De torre en torre por el pasado carlista del Bajo Aragón-Caspe

De las 45 atalayas ópticas que el general Manuel de Salamanca construyó en la orilla derecha del Ebro desde Zaragoza hasta Amposta, siete están en la comarca.

Exterior de la Torre de Salamanca.
Exterior de la Torre de Salamanca.
Ayuntamiento de Caspe

Las guerras carlistas marcaron un antes y un después en la comarca del Bajo Aragón-Caspe. Aunque todo el siglo XIX fue convulso en la zona, estos tres episodios bélicos fueron los que realmente transformaron la región. El cambio se produjo a todos los niveles y también llegó a la arquitectura. Las construcciones de aquella época todavía perviven y permiten recrear los acontecimientos pasados.

Para ello, existe una ruta carlista que transcurre por los principales edificios (la mayoría torres) que se construyeron entonces por motivos defensivos. El elemento principal y de los mejor conservados es la Torre de Salamanca de Caspe. El fortín pertenece a la red de torres ópticas que se construyó desde Zaragoza hasta Amposta para transmitir señales en todo el recorrido, siguiendo la orilla del Ebro. Su nombre se debe a Manuel de Salamanca y Negrete, quien la mandó construir en 1875, en la tercera guerra carlista. Fue general de la división de la línea derecha del Ebro y del Maestrazgo y, en total, mandó levantar 45 torres ópticas en el último cuarto del siglo XIX.

Es una de las torres mejor conservadas de la ruta y su aspecto actual se debe a la rehabilitación llevada a cabo de 1985. En aquella intervención se cerró el espacio interior y se incorporó una escalera de caracol para acceder a los niveles superiores. El edificio fue declarado Bien de Interés Cultural en 2006 y, actualmente, alberga exposiciones.

Siguiendo el curso del río hacia su desembocadura, esta ruta por las torres carlistas del Bajo Aragón-Caspe arranca en la localidad de Chiprana. Allí se levanta uno de los mocateros de la zona. Es el nombre que reciben todas estas torres ópticas por, al parecer, el pañuelo (también llamado mocador) que los soldados usaban para transmitir señales de una a otra. En 1990, el Ayuntamiento rehabilitó esta construcción que funcionó como fortín de fusileros y conectaba visualmente con la torre de Escatrón y con la de Salamanca, en Caspe. Para llegar hasta allí basta con tomar el desvío a la carretera A-221 desde la vía que entra al pueblo.

Vistas de Caspe desde la Torre de Salamanca.
Vistas de Caspe desde la Torre de Salamanca.
Ayuntamiento de Caspe

Avanzando hacia el este, la siguiente parada de la ruta es la Torre de Salamanca. Está situada junto al casco urbano de Caspe, a 200 metros de altitud, y se accede fácilmente por una pista asfaltada. Visualmente, en su función de torre óptica, se comunica con la de Gordizo (Alcañiz), con la de Escatrón y con la de Turlán, siguiente parada de esta ruta carlista. Se sitúa en el paraje caspolino de la Herradura, a seis kilómetros del pueblo, y también fue mandada construir por Salamanca. Para llegar hasta ella hay que tomar la carretera N-211, a orillas del Mar de Aragón, y coger un desvío señalizado en el punto kilométrico 281,5.

Hasta las dos próximas torres de la ruta se llega siguiendo esta misma carretera. Primero será la Torre de Valdemoro, a la que se accede desde otro desvío unos kilómetros más adelante. Está en el alto de la Magdalena, a unos 220 metros de altura. Esta edificación ofrece comunicación visual con las torres de Caspe, Chiprana, Escatrón y con la de la Magdalena (Mequinenza), situada a nueve kilómetros de distancia.

La siguiente parada de la ruta carlista por el Bajo Aragón-Caspe es en La Garita, donde en aquella época se levantó una torre que ya no se conserva. En su lugar, se construyó la ermita de la Virgen del Pilar. Para llegar hasta allí hay que continuar por la carretera que va pegada al embalse y tomar primero la CP15 y luego la CV-103 en dirección a Fayón. En la época carlista, esta torre comunicaba con la de Mequinenza y la de Nonaspe. De esta desaparecida atalaya todavía se conservan algunos sillares empleados en su construcción y que se guardan en un polígono a la entrada de Fayón.

La ruta continúa hacia el Castellet de Faió, en las inmediaciones de Nonaspe. Situado sobre un cerro a siete kilómetros de la localidad, es de planta cuadrada y de pequeñas dimensiones. Está en estado de ruina pero todavía se pueden apreciar algunos restos que lo hacen diferente a las demás construcciones, como la tronera semicircular de la parte superior, empleada para avistamientos con catalejo.

Fabara, a nueve kilómetros de Nonaspe, es la siguiente parada de la ruta. Allí se levanta la Torre Lo Calvari. A diferencia de las demás, esta está construida recreciendo los muros de la ermita barroca de Santa Bárbara, que se utilizó con fines militares en la época carlista. La torre se adosó a su cabecera, pero actualmente todo el conjunto está prácticamente destruido. Se ubica en el punto más elevado del pueblo, a 280 metros, y se accede en coche desde el casco urbano de Fabara.

Más allá de los límites comarcales del Bajo Aragón-Caspe hay otras construcciones de la época carlista que se pueden visitar, ya que están a pocos kilómetros. En la Ribera Baja del Ebro están el mocatero de Escatrón y el fortín de Sástago. Hacia el sur, en Alcañiz, se levanta, además de la ya citada de Gordizo, la Torre del Campamento; y en el Bajo Cinca está el castillo de Mequinenza.

Todos estos elementos son los vestigios de una época convulsa que dividió a los pueblos a orillas del Ebro en dos bandos. Los daños se sufrieron tanto en la economía como en la estructura social de la zona y también fueron palpables a nivel arquitectónico. Parte del patrimonio quedó destrozado por la entrada y salida de tropas. A cambio, una decena de torres y construcciones defensivas en mejor o peor estado de conservación recuerdan hoy el pasado carlista en el territorio.

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