo
Monasterio de El Pueyo
Turismo Barbastro

Corría el año 1101, el año de la reconquista de Barbastro a los musulmanes, cuando, cuenta la leyenda, la Virgen se le apareció el pastor Balandrán mientras apacentaba sus ovejas en el lugar. La aparición fue sobre un almendro cargado de fruto para, según la tradición oral, enviarle el mensaje de que se tenía que levantar un santuario en este punto.  Así es como se origina el monasterio de El Pueyo, un enclave religioso con 900 años de historia a escasos kilómetros de Barbastro, en la carretera N-240 en dirección a Huesca.

Además del sentido espiritual que tiene este lugar para todos los vecinos de la comarca, es un sitio especial por servir como mirador a todo el Somontano de Barbastro y  los Pirineos centrales y orientales. Tras estar en manos de los benedictinos y, después, de los claretianos, actualmente, es la congregación católica del IVE (Instituto del Verbo Encarnado) la que habita en este monasterio. 

Buena parte del complejo no es de acceso público pero los monjes que habitan en él organizan visitas guiadas de lunes a sábado, de 10.00 a 12.00 y de 16.00 a 18.00, previa reserva por correo electrónico (monasteriodelpueyo@ive.org) o por teléfono (974310934). En los pases se puede conocer la iglesia, una pequeña habitación y una parte de la biblioteca, que destaca por atesorar volúmenes de incalculable valor, como un incunable editado en Basilea, joya medieval del que sólo quedan siete ejemplares en el mundo.

Por su parte, la iglesia actual se comienza a edificar en el siglo XIV y la imagen de la Virgen que preside el templo es una réplica exacta de la talla gótica del siglo XV, desaparecida durante la Guerra Civil. Junto a la entrada del templo hay una tienda de recuerdos que también sirve para concertar las visitas guiadas. De su interior destacan las estatuas de monjes que jalonan el templo en los laterales. Son los mártires de la guerra civil y 15 de los 18 jóvenes ejecutados están enterrados bajo el altar.

Dentro del conjunto destaca, por otro lado, el Camarín de la Virgen, cubierto por una cúpula decorada con pinturas del siglo XVIII que, en un primer momento, se atribuyeron a Francisco Bayeu. Después, se otorgó la autoría a un pintor local, Diego Gutiérrez, llamado Dieguillo, coetáneo de Goya y Bayeu, pero de técnica mucho más academicista.

La estatua-sepulcro de Balandrán, el pastor que presenció la aparición mariana, también está en las dependencias del monasterio. En torno a esto, la tradición local dice que solo se podrá casar quien sea capaz de abrazar la estatua, de grandes dimensiones, desde la cabeza a los pies. A no ser que se tenga una buena envergadura, conseguirlo es complicado. Aun así, quien pasa por allí y conoce la leyenda no puede resistirse a intentarlo.

Hospedería para familias y grupos

El monasterio de El Pueyo también ofrece un servicio de hospedería muy personalizado. La congregación abre sus puertas para que el santuario sea lugar para la realización de ejercicios espirituales, retiros, estudio, descanso o peregrinaciones. Así, siempre previo contacto y explicando las necesidades y características de cada grupo, en este espacio se pueden alojar familias, grupos de peregrinos, parroquiales o juveniles. 

Así, este lugar es visitado tanto por personas llegadas desde lejos como por los vecinos más próximos, que están especialmente ligados con el recinto sagrado. Actualmente, alrededor de 15 pueblos del Somontano mantienen la tradición de subir al santuario en romería. La tradición se remonta al siglo XVI, cuando eran cerca de 50 las localidades que peregrinaban hasta allí, algunos incluso recorriendo una distancia de 50 ó 60 kilómetros. Aunque ahora en menor medida, los distintos núcleos se turnan para hacer estas romerías, en las que tanto niños como jóvenes y adultos, suben hasta el monasterio con el cura.

Una vez arriba, antes de subir las escalinatas que llevan hasta la iglesia, les recibe el capellán del Santuario para darles la bienvenida antes de celebrar la misa en honor a la Virgen. Después de la ceremonia religiosa, lo más habitual es que los participantes en la romería se queden a comer en la hospedería del monasterio.

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