Perseidas, constelaciones e incluso Saturno: el Planetario de Aragón te asoma al Universo

Desde sus instalaciones en Walqa (Huesca), los visitantes pueden contemplar la lluvia de estrellas de agosto, las Perseidas, pero también descubrir muchos otros misterios del espacio.

Observación de las estrellas en el Planetario de Aragón, ubicado en Huesca.
Observación de las estrellas en el Planetario de Aragón, ubicado en Huesca.
Planetario

Cuenta la mitología que Acrisio, rey de Argos, intentó por todos los medios no tener nietos porque un oráculo había predicho que uno de ellos lo asesinaría. Así que, ni corto ni perezoso, ordenó encerrar a su hija Danae para que nunca tuviera descendencia. No contó el pobre hombre con el desatado deseo de Zeus, que logró burlar todos los impedimentos y dejar embarazada a Danae tras visitarla en forma de lluvia de oro. De aquella furtiva relación nació Perseo. Y la espectacular lluvia de estrellas que cada año surca el cielo a mediados de agosto recuerda la forma que tomó el poderoso dios de dioses del Olimpo para engendrarlo.

En la tradición católica, a las Perseidas también se las conoce como Lágrimas de San Lorenzo por coincidir su apogeo en el cielo con el día de su martirio. Lorenzo, nacido en el siglo III, fue asado vivo en una parrilla un 10 de agosto por orden del alcalde de Roma. Así, sus lágrimas se convertieron en la lluvia de estrellas que se puede contemplar estas noches de verano.

Sea como fuere, estos meteoros, a los que solemos pedir deseos cuando los vislumbramos, vuelven puntuales cada año y son una excelente excusa para sentarse, mirar al cielo y disfrutar. También son una gran oportunidad para visitar el Planetario de Aragón, en el parque tecnológico Walqa (Huesca), donde estos días de agosto llevan a cabo actividades nocturnas especiales para contemplarlas… y muchas sorpresas más.

La visita se lleva a cabo a partir de las diez de la noche, sobre todo durante el puente (consultar disponibilidad y fechas en la página web). Dura un par de horas, en las que Jaime Navés, planetarista del centro, desgrana toda su sabiduría (que no es poca) y su poder de divulgación para desvelar a los interesados, normalmente profanos en la materia, los secretos del cielo y sus constelaciones.

"Las experiencias han tenido siempre mucha aceptación desde que se empezaron a llevar a cabo, hace ya doce años", explica Navés. Los misterios del universo, tales como su creación o su evolución, su indescriptible belleza y los avances técnicos que permiten entenderlo cada día un poquito más, atraen al ser humano desde tiempos inmemoriales. Desde el planetario intentan trasladar al visitante un cachito de toda esta sabiduría, y lo cierto es que después de dos horas de experiencia se sale del recinto con una mezcla de sensaciones, que van desde el asombro más absoluto hasta la constatación de la insignificancia humana.

La sala de proyecciones Full-HD del Planetario de Aragón.
La sala de proyecciones Full-HD del Planetario de Aragón.
Planetario de Aragón

La primera parte de la visita tiene lugar en la cúpula, una sala de cine con pantalla semiesférica de diez metros de diámetro y equipos de proyección ‘fulldome’, en la que los asistentes, reclinados en sus asientos, disfrutan del documental ‘Europe to the Stars’ (De Europa a las estrellas), que cuenta la historia de la exploración del cielo austral realizada por el ESO (Observatorio Europeo Austral, por sus siglas en inglés). La narración lleva a los espectadores a través de un viaje épico entre los bastidores del observatorio terrestre más productivo del mundo, situado en el desierto de Atacama, en Chile, y se centra en aspectos esenciales sobre cómo funciona un observatorio astronómico, ofreciendo a la vez una amplia visión de la astronomía como ciencia.

Después, tras una breve explicación de cómo funciona un planisferio (una carta estelar que permite reconocer las constelaciones y estrellas presentes en el cielo en un día y una hora determinados), los visitantes, cada uno pertrechado con uno de ellos, salen al exterior del planetario. Allí, bajo un cielo sin apenas rastro de contaminación lumínica, Jaime Navés va explicando lo que se puede ver a simple vista. Y como muchas veces los asistentes a duras penas pueden identificar poco más que la Osa Mayor, él va haciendo magia con un potente haz de luz y cuenta la historia de lo que para ellos es una maraña de puntos sin conexión y que, de repente, deviene en constelaciones y estrellas con nombre propio.

Un poco de mitología

Por cierto, en este punto del relato viene bien añadir que cuando Perseo creció, se convirtió en un poderoso guerrero cuya existencia transcurrió entre adversidades, batallas y seres mitológicos. Se casó con Andrómeda, hija de Cefeo y Casiopea, reyes de Etiopía, que la habían encadenado a unas rocas porque estaban celosos de su belleza y habían decidido ofrecérsela a Cetus, un monstruo marino. Perseo logró salvarla tras derrotar al gigantesco ser gracias a que previamente había acabado con Medusa, mujer con cabello de serpientes que convertía en piedra a todo aquel que la miraba. Agradecida por sus gestas, el hijo de Danae y Zeus logró el favor de la diosa Atenea, que le convirtió a él, a Andrómeda, a Cefeo y a Casiopea en constelaciones.

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Y allí están, en el cielo nocturno sobre Huesca, contando su mitológica historia a todo aquel que sepa desentrañarla. Como Jaime, que se la traslada cada noche a sus asombrados (y un poco desnucados ya a estas alturas de visita) espectadores, que tampoco pierden la ocasión para atisbar estrellas fugaces (y pedir el consiguiente deseo). Prácticamente todos los asistentes consiguen ver alguna durante la visita. El planetarista ayuda a localizar la constelación de Perseo, y para ello primero muestra la ubicación de la estrella Polar, la que marca el norte geográfico. A partir de ella, siguiendo una trayectoria en línea recta hacia el este, cinco estrellas en forma de W conforman la constelación de Casiopea. Bajo ella brillan Perseo y Andrómeda, y aunque las Perseidas se pueden ver en todo el cielo, el lugar del que parecen llegar estos meteoros es la constelación que lleva su nombre.

Y todo, por el cometa Swift-Tuttle

Por cierto, mitología y tradición católica aparte, ¿qué son estas estrellas fugaces? Pues el efecto que se produce en la atmósfera cuando la órbita terrestre pasa por el enjambre de pequeños meteoritos que ha dejado tras de sí el paso de un cometa, en este caso el Swift-Tuttle. Tal y como cuenta el divulgador Carl Sagan en 'Cosmos', los meteoritos, del tamaño "de un grano de mostaza", son "copos que caen" y que "brillan en el momento de entrar en la atmósfera de la Tierra, donde el calor y la fricción los destruyen a unos cien kilómetros de altura".

En cuanto al cometa que deja tras de sí la estela de Lágrimas de San Lorenzo, tiene unos 26 kilómetros de diámetro, según la NASA, y se ha comparado en muchas ocasiones con los diez kilómetros que medía el meteorito que impactó contra la Tierra y acabó con los dinosaurios. De ahí que se haya intentado calcular la posibilidad de un impacto del Swift-Tuttle con nuestro planeta, que de producirse (algo poco probable) no sucedería antes del quinto milenio de nuestro calendario. Así, ni veremos ese hipotético choque (por suerte) ni podremos volver a ver al propio cometa (por desgracia): ya pasó en 1992, y como su periodo orbital es de unos 130 años, no volverá hasta más o menos julio de 2126.

Para ver estos meteoros, hay que tener en cuenta que del 8 al 15 de agosto la Luna irá disminuyendo su tamaño y su luminosidad, por lo que en el pico máximo de su aparición las probabilidades de toparte con ellos son más altas. A partir del 16 y hasta el 23, todavía habrá muchos recorriendo el cielo y la Luna nueva lo pondrá muy fácil para verlos. Sin embargo, aunque todavía podrán verse unas cuantas del 24 al 30, el número de estrellas fugaces irá disminuyendo al tiempo que la Luna irá aumentando su tamaño, lo que complicará su visualización.

En la visita del lunes 7 de agosto, solo ocho personas se acercaron a las instalaciones. Entre ellas, tres vecinas de Ayerbe, Laura, Maripili y Pilar, "interesadísimas en todo lo que tenga que ver con la astronomía y la astrología". El aforo máximo es de 25 asistentes, y lo cierto es que hay días en los que apenas quedan ya plazas. También es verdad que la última parte de la visita es más cómoda si no hay demasiada gente, sobre todo en aras de la agilidad, pero eso no quita para que la experiencia merezca, y mucho, la pena.

La nave del Espacio 0.42 de Huesca, el Centro Astronómico de Aragón
La nave del Espacio 0.42 de Huesca, el Centro Astronómico de Aragón
J.S.

El Planetario de Aragón cuenta con cuatro potentes telescopios que permiten asomarse al cosmos en primera persona. A través de ellos se puede observar el Sol, la Luna, los planetas más cercanos y las galaxias más remotas. Los visitantes utilizan dos de ellos para contemplar el cielo sobre sus cabezas. En realidad, muy, muy por encima. Desde nebulosas lejanas hasta el mismísimo Saturno, que para su asombro aparece majestuoso en el visor del telescopio, del que se hace difícil apartar la mirada mientras se contemplan sus anillos.

Por todo ello, visitar estos días el Planetario es más que recomendable. Aparte de por sus especiales de este mes sobre las Perseidas, también por su completa exposición sobre el Universo o por sus experiencias para niños: desde los 2 años, con el programa Bebenautas, hasta los 12, con ‘visitas’ a lugares tan lejanos como Gamínedes, una de las lunas de Júpiter, gracias al simulador 4D. Y no olvidar el Planetario Mat, un espacio matemático en el que "las matemáticas también se tocan".

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